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Salesianos en la mira: las denuncias de Punta Arenas que recibirán Scicluna y Bertomeu PAÍS

Salesianos en la mira: las denuncias de Punta Arenas que recibirán Scicluna y Bertomeu

Alejandra Carmona López
Por : Alejandra Carmona López Co-autora del libro “El negocio del agua. Cómo Chile se convirtió en tierra seca”. Docente de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile
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Los casos reflejan una red de encubrimiento e indolencia en la congregación, donde el actual obispo de Punta Arenas, Bernardo Bastres, es uno de los nombres más cuestionados. Más allá de la simpatía o antipatía que pueda generar, hay denunciantes, entre ellos ex seminaristas, que lo sindican como uno de los responsables de que el encubrimiento, los enroques y la protección a sacerdotes acusados de abusos, se convirtiera en una forma habitual de actuar.


–Ya han pasado tantos años, que yo creo que está en el cielo con sus tatas, con mi papá y mi mamá.

Margoth González describe por el teléfono, desde Punta Arenas, algo que se acerque lo más posible a la esperanza. Su hijo, su único hijo, Ricardo Harex, desapareció el 19 de octubre de 2001 después de salir de la fiesta de un compañero de curso en el Barrio Croata, cerca de la playa. Desde entonces es como si una boca de lobo se lo hubiera tragado. No hay pistas ni rastros. Ni siquiera alguien que le diga con certeza dónde fue el último lugar en el que estuvo, abrigado con una parka verde, la noche que dejó de verlo.

Aunque los recuerdos son un rompecabezas que la atraviesan, ella, que dejó de celebrar sus cumpleaños en septiembre, desde que desapareció su hijo, que no tararea las canciones de Alberto Plaza porque se lo recuerdan, que cuando Ricardo cumplió 10 años de desaparecido regaló toda su ropa porque entendió que no iba a volver, eella –por primera vez en muchos años– tiene esperanzas.

–Yo quiero que, con la venida de monseñor Scicluna, todos los que saben dónde está mi hijo hablen por fin y digan todo lo que saben.

Este sábado, a las seis de la tarde, su esposo, Sergio Harex, se reunirá en la catedral de Osorno con Charles Scicluna y Jordi Bertomeu para contarles lo que han sido sus últimos 16 años y la tesis que nunca han dejado de sostener: que el sacerdote Rimsky Rojas, salesiano que se suicidó en 2011 en medio de investigaciones judiciales en su contra, pudo haber tenido participación en la desaparición de su hijo.

[cita tipo=»destaque»]Utz conduce hace años el programa ‘Cappuccino a media mañana’ en Radio Magallanes y desde esos micrófonos comenzó a informar sobre los primeros casos de curas ligados a abusos sexuales a fines de los años 90. Para él es obvio y conocido que, siendo Provincial Salesiano en Chile y a pesar de conocer las denuncias en contra de Rojas, denuncias que venían desde mucho antes de llegar a Punta Arenas, Bastres decidiera siempre trasladar a Rimsky Rojas y dejarlo a cargo de jóvenes. Como cuando –después de lo vivido en Punta Arenas– lo dejó a cargo de una institución del Sename en Puerto Montt, situación que incluso se tocó en una de las comisiones investigadoras de dicho servicio, a la que citaron al arzobispo Ricardo Ezzati.[/cita]

No es el único caso que apuntará a los salesianos ese día. Media hora después, J.A. (32), otro denunciante, será recibido por los enviados del Papa. En esa cita relatará los abusos de los que fue víctima y por los que lleva años golpeando puertas.

En ambos testimonios, los denunciantes apuntan a una red de encubrimiento e indolencia en la Congregación Salesiana, donde el actual obispo de Punta Arenas, Bernardo Bastres, es uno de los nombres más cuestionados.

