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Entrevista con Edoardo Albinati: «La violación ha tenido el objetivo de recordar a las mujeres su posición de sumisión» BRAGA

Entrevista con Edoardo Albinati: «La violación ha tenido el objetivo de recordar a las mujeres su posición de sumisión»

29 de septiembre de 1975. Gianni Guido, Angelo Izzo y Andrea Ghira son tres veinteañeros de familias burguesas de Roma.


Los tres están en compañía de Donatella Colasanti y Rosaria Lopez, dos chicas de 17 y 19 años, respectivamente, en la casa de verano de Ghira, en la localidad costera del monte Circeo, a una hora de la capital italiana.

Los cinco están escuchando música y bailando juntos, cuando los chicos empiezan a hacer avances sexuales explícitos.

Ellas los rechazan y, de repente, uno de ellos saca un revólver y empieza a amenazarlas. A las chicas les esperan 35 horas de golpes, torturas y violaciones.

Finalmente, arrastran a Rosaria Lopez hasta un baño de la villa y la ahogan en la bañera.

A Donatella Colasanti la golpean salvajemente e intentan estrangularla con un cinturón.

Colasanti se deja caer al suelo y finge estar muerta. Los chicos -que creen haberla matado- la encierran junto con el cadáver de Lopez en el maletero de un coche.

Portada "La escuela católica"
El libro «La escuela católica» fue traducido y publicado en castellano en septiembre de 2019 por la editorial Lumen y cuenta con 1.288 páginas.

Luego ponen rumbo hacia sus casas, en el acaudalado barrio de Trieste de Roma, y salen a cenar.

Colasanti logra pedir ayuda y es liberada, aunque llevará siempre consigo las heridas psicológicas de esas torturas hasta su muerte, acontecida en 2005..

Izzo y Guido son detenidos, mientras que Ghira logra huir sin dejar rastro.

Este episodio oscuro de la crónica negra italiana, conocido como «el delito o la masacre del Circeo», es el perturbador núcleo del libro «La escuela católica», que el escritor italiano Edoardo Albinati publicó en 2016 y que fue traducido por la editorial Lumen en septiembre del año pasado.

Las razones que llevaron a Albinati a volcarse en un proyecto que le ha «extenuado durante 10 años» y que, en su versión final, cuenta con casi 1.300 páginas, fueron dos.

San Felice CirceoEl «delito del Circeo» fue llamado así porque las violencias se llevaron a cabo en una villa burguesa del balneario de San Felice Circeo, a una hora de Roma.

Una fue el delito que turbó a la sociedad italiana en abril de 2005, cuando Angelo Izzo, aprovechando un permiso carcelario, mató a la esposa y a la hija de un excompañero de celda.

La otra fue más íntima y, a la vez, más inquietante: Albinati- quien, en la época de los hechos, tenía 21 años- conocía personalmente a Izzo, Guido y Ghira.

Habían sido vecinos de su barrio, compartían clase social con el escritor y habían cursado estudios en la misma escuela, el San Leone Magno de Roma, un instituto religioso privado para varones: la escuela católica del título del libro.

Esos dos elementos son los que empujan a Albinati a formularse unas preguntas cada vez más acuciantes.

«¿Cómo puede ser que un mundo que parece aséptico, o sea, el mundo burgués, acaudalado y católico, sea atravesado por una violencia tan extrema, que encuentra su cumplimiento en la violación?», se pregunta el escritor durante esta entrevista con BBC Mundo previa a su participación en el Hay Festival de Cartagena, en Colombia.

Y, sobre todo, ¿había algo que los unía a ellos en cuanto varón?

San Pedro y el río TíberEl libro de Albinati está ambientado en el barrio Trieste de Roma, la capital de Italia.

Con esas inquietudes de fondo, Albinati teje un relato abrumador con elementos narrativos dispares -memorias personales, reflexiones, elementos de ficción, partes policiales, declaraciones judiciales, reconstrucciones periodísticas, análisis sociológicos… que giran en espiral alrededor de la masacre del Circeo.

