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‘‘Me ha venido la regla’’: literatura infantil que explica la menstruación BRAGA Créditos: Editorial Juventud

‘‘Me ha venido la regla’’: literatura infantil que explica la menstruación

Inmaculada Díaz y Elena Guichot-Muñoz/ The Conversation
Por : Inmaculada Díaz y Elena Guichot-Muñoz/ The Conversation Docente Universitaria, Lda. en Pedagogía y Doctorada en Artes Visuales y Educación, Universidad Internacional de Valencia/Profesora de Didáctica de la lengua y de la literatura, Universidad de Sevilla
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En el estudio de la literatura clásica infantil y de los cuentos, la entrada al mundo adulto para la mujer se hace a través de un objeto heredado, que posee un color especial. En el caso de la niña, es el rojo: la sangre menstrual se sugiere en las tres gotas de la madre de Blancanieves esparcidas sobre la nieve, precedente de la fecundación. Y obviamente, el simbolismo de la caperuza roja de Caperucita, impulsada por su madre a buscar a la abuela.


La llegada de la menstruación en la niña es uno de los temas ocultos en la sociedad. Los movimientos pedagógicos que pretenden dar visibilidad y naturalidad al hecho, a través del empoderamiento, se dirigen más hacia lo juvenil, pero sigue siendo un tabú en la literatura infantil, precisamente por su relación con el nacimiento del deseo, que desaparece del imaginario en una estrategia de supresión patriarcal.

Los clásicos

En el estudio de la literatura clásica infantil y de los cuentos, la entrada al mundo adulto para la mujer se hace a través de un objeto heredado, que posee un color especial.

En el caso de la niña, es el rojo: la sangre menstrual se sugiere en las tres gotas de la madre de Blancanieves esparcidas sobre la nieve, precedente de la fecundación, en la manzana roja y envenenada que le entrega la madrastra, inicio de la madurez sexual. Y obviamente, el simbolismo de la caperuza roja de Caperucita, impulsada por su madre a buscar a la abuela.

Tampoco es extraño el color de Las zapatillas rojas y su pecaminoso deseo de bailar, ni la sangre que brota después del pinchazo de la Bella durmiente debido al hechizo de Maléfica, relatos universales que hablan del deseo incipiente femenino, y su connotación perversa.

Sabemos que en estos cuentos de hadas primitivos hay “exhibicionismo, violación y voyerismo” tras la psique social para explicar acontecimientos que suceden en el mundo interior del niño a través de la oralidad y los cuentos.

La regla hoy en día

No obstante, actualmente encontramos cuentos más poéticos, y otros más realistas, basados en problemas cotidianos y familiares, pero también en lo simbólico-imaginario de la infancia. Desde guías de información hasta cuentos poético-feministas.

Por esta razón, rescatamos una serie de libros de literatura infantil relacionados con la salud emocional y ciclicidad del cuerpo de la mujer, desde distintos lenguajes:

  • El tesoro de Lilith. Un cuento sobre la sexualidad, el placer y el ciclo menstrual, de Carla Trepat Casanovas (2012). Este libro introduce la metáfora de la naturaleza, tratando la evolución de lo femenino en similitud con la vida de un árbol, con la figura de la abuela como guía. Anna Salvia Ribera, psicóloga especialista en salud sexual y reproductiva, y escritora del Viaje al ciclo menstrual (2019), realiza la guía didáctica para acompañar a madres, abuelas, tías que quieran orientar a la niña, como hizo el personaje de la abuela, e introduce la figura de la mediadora.

El dibujo de un útero durante las diferentes fases del ciclo menstrual explica cómo funciona la regla.

Imagen del libro de Anna Salvia La regla mola (si sabes cómo funciona).

  • Otro de los libros de la última década que hablan directamente de la menstruación es Mamá, me ha venido la regla (2018), de Julia Serrano, descargable, y más realista. Una niña tiene la menarquía y decide contárselo a su madre, que con mucha alegría propone celebrarlo por todo lo alto con todas las mujeres de su familia, remarcando conceptos como sororidad, tribu sostén y acompañamiento sano.
  • En la literatura infantil ilustrada, tenemos El libro rojo de las niñas (2016), (y El libro dorado de los niños en su versión masculina feminista) de Cristina Romero y Francis Marín, de lenguaje simbólico sustentado en la desnudez y la relación de lo femenino con el arquetipo de la loba, lo salvaje. No es un libro que estrictamente hable de la menstruación, pero sí la sitúa como un elemento esencial de la vida de una mujer, y muestra las fases comentadas constatando el poder femenino en cada una de ellas.
  • Otro texto remarcable que subraya el concepto de mujer como ser cíclico es Historia de la mujer semilla (2013), de Gloria Lizano. El libro, cuyas ilustraciones tienen una carga poética elocuente, describe a la mujer como “contenedora de la existencia, de la materia generadora”. Hace un claro homenaje a los cuentos orales africanos y su oda a la fertilidad de la mujer y el placer del cambio, sostenida entre mujeres.
  • En este sentido también cabe añadir la obra de la ilustradora Claudia Tremblay, Luna nueva (2018), que enfoca el tema de la menstruación como fuente de poder y sabiduría, de rito iniciático, empoderamiento y cambio emocional.

Una niña sentada frente a un río observa a un oso que pasea por la orilla de enfrente.

Imagen del libro Luna nueva, de Claudia Tremblay.

Más allá de la regla: la sexualidad

Existen, como hemos mencionado, libros ilustrativos de carácter informativo, como ¡Esto es un lío!, que habla a las niñas y niños de la sexualidad y pubertad. Otros, hablan de sexualidad pero no la conectan con el tema de la menstruación, como Cosquillas.

En la literatura infanto-juvenil hay algunos títulos como Mía se hace mayor o Mi cuerpo está loco. Un cómic para sobrevivir a las hormonas que redundan en la novedad de la menstruación y sobre la apropiación/extrañeza del cuerpo, entre muchos otros textos.

Diferentes páginas de un cómic que siguen a una adolescente que se va a comprar un sujetador.

Mi cuerpo está loco, de Séverine de la Croix y Pauline Roland.

Es interesante señalar cómo la mayoría de los cuentos que hemos consultado parten de iniciativas personales y no respaldadas por grandes editoriales.

Estos, además, tienen en común aludir a las estaciones para explicar esas cuatro mujeres en una, esas cuatro fases que ya Miranda Gray deslindaría con la metáfora del ciclo de la naturaleza: invierno (menstrual)-primavera (preovulatoria)-verano (ovulatoria)-otoño (premenstrual). Este es un recurso poético muy claro para la infancia.

Esta forma de enseñar tiene una clara visión ecologista, que entronca con otras prácticas educativas que conectan con un pensamiento anticapitalista y eco-feminista difundido por las redes.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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