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Para que el fin de año no sea sinónimo de estrés

Los últimos meses se vuelven bastante ajetreados para la mayoría: pruebas finales para los alumnos, hacer el balance del año para los que trabajan, planear las vacaciones, hacer compras navideñas. Estos son algunos de los factores que pueden provocar que aparezcan síntomas de estrés en las personas en esta época del año.


Los últimos meses del año se vuelven bastante ajetreados para la mayoría: pruebas finales para los alumnos, hacer el balance del año para los que trabajan, planear las vacaciones, hacer compras navideñas. Estos son algunos de los factores que pueden provocar que aparezcan síntomas de estrés en las personas en esta época del año.

El estrés es concebido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), como un conjunto de reacciones fisiológicas que prepara a la persona para la acción. Para Richard Lazarus, sería el resultado de la relación que establece el individuo con su entorno, que sería evaluado por él como amenazante y que pone en peligro su bienestar. Cuando esto se hace crónico, provoca un desgaste físico y psicológico en las personas, causando irritabilidad, falta de concentración, cansancio, desánimo, malestares físicos como dolores de cabeza y espalda, rigidez muscular, estados de ansiedad, problemas para conciliar el sueño e insomnio.

A estas alturas del año, las manifestaciones antes descritas tienden a ser visibles en muchas personas: les cuesta más trabajo levantarse en las mañanas, se les olvida con más facilidad algunas tareas pendientes, les agobian las preocupaciones, llegan con pocas energías a trabajar o estudiar y pareciera ser que son más irritables en sus relaciones. De ahí que nace la importancia de saber cómo afrontar el estrés que nos provocan los últimos meses del año, para llegar sanos mentalmente a las preciadas vacaciones.

Carmen Gloria Baeza, psicóloga y coordinadora de la clínica psicológica de la Universidad Autónoma de Chile, señala que “en primer lugar, es importante que sepamos qué es el estrés, para así poder detectarlo y determinar qué podría causarlo”. Para ello, es necesario aprender a identificar qué es lo que nos pone tensos, para así preparar un plan de acción que se anteponga a estas preocupaciones. Por ejemplo, en los estudiantes un alto factor de estrés son las pruebas de fin de año; para evitarlo, se pueden poner en práctica acciones que modifiquen esta situación: estudiar todos los días media hora más, buscar con anticipación asesorías extras si la asignatura le es difícil, elaborar un plan de estudio con metas realistas para sortear con éxito estas pruebas, señala la especialista.

En el caso de los que trabajan, una forma de disminuir el estrés es aprovechar los tiempos de descanso, no llevarse trabajo para la casa, aprender a delegar y no creerse indispensable. Es importante también establecer amistades dentro y fuera del trabajo, para desconectarse.

Otras herramientas que pueden servir para combatir el estrés de fin de año son:

Aprender a valorar las prioridades vitales. Es necesario separar los problemas reales de los imaginarios, eliminando estos últimos. Se puede hacer una lista de las cosas que son más importantes para uno mismo; esto ayudará a que nos organicemos y cumplamos con cada una de ellas, concentrándose en una tarea a la vez, y habiéndole dado el valor necesario.

No abarcar más de lo que realmente podemos cumplir. Ante esto es muy importante aprender a decir “no”, evitándose el desgaste de querer agradar a otros cuando estamos sobrecargados.

Compartir lo que se siente y piensa con personas en que uno confía. Esto ayuda a ser consciente de las propias emociones y a la vez, a sentirse acogido y protegido, liberándose de tensión.

Mantener expectativas realistas de uno mismo y de los demás.

Darse tiempo para comer. No estudiar ni trabajar cuando se está almorzando. Es necesario tener minutos placenteros para compartir y disfrutar lo que se come.

Establecer rutinas de descanso regulares, tener tiempo para pasear, disfrutar con la familia, mantener horas adecuadas de sueño, minutos de ejercicios de relajación diaria, etc. Esto ayuda a mantener una buena calidad de vida.

Finalmente, es importante tener una visión reflexiva de las experiencias buenas y malas de este año, para conservar las mejores para el año que viene.

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