El ajedrez de Bastres 

El 4 de marzo del 2006, el Papa Benedicto XVI nombró a Bernardo Bastres Florence como obispo de Punta Arenas. Sacerdote unido a la cultura de Don Bosco desde pequeño, cuando estudió en el Colegio Salesianos de Alameda –aunque sus primeros votos los realizó en abril de 1974–, no despierta sentimientos intermedios. Hay quienes lo apoyan y quienes ven en su comportamiento una altanería y distancia que no esperarían de un pastor. Sin embargo, más allá de la simpatía o antipatía que pueda generar, hay denunciantes, entre ellos ex seminaristas, que lo sindican como uno de los responsables de que el encubrimiento, los enroques y la protección a sacerdotes acusados de abusos, se convirtiera en una forma habitual de actuar al interior de la congregación.

El año 2000, Bastres fue nombrado Provincial Salesiano en Chile, un cargo que ejerció hasta el año 2006 y desde donde tomó decisiones que, sobre todo ahora, son cuestionadas por quienes han sufrido intentando conseguir justicia.

A comienzos de marzo de 2011, cuando al ex director del Liceo Salesiano San José, Rimsky Rojas, lo encontraron muerto colgando de un soga en su dormitorio en la Casa de Salud Felipe Rinaldi, muchos movimientos del ajedrez de Bastres quedaron impunes para los denunciantes.

Pese a que la eventual participación de Rojas en la desaparición de Ricardo Harex no ha podido ser probada por la magistrada a cargo del caso, Marta Pinto, hay versiones que dicen que fue el último en estar con el menor, que lo interceptó de camino a una gasolinera una vez terminada la fiesta y que era común que, cuando los carabineros de la zona se encontraban con alumnos del Liceo Salesiano San José mareados por el alcohol, se los llevaran a Rojas y no a sus padres.

–La participación de Bastres es decidora en la protección a Rimsky Rojas –dice Rodrigo Utz, vocero del movimiento “Todos somos Harex”, que el próximo fin de semana efectuará una nueva protesta en el centro de Punta Arenas, la que llegará hasta la Catedral.

Utz conduce hace años el programa ‘Cappuccino a media mañana’ en Radio Magallanes y desde esos micrófonos comenzó a informar sobre los primeros casos de curas ligados a abusos sexuales a fines de los años 90. Para él es obvio y conocido que, siendo Provincial Salesiano en Chile y a pesar de conocer las denuncias en contra de Rojas, denuncias que venían desde mucho antes de llegar a Punta Arenas, Bastres decidiera siempre trasladar a Rimsky Rojas y dejarlo a cargo de jóvenes. Como cuando –después de lo vivido en Punta Arenas– lo dejó a cargo de una institución del Sename en Puerto Montt, situación que incluso se tocó en una de las comisiones investigadoras de dicho servicio, a la que citaron al arzobispo Ricardo Ezzati.

Bastres, quien no pudo ser contactado para esta nota, señaló en la prensa hace algunos años que no sabía de las acusaciones. “Jamás lo hubiera nombrado para hacerse cargo del centro dependiente del Sename, en Puerto Montt. Si así hubiera sido, habría sido muy irresponsable”, dijo entonces y aseguró haberse enterado solo en 2012 de las acusaciones en contra de Rojas.

Utz no cree en estas afirmaciones: “Bastres ya era el líder superior de los salesianos en Chile, todo lo que pasaba en la orden salesiana dependía de él, los nombramientos, las nominaciones de subdirectores y directores. Antes de llegar al colegio salesiano, a Rojas lo pillaron teniendo sexo en la calle y eso se sabía y eso se escondió”, asevera.

David Albornoz, vicario provincial de los salesianos, miembro del Consejo Nacional de Prevención de Abusos y doctor en Derecho Canónico, está a cargo de varias investigaciones al interior de la Iglesia y en los últimos meses dice haber recibido dos denuncias que tienen relación con la congregación y que, además, puso en conocimiento del Ministerio Público.

-¿Cree que los Salesianos se equivocaron en la decisiones que tomaron con Rimsky Rojas?
-El 2010, cuando unos jóvenes salesianos presentaron una denuncia, de acuerdo a los procesos y protocolos de la Congregación, se hizo una investigación canónica previa que se vio interrumpida por el suicidio de él, se le había notificado el inicio de la investigación, de las denuncias… A él no se le alcanza a tomar declaraciones, pero esa investigación se alcanzó a mandar a Roma, esa investigación se cerró y se envió.

