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Annie Ernaux: «Hay hombres para quienes los libros escritos por mujeres no existen» BRAGA Créditos: Fredrik Persson / EFE / EPA

Annie Ernaux: «Hay hombres para quienes los libros escritos por mujeres no existen»

Su primer libro fue «Los armarios vacíos» (1974), sobre el aborto clandestino que sufrió en su juventud, un tema al que volvería de forma autobiográfica en «El acontecimiento» (2000). «Hay hombres en el mundo, incluso en los círculos intelectuales occidentales, para quienes los libros escritos por mujeres simplemente no existen, nunca los citan», manifestó la escritora en su discurso de aceptación del Nobel.


La nueva Nobel de Literatura, Annie Ernaux, ha señalado que el reconocimiento de su obra por la Academia Sueca «es una señal de esperanza para todas las escritoras» en un mundo en el que, pese a que las mujeres han encontrado las palabras «para acabar con el poder masculino» y «se han alzado, como en Irán, contra su forma más arcaica», la legitimidad «para producir obras aún no está ganada».

«Hay hombres en el mundo, incluso en los círculos intelectuales occidentales, para quienes los libros escritos por mujeres simplemente no existen, nunca los citan», ha dicho en su discurso de aceptación del Nobel.

La escritora francesa de 82 años considera la escritura un acto político y ha entrelazado retazos de su visión del mundo con recuerdos de por qué empezó a escribir y de la misión de la literatura, que para ella es «un lugar de emancipación».

Lograr el Nobel no lo considera «una victoria individual» sino en cierta manera, «un victoria colectiva» y por eso ha querido compartir ese orgullo.

Y lo ha hecho con «quienes desean más libertad, igualdad y dignidad para todos los seres humanos, independientemente de su sexo o género, del color de su piel y de su cultura», con quienes «piensan en las generaciones futuras» y en salvaguardar «una Tierra a la que el ansia de beneficio de unos pocos hacen cada vez menos habitable».

El discurso de Annie Ernaux al recibir el Nobel

Ernaux ha hecho de su literatura un compromiso con la defensa de los derechos de los más desfavorecidos y de las mujeres, a los que ha recordado en todo su discurso.

También ha citado la guerra en Ucrania y al presidente ruso, Vladimir Putin, aunque sin nombrarlos, al referirse al «dictador a la cabeza de Rusia», quien lleva a cabo una «guerra imperialista».

La violencia de ese conflicto oculta aún en Europa el aumento de «una ideología de repliegue y de cierre» que no para de ganar terreno «en países de Europa hasta aquí democráticos».

Una ideología fundada en «la exclusión de los extranjeros e inmigrantes, el abandono de los económicamente débiles, la vigilancia del cuerpo de las mujeres», esta ideología «me impone a mí, como a aquellos para los que el valor de un ser humano es siempre y en todas partes el mismo, un deber de vigilancia extrema».

Además, considera que «el peso de salvar el planeta, destruido en gran parte por el apetito de los poderes económicos, no debe recaer, como es de temer, sobre los que ya están desamparados. El silencio, en determinados momentos de la Historia, no es apropiado».

La nobel ha empezado su discurso buscando una frase que le diera «la libertad y la firmeza para hablar sin temblar» y ha escogido una escrita hace sesenta años en su diario íntimo: «escribiré para vengar mi raza».

Una promesa que atraviesa toda su producción y su vida: De niña de familia humilde -sus padres eran tenderos en Normandía- hasta la Universidad, lo que le abrió las puertas de la burguesía. La muerte de su padre, sobre quien trata «El lugar» (1983), un nuevo puesto de profesora y los movimientos mundiales de contestación, devolvieron a Ernaux la necesidad de la escritura, de la que se había alejado en una sociedad «donde los roles se definían en función del sexo».

Un retorno para «ahondar en lo indecible de una memoria reprimida y sacar a la luz la forma de ser de mi pueblo. Escribir para comprender las razones, dentro y fuera de mí, que me habían alejado de mis orígenes».

Su escritura social y feminista

Su primer libro, aún en tono de ficción fue «Los armarios vacíos» (1974), sobre el aborto clandestino que sufrió en su juventud, un tema al que volvería de forma autobiográfica en «El acontecimiento» (2000).

En aquel primer libro definió el ámbito en el que situaría su escritura y que era a la vez social y feminista. «La venganza por mi raza y la venganza por mi sexo se convertirían desde entonces en una».

El compromiso de la nueva nobel con la escritura es hacerla desde su experiencia de «mujer e inmigrante del interior» con la certeza de que un libro «puede contribuir a cambiar la vida personal, a romper la soledad de la cosas sufridas y enterradas, a pensar de otra manera».

«En cuanto a la promesa que hice a los veinte años de vengar a mi raza, no sabría decir si la he cumplido. De ella, de mis antepasados, hombres y mujeres esforzados en tareas que les hicieron morir pronto, recibí la fuerza y la rabia suficientes para tener el deseo y la ambición de hacerle un sitio en la literatura, en ese conjunto de voces múltiples que, muy pronto, me acompañaron permitiéndome el acceso a otros mundos y a otros pensamientos, incluido el de rebelarme contra ella y querer modificarla», ha dicho en su discurso.

«Para inscribir mi voz de mujer y de tránsfuga social en lo que se presenta siempre como un lugar de emancipación, la literatura», ha concluido.

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