Las mujeres están transformando el mundo. Ya no quedan dudas.
Desde hace un tiempo, indicadores dan cuenta del papel que juegan las mujeres para contribuir al desarrollo económico global. Pero la pandemia nos dejó en evidencia la vulnerabilidad en la que vivimos y nos movemos hombres y mujeres, pero sobre todo estas últimas. El Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) elaboró un informe en que se estimaba que el Producto Interno Bruto mundial podía aumentar hasta 12 veces si se acababa con la brecha de género, y particularmente en nuestra región, que podía crecer hasta un 34% si las mujeres se insertaban de forma masiva al mundo laboral.
Hoy enfrentamos un escenario más desafiante, en que mujeres alrededor del mundo han visto reducidos sus trabajos, perjudicados sus emprendimientos y han tenido que posponer su desarrollo laboral por el cuidado de los hijos y la familia en pandemia. Pero las cifras siguen demostrando el valor que entregan las mujeres en los espacios en que participan. Una mujer que quiere surgir es una familia que crece y una economía local que prospera. Esto, por el inmenso valor que entregan en sus lugares de trabajo y de cómo construyen equipos diversos, inclusivos, colaborativos y competentes.
[cita tipo=»destaque»] El mundo cambió y debemos repensar la sociedad desde todas sus aristas: el sector público, privado, económico, social y educacional. Y las mujeres cumplimos un rol fundamental en liderar ese camino. [/cita]
El camino que debemos seguir recorriendo, tanto en Chile como en el mundo, recién comienza. Y aunque en las actuales circunstancias parece cuesta arriba, un mejor futuro debe ser inclusivo. No hay otra fórmula. Y eso sólo es posible con la fuerza transformadora de las mujeres y su impacto positivo en las comunidades, las organizaciones y la economía global.
En esa capacidad transformadora el emprendimiento es una gran apuesta. El mundo cambió y debemos repensar la sociedad desde todas sus aristas: el sector público, privado, económico, social y educacional. Y las mujeres cumplimos un rol fundamental en liderar ese camino. En la mayoría de los lugares del mundo, el número de mujeres que inician y dirigen nuevos negocios está creciendo y ellas se están convirtiendo en los agentes de cambio que el mundo necesita para avanzar hacia una economía más inclusiva y una mejor sociedad.
Según cifras del PNUD, las mujeres controlan dos tercios del gasto del planeta y, aunque realizan el 66% del trabajo, sólo ganan el 10% del ingreso total. Además, el 90 por ciento de ese dinero lo reinvierten en sus familias y comunidades. Un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) publicado a fines de 2019, destaca que una mujer, que invierte en su emprendimiento un 50% menos de capital que un hombre, aun así, logra un 20% más de ingresos.
En nuestro país, uno de cada cuatro hogares es sostenido por una mujer y el 31,1% de ellos es monoparental, es decir, con mujeres que hacen el rol de madre y padre. O sea, estamos hablando de una fuerza emprendedora relevante, capaz de crear valor y mejorar la calidad de vida y las oportunidades de su entorno directo y la mayoría de las veces, indirecto.
Es la diversidad de miradas, ideas y habilidades lo que enriquece y potencia verdaderamente a los países. Este año cumplimos el plazo de nuestro compromiso global “5by20” de Coca-Cola, que nos desafió a colaborar directamente con el empoderamiento de 5 millones de mujeres en todo el mundo.
En Coca-Cola Chile hemos sido testigos privilegiados del poder transformador de las mujeres y el efecto multiplicador de su empoderamiento, al buscar simultáneamente el bienestar personal y el colectivo. Trabajando en red y en colaboración con otros, más de 15 mil mujeres fueron capaces de movilizar voluntades para conseguir objetivos que beneficien a sus familias, barrios y comunidades.
En ese sentido, haber alcanzado la meta que nos propusimos nos enorgullece, nos da satisfacción y refuerza nuestro compromiso con un tema central para la sociedad y para la Compañía. Estamos convencidos de que el desarrollo de las mujeres es clave para el crecimiento de las comunidades, y un motor para la economía de los países.
Cuando las mujeres avanzamos, avanzamos todos y las empresas tenemos el desafío de acelerar y promover el desarrollo de una cultura más diversa, equitativa e inclusiva, para hacer de Chile cada día un mejor país. Y no se trata solamente de asegurar equidad salarial y jerárquica sino también de proveer herramientas que favorezcan el desarrollo continuo y faciliten el cuidado familiar igualitario, la maternidad y las mentorías a lo largo de toda la carrera profesional.
Cerrar la brecha de género es un deber y, más allá de un insoslayable compromiso ético, es una oportunidad que no podemos dejar pasar en su hora más crítica.