Su pretensión no es perfilar un ensayo con el rigor del académico, ni reconstruir los hechos con las herramientas del periodista, sino usar toda la ambigüedad del novelista para alcanzar dos objetivos ambiciosos.

El primero: hacer un análisis del modelo de masculinidad de los hombres italianos, con sus estereotipos y sus lugares oscuros, y, en particular, de los que crecieron en la Italia de los años 70.

El segundo, que subyace al primero, es el intento de descubrir las razones de la violación.

O, como afirma Albinati, hacer una diagnosis completa de lo que define en el libro como «la enfermedad incurable de los varones».

Línea.

¿Realmente ser varón se puede considerar una enfermedad?

Es una enfermedad porque cualquiera que nazca varón tiene que lidiar con un determinado modelo de masculinidad: tiene que convertirse en un varón.

Los hombres están casi obligados a asumir ese modelo de fuerza, valentía, poder, cuando en cambio son seres débiles, frágiles, sentimentales.

Pero ese modelo -que es una suma de Steve McQueen, héroe militar, padre de familia, persona sabia, hombre poderoso y etcétera -es inalcanzable y, por lo tanto, desde un principio, somos mutilados, cojos y, por tanto, enfermos.

El asesinato de mujeres es uno de los problemas más graves en ItaliaEn Italia, al menos 3.230 mujeres han sido asesinadas en los últimos 20 años. En la mitad de esos casos, el asesino fue su pareja o ex pareja.

¿Y por cree que es incurable?

Es incurable mientras la sociedad siga requiriendo al varón seguir con ese modelo y considerando que, de no hacerlo, es un afeminado.

Este modo de sentir era muy común en los años 70 y lo sigue siendo aún hoy en muchas partes del mundo.

Yo pertenezco a una generación a la que ese modelo hizo mucho daño.

En cuanto hombre, dice tener más en común con un sudanés musulmán pobre que con una abogada rica de Roma.

Es una manera provocadora de decir que, si es verdad que, en el caso de una violencia sufrida por una mujer, se trata de una violencia perpetrada a todo el género femenino y por la que todas las mujeres pueden sentirse afectadas, de la misma manera, la violencia cometida por un hombre involucra a todos los hombres, incluso a aquellos que nunca podrían hacerle daño a nadie.

En ese sentido, creo que debería existir un movimiento #MeToo masculino, que reconozca la responsabilidad de todo el género masculino en la violencia contra las mujeres.

¿Esto quiere decir que todos los hombres son potenciales violadores?

No, sería como decir que todos los hombres potencialmente son asesinos. En la realidad las personas que matan o violan siguen siendo una pequeña minoría, porque existen frenos inhibidores, la conciencia, la moral y otros elementos que lo impiden.

Movimiento "No una menos" en Italia.Una manifestación del colectivo feminista «No una menos» en Italia, el pasado noviembre.

Sin embargo, pensar que la violencia es algo que no nos atañe solo porque no la cometeríamos es una manera de lavarse las manos y librarse la conciencia.

Yo hablo de una guerra entre sexo masculino y femenino, menos visible que las que hay entre países o entre clases sociales, porque genera menos víctimas de un solo golpe, como pasa en las batallas, pero produce un goteo de víctimas, de mujeres que en todo el mundo, cada día, sufren violencia por parte de los hombres.

Es una guerra de baja intensidad, pero con un número enorme de participantes, ya que involucra a toda la humanidad.

Pintar a los violadores como monstruos, ponerlos fuera de la humanidad, es equivocado, porque esconde el origen del problema y no lo elimina.

violencia domesticaEn 2017, alrededor de 30 mil personas en todo el mundo fueron asesinadas por sus parejas anteriores o actuales.

De hecho, su libro se configura como un viaje al «corazón de tinieblas» del hombre, en búsqueda de las raíces biológicas, psíquicas y culturales de la violencia masculina.

La violación conlleva un mensaje de poder, de dominio: la persona que sufre esa violencia tiene que saber que es inferior y es, según algunas teorías feministas, la primera forma de afirmación de poder de una persona sobre otra.