-Pero, independientemente de esa investigación, había denuncias sobre él; sin embargo, se le traslada a trabajar con niños del Sename en Puerto Montt…
-Hemos visto en la prensa que distintas personas afirman que, antes del 2010, había habido noticias de su conducta, lo que sí sabemos, porque hay evidencia documental, está la denuncia de esos jóvenes y está la denuncia del señor Marcelo Vargas. Antes no había constancia, pero había noticias de conducta. Si hoy día recibiera noticias de un sacerdote que venga acusado de determinadas conductas, ¿qué se haría? Obviamente tenemos mucha más capacidad para ponderar este tipo de noticias, tenemos más capacidad, porque hay más consciencia de los mecanismos que hay que seguir frente a eso.

Albornoz se refiere a Marcelo Vargas, quien en octubre de 2010 interpuso una demanda en contra de Rojas por los abusos cometidos cuando él era estudiante y el sacerdote ejercía de subdirector del Instituto Salesiano de Valdivia, entre 1985 y 1987. “Al principio se produjeron en su oficina, luego en la residencia de los sacerdotes. Yo iba porque él nos cortaba el pelo, íbamos solos, nos citaba de a uno. En ese dormitorio estuve solo, nunca hubo otra persona. También hubo episodios en el baño, biblioteca, al interior de la capilla, al interior del vehículo que conducía, un furgón. Me sacaba de clases para que me fuera con él. Esto era todas las semanas. Con fecha 3 de julio de 1986 falleció mi madre. Entonces, los abusos se intensificaron, trasladándose al interior y exterior de mi domicilio», se lee en el relato que presentó ante la justicia y en el que nunca hubo un culpable.

Hoy, que han pasado décadas desde lo que vivió, Vargas no duda de que hubiese encubrimiento: “Yo creo que hubo un ánimo de ocultar. Cuando Bastres asumió el año 2000 pudo tomar cartas en el asunto, pero no lo hizo y trasladaron a Rojas a Punta Arenas”.

Carta para Scicluna

Media hora después que Scicluna y Bertomeu reciban a la familia de Ricardo Harex en Osorno, un ex seminarista se reunirá con ellos. Recientemente, su carta fue conocida por el obispo de Malta y en ella también desnuda una trama de ocultamientos y protección.

J.A. vive en Puerto Montt. No quiere hablar de su experiencia, pero en las cartas a las que pudo acceder El Mostrador y que retratan su experiencia, se relata un largo periplo que comenzó en su preparación para ser sacerdote, cuando ingresó a la casa de formación de Lo Cañas en 2003, después de salir del colegio.

“Desde mediados del 2005 y hasta mediados del 2006, fui abusado sexualmente por el director de la comunidad, el sacerdote Tomás Aguayo. Cuando hablo de abuso sexual, debo decir que fue en reiteradas ocasiones, en la oficina del superior, en su pieza, en los pasillos del seminario; en cuanto, a los actos, fueron tocaciones en los genitales, en el trasero y el cuerpo; besos en la boca, inclusive introduciendo su lengua, el cuello, las orejas; y, en una ocasión me ofreció acostarme con él. Quisiera aclarar que, todos los actos fueron contra mi voluntad”, se lee en la confesión que tiene en sus manos Scicluna y por la que J.A. acudió a quien pudo dentro de la congregación.

Se lo contó a Vicente Soccorso, hoy director del Instituto Don Bosco, de Punta Arenas. También acudió a Natale Vitali, hoy consejero el Cono Sur, quien había sido nombrado superior provincial de los salesianos en Chile. “Él, en el transcurso del coloquio, me hizo sentir su apoyo, y tomó la decisión de enviar a Tomás Aguayo a Argentina, con la excusa que este sacerdote ‘tenía estrés’”, confiesa en su carta J.A., donde también relata lo que significó seguir mirando día a día a su abusador: “Quisiera acotar que me hicieron vivir dos semanas más, luego de la noticia con el sacerdote que abusó de mí, es decir comer en la misma mesa, compartir la misa, que él presidia, y tener que verlo todos los días de esas semanas. Además, al momento de irse Aguayo, me susurra al oído: ‘paz’”.

