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Acuerdan primer tratado de las Naciones Unidas para proteger los océanos Sustentabilidad

Acuerdan primer tratado de las Naciones Unidas para proteger los océanos

Al menos 60 países deben firmar y ratificar el tratado para que entre en vigencia. El texto establece la creación de zonas marinas protegidas en aguas internacionales y se abrirá a la firma de los países miembros de la ONU el próximo 20 de septiembre. 


Tras años de debates y negociaciones, los países de la ONU adoptaron este lunes el primer Tratado de las Naciones Unidas sobre los Océanos, un acuerdo que permitirá establecer zonas marinas protegidas en aguas internacionales. El histórico Tratado fue adoptado formalmente por consenso en Nueva York después de que su texto se acordara en marzo de 2023.

Ahora los gobiernos pueden proceder a la firma y ratificación para conservar la vida marina y frenar las actividades nocivas en los dos tercios del océano que se encuentran fuera de las jurisdicciones nacionales. El texto se acordó el pasado mes de marzo tras una maratónica sesión de negociaciones, pero se requirió tiempo adicional para su traducción a los idiomas de la ONU.

“La alta mar es el mayor bien común de la humanidad y constituye una parte crucial del sistema de soporte vital de nuestro planeta. Sin embargo, en la actualidad sólo está protegido alrededor del 1% de la alta mar”, señala Pepe Clarke, director de Prácticas Oceánicas de WWF Internacional.

“El año pasado, gobiernos de todo el mundo se comprometieron a proteger y conservar el 30% de los océanos para 2030, y la adopción formal del Tratado de Alta Mar es un hito clave en el camino hacia la consecución de ese objetivo mundial de vital importancia”, agrega.

“Hoy no solo Chile celebra la adopción del Tratado de los Océanos, sino que el mundo comparte la satisfacción de este hecho histórico. Los océanos son ecosistemas muy importantes para nuestra existencia porque regulan el clima global y son el hábitat de muchas especies, por lo que es nuestro deber protegerlos”, indica Silvana Espinosa, geógrafa y vocera de Greenpeace.

El Tratado es una importante herramienta jurídica que puede utilizarse para cumplir 30×30, el objetivo acordado por todos los gobiernos en el marco del Convenio sobre la Diversidad Biológica a finales de 2022.

El texto sienta las bases para el establecimiento de zonas marinas protegidas, lo que debe facilitar que se cumpla la promesa internacional de salvaguardar al menos el 30% de los océanos para el año 2030.

“Estamos comprometidos a lograr el 30×30. Trabajaremos día y noche para garantizar que este Tratado se ratifique en 2025, y que los santuarios oceánicos libres de actividades humanas destructivas que cubren el 30% de los océanos sean una realidad a finales de esta década”, señala Chris Thorne, de la campaña “Protejamos los océanos” de Greenpeace.

¿Qué sucede con Chile?

Si bien Chile es reconocido a nivel mundial por el alto porcentaje de superficie marina protegida con el que cuenta, llegando a tener un 42,3% de su Zona Económica Exclusiva (ZEE) bajo alguna figura oficial de protección, aún quedan muchos desafíos pendientes. Estos pueden verse favorecidos con este Tratado de Alta Mar, el cual es conocido oficialmente como Tratado de Biodiversidad Más Allá de la Jurisdicción Nacional (o BBNJ, por sus siglas en inglés), en el cual Chile busca convertirse en el país sede para acoger su Secretaría.

Especies marinas icónicas como las ballenas, los tiburones, las tortugas y el atún se mueven libremente entre las aguas nacionales y alta mar. El bajo nivel de protección actual deja a las especies y ecosistemas oceánicos expuestos a los impactos de la pesca industrial insostenible, el transporte marítimo y otras actividades humanas.

En este sentido, el Tratado de Alta Mar proporciona por fin un mecanismo para establecer zonas marinas protegidas en las aguas que quedan fuera del control de los distintos países.

Como explica Yacqueline Montecinos, coordinadora de Biodiversidad Marina y Políticas Oceánicas de WWF Chile, “tenemos especies altamente migratorias, que salen de nuestra zona jurisdiccional para llegar a sus áreas de reproducción y alimentación, como los grandes cetáceos, los cuales efectivamente también requieren de áreas de resguardo dentro de la porción de aguas internacionales que son parte de sus rutas migratorias”.

En esta línea, el tratado es asimismo un aporte a la conservación del llamado Corredor Azul del Pacífico, que comprende las rutas migratorias de grandes cetáceos a nivel continental y que requiere esfuerzos multilaterales para una protección concreta.

Por otro lado, la experta puntualiza que si bien Chile estaría cumpliendo con el porcentaje de protección del 30% de sus océanos, no es suficiente para lograr la protección del 30% de los océanos a nivel global al 2030.

Por esto motivo es que necesitamos de un tratado como el de BBNJ para poder establecer figuras de conservación basadas en áreas de manera coordinada en aguas internacionales que nos permitan lograr la conservación del 30% de nuestros océanos, la conservación y manejo de recursos pesqueros de importancia global, pero también de las grandes ballenas que tienen un importante rol ecosistémicos y que transitan por todos los océanos del mundo a través de sus grandes corredores azules. 

Impactos y próximos pasos

Tras su adopción, el tratado queda abierto a la firma de los Estados miembros de la ONU y posteriormente debe ser ratificado por los gobiernos nacionales; el tratado entrará en vigor cuando lo hayan ratificado 60 países.

Desde Greenpeace agregan que “para que 30×30 sea una realidad, los gobiernos deben asegurarse de que el Tratado sea ratificado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos en 2025. El tiempo avanza a pasos agigantados en el marco del Cambio Climático, por lo que es urgente que estas medidas se ratifiquen e implementen ya”.

Mientras que Jessica Battle, experta en Gobernanza y Política Oceánica Mundial de WWF, plantea que “el océano no puede esperar. La adopción de este tratado ha tardado casi 20 años. Durante ese periodo de tiempo, la pesca industrial se ha cobrado un alto precio en alta mar, agotando las poblaciones de peces silvestres y provocando un alarmante declive de las poblaciones de tiburones oceánicos”.

“Las naciones deben ratificar rápidamente este tratado y empezar a identificar zonas de alta mar para su protección inmediata”, sostiene.

Además de permitir la creación de Áreas Marinas Protegidas en alta mar, el tratado establece un marco para la evaluación del impacto ambiental en alta mar y llenará los vacíos del actual mosaico de organismos de gestión.

El resultado previsto será una mejor cooperación y un menor impacto acumulativo de las actividades en alta mar, como el transporte marítimo, la pesca industrial y la explotación de otros recursos.

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