Y es posible que, antropológicamente, los primeros emparejamientos sexuales tuviesen un componente elevado de posesión violenta.

Por eso en el libro afirmo que «la violación es el paradigma simplificado de la relación entre hombres y mujeres».

Desde otra perspectiva, esta misma posición es compartida por los que predican la superioridad masculina sobre las mujeres.

Yo he querido asumir la radicalidad de esta postura y situarla en un contexto -la Italia de los años 70, un país que tenía unas costumbres atrasadas- donde avanzaba una emancipación femenina que no había existido antes.

Desde esta perspectiva, el «delito del Circeo» fue una represalia.

Feministas italianasEl movimiento feminista italiano logró en los años 70 la introducción de una ley de divorcio (1970) y una ley de aborto (1978).

¿Como si fuera un acto de guerra?

La violación se configura como un crimen peculiar. Su objetivo no es la satisfacción sexual, si no quienes lo perpetúan se irían de putas. En cambio, como las represalias en las guerras, yo estoy convencido de que hay algo de «pedagógico» en la violación.

¿En qué sentido?

Históricamente la violación ha tenido el objetivo de poner en su sitio a las mujeres, de recordarles su posición de sumisión, de replicar las relaciones de fuerzas de la sociedad.

No tiene nada que ver con el placer sexual o con la libido, sino con la voluntad de potencia.

Pero creo que esto pasa cuando esa potencia se debilita o empieza a tambalearse, que es exactamente lo que pasó en Italia en esos años.

Pero usted afirma que el objetivo de la violación son también los otros hombres.

Esto pasa por ejemplo en las violaciones de grupo, que son funcionales para solidificar la fraternidad entre los hombres, además con un fuerte componente homosexual. Como si, en vez de follar entre ellos, follaran todos a la misma mujer.

Wall of dolls en Milán.El «muro de las muñecas» en Milán, una instalación artística que recuerda a las víctimas de feminicidio en Italia.

Y tiene un mensaje muy fuerte hacia los otros hombres que no han sido capaces de proteger a sus mujeres.

¿Dónde se encuentran los desencadenantes de esta violencia: forman parte de la naturaleza intrínseca de los hombres o están en las estructuras de la sociedad?

En mi libro afirmo que si hay hombres que odian a las mujeres, pues hay algunos hombres que las odian más.

Se trata de una mezcla entre inclinaciones individuales y condicionantes familiares.

Pero creo que, entre todos los elementos sociales, el más peligroso es la segregación sexual, que es lo que he vivido en mi escuela.

Allí donde hay un solo grupo, de hombres o mujeres, allí donde hay separación y no intercambio, se genera una visión distorsionada del otro sexo, como algo totalmente ajeno y, en definitiva, enemigo.

Manifestación feminista en ItaliaUn tercio de las mujeres italianas de entre 16 y 70 años (más de 6 millones y medio) han experimentado alguna forma de violencia física o sexual a lo largo de sus vidas, según una investigación de 2014.

Para llegar al fondo de muchas de las cuestiones que plantea en el libro, usted utiliza a menudo los prismáticos del feminismo. ¿Es esta la cura a la enfermedad de los varones?

Estoy realmente convencido de que el feminismo es el mayor movimiento político del siglo XX y del actual. Y subrayo lo de·»movimiento político», porque mientras otras ideología han fracasado o se han revelado catastróficas en sus realizaciones prácticas, el feminismo es la instancia más nueva y original, que no ha logrado aún sus objetivos.

¿Y en su país, Italia, cuál es la situación?

Creo que en Italia el feminismo es más actual que hace 40 años.

En Italia se da una situación paradójica: ha vivido una liberación de los hábitos muy acentuada que ha coincidido con la máxima explotación de la imagen de las mujeres y una pronunciada mercantilización de su cuerpo.

En definitiva: si yo fuese una joven mujer italiana, sería feminista y estaría cabreada… muy cabreada. [Se ríe].

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