Diversos descubrimientos científicos de expediciones organizadas por el Instituto Antártico Chileno (Inach) han demostrado la existencia de microorganismos que viven en condiciones extremas y que ofrecen soluciones innovadoras a problemas actuales en materia de medio ambiente y salud, entre otros.
Desde su creación hace ya 80 años, el Instituto Antártico Chileno ha realizado diversas expediciones científicas al territorio austral con la finalidad de promover la investigación en ecosistemas con condiciones climatológicas extremas. La razón es que estos escenarios permiten la existencia de microorganismos con la capacidad de adaptarse y desarrollar una serie de características que hoy se han visto relevadas por el enorme potencial que tienen para el cuidado del planeta y las personas.
Con aplicaciones a nivel de rescate de suelos contaminados, desarrollos ante la resistencia a antibióticos y respuestas a las heladas agrícolas, entre otras, los posibles aportes de estos microorganismos investigados por científicos nacionales e internacionales han crecido exponencialmente durante los últimos años, llegando incluso a ser destacados por las más importantes publicaciones científicas a nivel mundial.
A modo de ejemplo, recientemente investigadores del sur de Chile descubrieron una serie de microorganismos extremófilos aislados desde la Antártica que permitirán aportar nuevas variantes de bacterias más resilientes para la biorremediación de terrenos que presentan concentraciones de químicos difíciles de erradicar, como faenas industriales o mineras, cuyo uso prolongado de componentes fósiles han derivado en una menor calidad de suelo.
Con esto, se amplían las posibilidades de saneamiento de terrenos a través de la biorremediación, técnica basada en la naturaleza, usada de manera efectiva hace más de 40 años a nivel mundial, con seguridad para las personas y el medio ambiente.
El descubrimiento fue realizado por los investigadores de la Universidad San Sebastián (USS), Iván Ñancucheo y Felipe Torres, como parte del Programa Nacional de Ciencia Antártica, organizado por el Instituto Antártico Chileno (INACH), y la Expedición Científica Antártica (ECA 58) de 2022 en isla Rey Jorge, específicamente en Caleta Cardozo, donde enfrentaron condiciones extremas como el drenaje ácido de rocas, el cual genera un ambiente tóxico para la mayoría de los organismos.
A pesar de ello, los investigadores, lograron aislar bacterias que sobreviven en ese ambiente, como la Acidithiobacillus ferrivorans USS-CCA7, una bacteria con propiedades electroquímicas, que puede remover elementos contaminantes como el ya perclorato y el nitrato, presentes en los residuos de diversas industrias.
Al respecto, unos de los miembros de la expedición y coautor de la publicación estudio “Aislamiento y caracterización de microorganismos extremófilos desde la Antártica con aplicaciones en celdas de combustible microbianas a bajas temperaturas”, Iván Ñancucheo, explica que “la Antártica como fuente de microorganismos extremófilos, que pueden ser utilizados para el tratamiento de residuos de la industria nacional, aún permanece inexplorada. La minería de nuestro país enfrenta una serie de desafíos con operaciones que están en la alta cordillera y en el desierto, con una predominancia de bajas temperaturas. En este escenario, una de las problemáticas actuales tiene relación con las infiltraciones de las aguas de relaves que presentan altas concentraciones de sulfato, proveniente de la disolución de los minerales sulfurados”.
De acuerdo al investigador, las aguas de relaves ubicadas en sitios con baja temperatura podrían ser tratadas con microorganismos aislados en la Antártica. “La isla Rey Jorge presenta áreas con abundancia de minerales sulfurados, muy similares a los depósitos mineros del norte de Chile, y con altas concentraciones de sulfato. En estos ambientes naturales, la presencia de microorganismos antárticos tiene la potencialidad de ser usados en la remediación de aguas sulfatadas de los relaves, pasivos ambientales de importancia en la minería chilena”, indicó Ñancucheo.
También en el marco de las expediciones científicas a la Antártica que promueve el INACH, otros equipos científicos han logrado clasificar hasta 24 cepas de bacterias antárticas que logran contrarrestar bacterias multirresistentes aisladas de hospitales chilenos, dando una posible solución a la creciente tasa de resistencia a los antibióticos que existe a nivel global, -producto de una utilización indiscriminada de estos fármacos – que, según las estimaciones de la OMS, al año 2050 podría ser responsable de 10 millones de muertes anuales.
Asimismo, en el 2017 las investigadoras de la Universidad de La Frontera, Paola Durán y Jacqueline Acuña, aislaron bacterias que permiten a las plantas antárticas una mayor resiliencia ante climas de bajas temperaturas extremas, con lo cual se abrió un importante camino de investigación para resolver el creciente impacto negativo que tienen las heladas para la industria agrícola, sobre todo en el caso de cultivos como la palta.
Desde el Instituto Antártico Chileno señalaron que a futuro planean continuar con sus investigaciones en la Antártica, no sólo en búsqueda de nuevas bacterias extremófilas, sino también para explorar otros sitios de interés donde esperan encontrar microorganismos neutrófilos, que estén adaptados a condiciones menos ácidas y puedan tener nuevas aplicaciones que aporten a la innovación científica del país y hacer frente a los desafíos del cambio climático.