El año 2010, J.A. acudió a Albornoz, quien lo animó a iniciar un proceso canónico contra Aguayo, que culminó declarándolo culpable. Sin embargo, la primera decisión fue enviarlo a Córdoba, Argentina, en una situación que recuerda la forma en que la Iglesia enfrentó los casos de abusos en los últimos años: con enroques y protección.

Hoy, que han pasado 8 años desde que escuchó esa denuncia, en su oficina de calle República, flanqueado por cuadros de Don Bosco y la imagen de un Jesús de yeso cargando un cordero en los hombros, el Vicario Provincial de los Salesianos cree que la forma de enfrentar las denuncias contra Aguayo no fue la correcta.

-En ese caso había antecedentes y, a pesar de eso, no fue separado de sus funciones sino que fue enviado a Argentina, a Córdoba. ¿Usted cree que fue una buena decisión?
-Ahí el denunciante plantea su denuncia el 2006, él es un mayor de edad, así que no estamos hablando de una denuncia respecto a un menor de edad, pero obviamente lo que se planteaba era una denuncia de abuso espiritual y de connotación sexual, claro. La ponderación, el discernimiento, significó tomar decisiones. Se apartó de su cargo a este sacerdote y se le pidió que siguiera un acompañamiento sicológico y espiritual y eso llevó a una investigación, para realizar eso se tomó la decisión de enviarlo a Argentina…

-¿Pero cree que está bien que un denunciado por abuso sea reasignado a otra misión pastoral? No importa que sea en otro país…
-Ciertamente no es lo adecuado. No existe una buena ponderación de los hechos para tomar esas decisiones… Tomás Aguayo ya no es más salesiano, ya no es sacerdote, la congregación misma, de acuerdo al ordenamiento canónico, expulsó a Aguayo porque se investigó. Ahora usted me dice ‘sí… pero hubo una tardanza’. Yo diría que hubo una ponderación que no fue la adecuada, la ponderación de las noticias que se tenían y de cómo responder a ellas. Yo creo que en el momento se entendió como respondiendo, pero hoy día me doy cuenta de que esa respuesta era incompleta y, de hecho, se realizó la investigación, se envió a Roma y fue expulsado. Él no ejerce como sacerdote.

En la carta que entregó a Scicluna y la conversación que sostendrá con el obispo relatando el abuso que vivió, J.A. también apuntará al rol de Bastres, con quien conversó el año 2007. “A pesar de su condición de Obispo, no movilizó ninguna investigación”, relató J.A.

En las líneas de J.A. se lee la necesidad de justicia y reparación, sobre todo moral. Es lo mismo que intentarán lo padres de Ricardo Harex frente a los enviados del Papa.

–Me gustaría que se interrogue nuevamente al obispo Tomas González y al obispo Bastres, por los cargos que tenían cuando Ricardo despareció –expresa Margoth, que se quedó en Punta Arenas.

Margoth dice que, más allá de la esperanza que le provoca la reunión, no puede encontrar paz hasta no ver la cara de su hijo y despedirse, aunque Ricardo siempre ocupe un lugar importante en sus vidas. Están los cuadros que lo recuerdan, las fotografías de la ceremonia cuando pasó a 1° básico. Incluso, cuando el año 2010 se cambiaron de la casa en la Villa Club Hípico –donde siempre vivieron– hasta el Barrio Prat, en el nuevo hogar recrearon el dormitorio de Ricardo, tal como lo dejó. Volvieron a poner la bajada de cama que simulaba una cancha de fútbol, sus discos, libros, cuadernos y pintaron de verde las paredes de su dormitorio. El mismo color que tenían el día que desapareció.

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