Por su parte Veit Dengler, dijo que en el caso de NZZ era imposible comparar la situación con la de una pareja. «Ellos son un elefante y nosotros somos una hormiga, y el elefante no se casa con la hormiga. Lo que debemos hacer es montarnos en ese gran elefante y tratar de beneficiar nuestro negocio», expresó.
Desde el Grupo RBS, de Brasil, la relación con Facebook no parece más amistosa. Petterle, quien también defiende un modelo de negocio centrado en el pago por contenido, afirmó que su grupo está penalizado por no seguir las reglas de juego del algoritmo de Facebook, que en la actualidad implican priorizar el contenido nativo y los Instant Articles. Tanto NZZ Mediengruppe como el Grupo RBS se mostraron más inclinados hacia la experimentación con Google. De hecho, Dengler resaltó la inversión que el rey de las búsquedas está destinando a la investigación en medios a través de The Digital News Initiative.
A la hora de destacar estrategias exitosas, el Grupo RBS aseguró que con la implementación de un muro de suscripciones han logrado captar 400 mil registros que pueden monetizar a través de anuncios personalizados. Por su parte, The Washington Post señaló que su estrategia de alertas y newsletters les ha permitido una alta tasa de conversión en los últimos meses.
Un aporte muy valioso a la discusión fue el que hizo Jeff Jarvis desde Nueva York. Para este especialista, lo que los medios necesitan de los gigantes de la distribución no es tráfico sino información. Según Jarvis, Google y Facebook podrían ayudar a los medios a hacer mejores recomendaciones a sus usuarios. Esta sugerencia inesperada puso en evidencia una debilidad: si los gigantes comparten su información, ¿cuántos medios cuentan con los recursos para analizarla y sacarle provecho? Un rápido sondeo en el auditorio demostró que muy pocos.
En medio de este panorama, lo único claro, como destacó García-Ruiz, es la rápida adopción de redes sociales y motores de búsqueda como rutas para acceder al contenido. Para ejemplificar el fenómeno, afirmó que el tráfico directo de The Post pasó de 60% a 20% en sólo dos años.