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Conversaciones con una mujer musulmana: “Sé quién soy y lo que pienso. Si no respetas mi velo es tu problema”

Conversaciones con una mujer musulmana: “Sé quién soy y lo que pienso. Si no respetas mi velo es tu problema”

Constanza Portigliati
Por : Constanza Portigliati Periodista Universidad Diego Portales. Fue investigadora y realizadora del Área de Reportajes de Canal 13 y Área de Reportajes de Chilevisión. Actualmente estudiante del Máster Periodismo Multimedia en la Universidad Complutense de Madrid y practicante en la Agecia EFE TV.
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A Jasmín Salem no le gusta decir su edad ni estado civil, pero no tiene problemas en dar charlas en Europa y Estados Unidos frente a cientos de personas para contar su experiencia. ¿Cómo vive una mujer musulmana? ¿Cuáles son los principales conflictos a los que se enfrenta? ¿Cómo ha logrado insertarse en la sociedad española hasta convertirse en una emprendedora?¿Cómo lucha diariamente para terminar con el prejuicio social que existe sobre ellas? Sobre éstos y otros temas pudimos conversar con ella.


Nació en España luego de que sus padres, provenientes de Jordania, decidieran radicarse en el viejo continente. Cuando tenía 12 años, Jasmín les dijo que quería usar el mismo velo que cubría la cabeza de su madre y su tía. “En ese momento no tenía un sentido religioso, lo veía como un juego, para mí era una vestimenta de princesa”, confiesa. A pesar de ser una niña, sentía que la gente la juzgaba en la calle por su decisión. Todos los días en el trayecto del colegio a su casa, adultos la detenían para preguntarle si sus padres la habían obligado a usarlo.

Con el paso del tiempo, las lecturas del Corán y las cinco oraciones diarias que realizan aquellos que practican la religión musulmana, la decisión de cubrir su cabeza y llevar una vestimenta “de recato” se mantuvo. Y con ello, los problemas de adaptación aumentaron.

Jasmín estudió Turismo pero se le hizo muy difícil ejercer porque “para una mujer musulmana encontrar trabajo de cara al público es imposible, las marcas no quieren asociarse a nosotras y siempre terminamos aceptando trabajos que otras personas no aceptan. En eso sentido me pregunto quién nos está limitando realmente, nuestra religión o el resto de la sociedad”.

Con esta realidad, decidió a hacer su propio emprendimiento, la Peluquería Masturah, que ofrece servicios de belleza para mujeres, pero está centrada en las musulmanas. Las ventanas están cubiertas y no existe una vista al salón desde el exterior. Así, las mujeres pueden sacar su velo y cortar el cabello sin ser vistas por los hombres que especifica su religión, o sea, todo aquel que no sea su padre, tíos, abuelos, hermanos, hijos, suegros o marido.

“Cuando tuve la idea de hacer la peluquería sabía que me dirían que no podía montarla si yo  usaba un velo y no mostraba mi pelo o que dirían que las mujeres musulmanas somos idiotas por querer tener un tratamiento capilar si no lo vamos a mostrar en público. Yo quiero mostrar que no porque llevemos velo dejamos de ser persona, de ser mujeres”, comenta.

Masturah se ha convertido en un espacio donde Jasmín ha podido conectarse con las distintas realidades de las mujeres musulmanas y que además del servicio, la peluquería se ha convertido en un punto de encuentro para ellas: “Aquí logran sentirse femeninas sin el prejuicio de nadie, sienten que tienen un espacio para ellas”, cuenta.

Ella está consciente de la “mala fama” que tiene su religión, sobre todo por la forma en que las mujeres la viven, pero es categórica en explicar que existe un gran desconocimiento al decir que sus principios coartan los derechos de la mujer: “Yo soy la que decide vestirse así, la que decide casarse sólo con un hombre musulmán porque quiero seguir mi religión, no porque me obligan. Si vemos la religión musulmana sólo como prohibiciones, pobreza y terrorismo suena fatal. El que se quiere creer que somos unas idiotas que no nos damos cuenta que nos están pasando a llevar es un ignorante”.

Para ella profesar la religión musulmana tiene estrictamente que ver con los valores que tienes como persona y no con una libertad femenina coartada. “Si yo llevo vestimenta de recato es porque estoy velando porque las personas me conozcan por lo que soy, sin la influencia de decorados extras, te pueden conocer por lo que eres y no por lo demás”, comenta.

Desde que montó su peluquería – y debido al interés de los medios de comunicación por su historia- se ha dedicado a dar entrevistas y asistir a todas las charlas que la invitan a contar su experiencia. Además lanzó la página web Masturah Job, que tiene como objetivo insertar a las mujeres musulmanas en el mundo laboral español y normalizar el uso del velo en el trabajo para lograr que el campo laboral para ellas aumente.

Pero esta lucha que lidera Jasmín retrocede a pasos agigantados cada vez que se produce un ataque terrorista, como el de agosto pasado en Barcelona: “En ese momento hubo un brote de islamofobia y las mujeres musulmanas decidimos no salir a la calle. El ataque primero viene de las redes sociales, pero siempre temes que ese ataque se vuelva físico”.

A pesar de lo difícil de su misión, Jasmín sigue adelante en lo que considera una «verdadera revolución de la mujer musulmana”. Dice que no va cesar en esta lucha, que si puede poner un grano de arena para que la sociedad cambie la manera de verlas, lo va a seguir haciendo. “Yo quiero seguir siendo una mujer musulmana, vivir en España y ser un aporte”, concluye.

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