Françoise Gilot, con la que Picasso tuvo dos hijos, Paloma y Claude, relata en su libro “Mi vida con Picasso” la década que convivió con el artista, entre 1943 y 1954. Gilot provenía de una familia adinerada. Gracias a su independencia económica, fue la única mujer que abandonó a Picasso, algo que él nunca le perdonó.
“Diosas o felpudos”. Esta clasificación hacia las mujeres ya lo dice todo. De las once relaciones femeninas que se conocen del pintor español, la mayoría sufrió esta metamorfosis: el artista las idolatraba y luego las trataba como escoria.
Por eso siguen creciendo las críticas contra este superartista del siglo XX. “Yo acusaría a Pablo Picasso de ser manipulador, de tener una inclinación sádica y de obtener cierto placer torturando a las mujeres de determinada manera, haciéndoles promesas y votos de amor, aunque no hubiera ninguna verdad detrás de ellos”, dice Ann-Kathrin Hahn, conservadora de arte del Museo Picasso de Münster. Incluso algunos visitantes le preguntan a menudo:”¿Puede un museo seguir celebrando acríticamente a un artista como él?”
Algunas de sus exparejas describen en sus memorias a Picasso como un genio despiadado que estaba dispuesto a pasar por encima de todos por su carrera. De forma casi obsesiva, inmortalizó cada una de sus relaciones en sus pinturas, dibujos, esculturas y cerámicas.
Sin embargo, la entusiasta inspiración que al principio le suscitaban sus amantes, terminaba casi siempre en repulsión. Fernande Olivier fue la primera compañera sentimental que relató en su libro “Picasso y sus amigos” (1933) sus recuerdos junto al español entre los años 1905 y 1913 en París. Cuando se conocen en Montmartre, Picasso era pobre y poco conocido. Así, Olivier se convierte en una de las modelos más importantes en los primeros años de su carrera. El artista descompone la figura de Olivier en formas geométricas. En sus obras cubistas, la nariz, los ojos, las mejillas y las zonas faciales son apenas reconocibles.
A través del retrato de Olivier, Picasso logra crear un hito en la historia del arte moderno. Sin embargo, el trato del artista hacia ella deja mucho que desear, incluso la encerró . Fue maltratada e incluso encerrada en la casa taller de artistas Bateau Lavoir, para impedir que pudiese trabajar como modelo para otros artistas. Al final de su relación, el español la deja en la pobreza mientras se lanza a una nueva aventura con su nueva pareja Eva Gouel.
La periodista de arte Rose-Maria Gropp analiza en su libro “Diosas y felpudos. Las mujeres de Picasso”, publicado en febrero de 2023, la perspectiva de las parejas de Picasso. Gropp se sirve para ello de los diarios privados de estas mujeres y otras fuentes sin publicar.
La periodista capta también en las obras del español su desprecio por las mujeres. “Es sencillamente impensable imaginar un cuadro tan trágico como las “Señoritas de Avignon”, de 1907, sin la violencia de su creador. Es imposible. Para mí, sin embargo, fue igual de interesante percibir cómo las cinco mujeres acorraladas en el cuadro de tamaño natural transmiten precisamente esta energía destructiva”. Esto significa que Picasso era consciente del poder que tenían las mujeres, explica Gropp en entrevista con DW.
La estadounidense Abigail Solomon-Godeau, historiadora de arte y residente en París, también considera misógino a Picasso. “Lo que me interesa son los discursos de la historia del arte, los discursos sobre Picasso, los discursos sobre los grandes maestros geniales. Porque es el discurso el que forma la interpretación de un cuadro. El cuadro que estamos viendo hoy, llamado ‘Señoritas de Avignon’, no es el mismo cuadro que la gente vio en 1907. Hoy lo vemos con otros ojos”, explica en la entrevista con DW.
Y, por eso, la gente se hace hoy en día preguntas sobre esta obra que no podía hacerse hace 115 años. A la historiadora le gustaría derribar a Picasso de su pedestal. No era un superhombre y su masculinidad tóxica no podía excusarse por su carácter mediterráneo.
Françoise Gilot, con la que Picasso tuvo dos hijos, Paloma y Claude, relata en su libro “Mi vida con Picasso” la década que convivió con el artista, entre 1943 y 1954. Gilot provenía de una familia adinerada. Gracias a su independencia económica, fue la única mujer que abandonó a Picasso, algo que él nunca le perdonó. Durante mucho tiempo, incluso se negó a reconocer la paternidad de los hijos que tuvieron juntos.
Atracción y repulsión: Markus Müller, quien junto a Marilyn McCully, publicó el libro “Picasso. Mujeres de su vida. Un homenaje” confirma también este patrón. “Maya, la hija de Picasso, me dijo una vez que Picasso dejaba a sus mujeres como quien vuelve a salir por la noche a por tabaco en la cigarrería”. Sin embargo, el desprecio por las mujeres era una expresión de aquella época donde Picasso no era el único.
Desde el movimiento #MeToo, Picasso ha sido un tema muy debatido en el mundo del arte como machista obsesionado con el éxito. Hoy en día, alguien como él sería sin duda un gran ejemplar de lo que es la masculinidad tóxica.