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¿Restringir el uso de dispositivos móviles a los niños? Tecnología

¿Restringir el uso de dispositivos móviles a los niños?

Hoy día existe todo un debate sobre el uso de los aparatos tecnológicos en los niños y los estudios demuestran que se debe restringir el consumo de estos. En mi parecer, tanto los padres como los colegios deben establecer los limites y condiciones en que los niños y jóvenes disponen de sus dispositivos electrónicos.


Hace exactos tres años, la Academia Americana de Pediatría y la Sociedad Canadiense de Pediatría, dieron a conocer las conclusiones de un estudio referido a los efectos que en los niños y jóvenes tiene el uso de móviles electrónicos. La investigación científica los llevó a declarar que los bebés hasta dos años no deben tener ningún contacto con dispositivos portátiles; que los niños de tres a cinco años tienen que restringir su uso a una hora por día; mientras que los niños de seis hasta los jóvenes de dieciocho años, podrían usar los dispositivos móviles como máximo, dos horas por día.

En consonancia con lo anterior, hemos conocido hace solo unos días, un nuevo estudio presentado en Alemania que llegó a resultados complementarios, concluyendo que los niños de ocho a trece años que usan más de media hora diaria sus teléfonos, tienen un riesgo seis veces mayor de tener alteraciones en la concentración, respecto de los niños de la misma edad que no los usan más allá de ese tiempo.

¿Qué pasa en Chile? Si bien no contamos con una investigación científica actualizada, lo cierto es que no es difícil encontrar en algunos colegios, a numerosos alumnos tanto de educación básica como de enseñanza media, con la costumbre de usar diversos dispositivos móviles (celulares, tablets, y videojuegos) en todos los momentos que les sea posible, con fines distintos a los propuestos en las prácticas pedagógicas planificadas por sus profesores. Así mismo, tampoco es inusual ver a docentes que tienen que luchar para que sus alumnos no usen esos equipos en horarios y lugares no permitidos. Esta última conducta escolar se ha masificado tanto, que con el objetivo de orientar el buen uso de estos componentes tecnológicos, diversas unidades educativas han tenido que incluir normas muy restrictivas en sus reglamentos. Incluso algunas han llegado al punto de tener que prohibirlos. Fundamentalmente, los centros educativos han adoptado estos criterios para restaurar ciertos aspectos que dicen relación con propender a un ambiente de aprendizaje efectivo, y también para ser preventivos en relación a casos de acoso o bullyng.

Sin embargo, los estudios a los que hacemos referencia respaldan otra razón de igual importancia que la de apoyar una sana convivencia escolar.

En efecto, los hallazgos científicos perfilan una correlación entre el uso de estos equipos y una perjudicial alteración en la concentración que los niños y jóvenes tienen que desarrollar progresivamente. En concreto, la estimulación provocada por la exposición excesiva a las tecnologías se asocia con déficits de atención, retrasos cognitivos, problemas de aprendizaje, aumento de la impulsividad y también con un deterioro en la capacidad para autorregular algunas emociones. ¿Acaso estos factores no son suficientes en sí mismos, para que los colegios tomen cartas en el asunto?  En mi parecer, tanto los apoderados como los centros educativos tienen que definir, resignificar, e instruir con mayor precisión, los tiempos y las condiciones con que los niños y jóvenes pueden disponer de sus dispositivos electrónicos.

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