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Lagarde consumida por la crisis del euro orienta relación entre FMI y UE


Debatir sobre el cambio climático representó para Christine Lagarde una pausa bienvenida de la crisis por la deuda europea que consumió su primer año al frente del Fondo Monetario Internacional.

“Me siento muy feliz de estar hoy aquí, no sólo porque no vamos a hablar en absoluto de la eurozona, ni de Grecia, ni de España”, dijo en una charla el 12 de junio en el Centro para el Desarrollo Global en Washington, provocando risas en el público.

Luego, una vez más, Europa volvió a atraparla. Cuatro días después de este evento, Lagarde, de 56 años, canceló sus planes de reunirse con líderes en una cumbre sobre desarrollo sostenible en Río de Janeiro. Voló en cambio a Luxemburgo para instar a los ministros de finanzas de los 17 países del euro a adoptar más medidas para salvar la unión monetaria, que ya requirió casi 500.000 millones de euros (US$629.000 millones) en fondos para los países endeudados y sus bancos.

Las cosas son así para la ex ministra de finanzas francesa. A lo largo del año, aprobó un segundo rescate griego, exigió que los bancos europeos fueran recapitalizados y viajó desde Brasilia hasta Pekín para obtener más recursos de préstamo en momentos en que la confusión en Europa hace peligrar el crecimiento global.

El desafío de presidir una institución global que cada vez está más centrada en un continente no ha concluido. En tanto 80 por ciento del crédito del FMI estará invertido en Europa para 2014, la región representa un riesgo creciente para los recursos y la reputación del fondo entre los países no europeos, justo cuando Grecia intenta renegociar las condiciones relativas a su rescate.

Independencia establecida

“Lagarde asumió la tarea de responsable del FMI como representante europea pero estableció en forma rápida y contundente su independencia”, dijo Eswar Prasad, miembro sénior del Brookings Institution en Washington. “Ha mantenido un delicado equilibrio entre mantener al FMI involucrado en la crisis de la deuda de la eurozona sin infligir demasiado daño a la credibilidad de la institución”.

La crisis ha envuelto a otros dos países desde que Lagarde asumió el puesto máximo en el fondo hace un año luego de la renuncia del ex titular Dominique Strauss-Kahn, quien se alejó después de ser arrestado en Nueva York por acusaciones de intento de violación, entre otras. Esos cargos más tarde fueron retirados.

Heredó préstamos a Grecia, Portugal e Irlanda que son administrados con otros miembros de la “troika”, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo, de conformidad con un acuerdo informal de que el FMI financiaría un tercio de los futuros planes de rescate. España solicitó un rescate a Europa en junio y Chipre ha pedido ayuda a Europa y el FMI.

La cumbre de líderes europeos de la semana pasada, que alivió las condiciones de préstamo y ayuda, fue “más significativa” que los intentos anteriores de contener la crisis, dijo Lagarde a la colaboradora de Bloomberg Judy Woodruff en una entrevista televisada el 3 de julio.

“Deben avanzar también hacia la unión fiscal, lo cual probablemente llevará tiempo, más cumbres, más ilusión, desilusión”, dijo Lagarde. “Pero avanzan en una nueva dirección juntos y eso es un signo claro de que las cosas están cambiando”.

Para algunos fuera de Europa, el acicate de Lagarde no basta.

El ministro de Finanzas canadiense Jim Flaherty dijo que ha transmitido a Lagarde su preocupación respecto de que el margen de maniobra del FMI se ve restringido por el sistema de “troika”.

“No es la forma tradicional en que funciona el FMI”, dijo Flaherty a periodistas en Washington el 19 de abril. “Tradicionalmente, el FMI instruía acerca de lo que se debía hacer”. En crisis anteriores, la de Asia a fines de los años 1990 inclusive, el FMI y los bancos centrales se sentaron en lados opuestos de la mesa de negociaciones.

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