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Trabajo no remunerado en el hogar: llegó la hora de que el Estado actúe BRAGA

Trabajo no remunerado en el hogar: llegó la hora de que el Estado actúe

Argentina comenzó a pagar aportes a mujeres que han dedicado su vida al cuidado de sus hijos, para permitirles acceder a una pensión. La idea va en el camino correcto, aunque falta mucho, dicen a DW dos especialistas.


Desde el 1 de agosto de 2021, las madres argentinas de 60 años o más a las que les falten semanas de cotizaciones para poder acceder a una pensión podrán recurrir al «Reconocimiento de aportes por tareas de cuidado”, una iniciativa surgida de un decreto que beneficiará a unas 155.000 mujeres que actualmente no cuentan con contribuciones previsionales suficientes como para recibir una jubilación. Se trata de un intento por reparar una «desigualdad histórica y estructural en la distribución de las tareas de cuidado”, dice la Administración Nacional de la Seguridad Social, Anses.

Básicamente, el Estado busca reconocer y valorar el tiempo que las madres destinaron a cuidar y criar a sus hijos. Iniciativas similares en América Latina hay pocas. En Uruguay las madres pueden sumar un año de cotización por cada hijo, y en Chile se otorga un bono por hijo que se inyecta al ahorro previsional con el fin de incrementar la pensión. España, en tanto, ofrece un «complemento de pensiones contributivas para la reducción de la brecha de género”, que otorga a uno de los progenitores, generalmente la madre, un aporte adicional para mejorar su pensión por cada hijo, hasta un máximo de cuatro.

Lo que este tipo de iniciativas estatales pone sobre la mesa es la enorme desigualdad que existe a la hora de afrontar el mercado laboral. Generalmente, las mujeres que trabajan fuera de casa también se encargan del quehacer doméstico. Y cuando solo se dedican al hogar, nadie reconoce monetariamente ese esfuerzo, que aporta no solo a la familia, sino también a los países. En marzo de 2020, The New York Times aseguró que el trabajo no remunerado anual de las mujeres en todo el mundo tenía un valor de  10.900.000.000.000 dólares, una cantidad de dinero tan monstruosa que es difícil siquiera imaginarla: es el PIB anual de Alemania y Japón sumados.

Impacto en la vida de las mujeres

«El trabajo no remunerado repercute al final, pero la verdad es que afecta siempre la vida de las mujeres”, dice a DW Paula Poblete, directora de estudios de ComunidadMujer, en Chile. «Las mujeres tienen más dificultades para la inserción laboral, porque deben conciliar casa con trabajo, y además tienen menos tiempo, y eso repercute en su salud mental y en calidad de vida”, agrega. De acuerdo con sus estudios, el trabajo femenino no remunerado en Chile «hace un aporte del 22 por ciento al PIB, y el Banco Central acaba de entregar un informe para el 2020, con la pandemia en curso, que dice que el aporte es del 26 por ciento del PIB”.

Poblete pone las cifras en contexto: «Esto significa que el trabajo doméstico no remunerado es la actividad económica más importante de Chile, más que la banca, el comercio o la minería. Por eso, que no tenga después ningún reconocimiento es muy grave, porque además tiene un sesgo de género relevante”.

La pandemia forzó a muchas mujeres a quedarse en casa.

La pandemia forzó a muchas mujeres a quedarse en casa.

«Lo de Argentina me parece una muy buena medida y es una de las formas que se están dando en nuestra región para enfrentar este tema, donde las políticas de cuidado están en construcción y son bastante incipientes. Lo que se busca es visibilizar y reconocer el trabajo de cuidados y, especialmente, el impacto que este trabajo tiene sobre las trayectorias laborales y personales de las mujeres”, explica a DW Karina Batthyány, secretaria ejecutiva de Clacso y académica uruguaya.

El golpe de la pandemia

Batthyány valora que en América Latina se esté discutiendo la incorporación del cuidado como «uno de los pilares del bienestar social. Al ser un derecho, pasa a ser objeto de política pública”. «A nosotras nos parece que lo realizado en Argentina va en la línea correcta. Una manera de enfrentar el problema es valorar monetariamente el trabajo doméstico y vincularlo con el crecimiento económico. Así se da cuenta de su importancia y de lo crítico que es para que la sociedad funcione. Otra fórmula es con aportes al sistema de pensiones, donde se reconoce como trabajo remunerado el tiempo dedicado a la crianza. Y otra sería a través de una renta básica universal, donde hay que buscar que no desincentive la inserción laboral de las mujeres. Lo peor que podría pasar es que las mujeres sigan confinadas al espacio doméstico”, explica Poblete.

La pandemia también fue un duro golpe para el desarrollo laboral de las mujeres. «El coronavirus ha impactado profundamente a la región, y agravó una situación que ya desde antes era desigual, en términos de acceso al mercado”, explica Batthyány. «Recordemos que en nuestra región prácticamente la mitad de las mujeres que trabajan lo hacen de manera informal, y por lo tanto sin seguridad social. La medida que se adoptó en Argentina busca visibilizar esto”, agrega la experta de Clacso. Poblete, en tanto, entrega cifras: «El 88 por ciento de las mujeres que perdieron su empleo durante el punto álgido de la pandemia en Chile no volvieron a buscar trabajo, se quedaron en casa. Una razón fue el miedo al contagio, pero otra importante es que cerraron salas cuna, jardines infantiles y colegios. Y ellas se hicieron cargo”.

Si bien se reconoce y valora el paso inicial dado en Argentina, que podría servir de ejemplo a otros países, también es cierto que el camino por recorrer es enorme. «De acuerdo con los estudios que tenemos, el 80 por ciento del trabajo de cuidado de los hijos lo hacen las mujeres. Pero si miramos el cuidado a los mayores, también encontramos que son ellas las que se hacen cargo de manera no remunerada. Y si sumamos a quienes tienen alguna discapacidad, también son las mujeres las que cuidan a esta población”, señala Batthyány.

En este contexto surge una nueva deuda del Estado. «Hay que entender que el cuidado no es un problema individual, de puertas adentro, donde cada uno se arregla como puede, porque eso es profundamente desigual, sino que es un tema que nos compete a todos como sociedad, y en ello el actor estatal tiene un rol primordial”, añade Batthyány. Poblete comparte la idea. «Las mujeres hemos estado subsidiando un montón de falencias en cuidados públicos. Hoy se entiende que los cuidados son un problema privado, o sea de las familias, y terminan siendo de las mujeres. Pero si entendiéramos esto como un problema público, social, el Estado tendría que hacerse cargo”.

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