BRAGA
Memoria Chilena
Su familia mantenía fuertes lazos con la Democracia Cristiana y el mundo castrense, lo que significó que algunos de sus familiares la consideraran una “traidora” al realizar investigaciones periodísticas que desmentían las informaciones de la dictadura.
El 13 de enero de 2008, Patricia Verdugo Aguirre falleció tras una intensa batalla contra el cáncer, dejando un vacío significativo en el periodismo nacional. Su vida estuvo marcada por tragedias, desde la pérdida de sus hijos hasta la muerte de su padre a manos de la dictadura.
En su autobiografía Bucarest 187, Verdugo relata su historia entrelazada con la de Chile durante la segunda mitad del siglo XX. Proveniente de una familia vinculada a la Democracia Cristiana y al ámbito militar, su vida dio un giro drástico con el golpe de Estado. A partir de ese momento, se convirtió en una “traidora” para algunos de sus propios familiares debido a su labor periodística, que incluyó entrevistas a opositores del régimen, como Tucapel Jiménez.
Desde julio de 1976 su misión fue buscar justicia para su padre y para todas las víctimas de la dictadura. En 1983, asumió la presidencia del Colegio de Periodistas y contribuyó a formar el colectivo “Mujeres por la Vida“, que denunciaba los abusos del régimen y abogaba por los derechos de las mujeres en Chile. Su valentía y tenacidad perduran como legado en la historia del periodismo y la lucha por los derechos humanos en Chile.
Por esto, en un nuevo Mujeres Inolvidables, el especial semanal en donde destacamos las importantes hazañas de mujeres chilenas de la historia y el presente, visibilizamos el impacto de Patricia Verdugo quien significa hasta la actualidad un ejemplo de ética periodística, velando siempre por la verdad y la memoria.
A pesar de enfrentar amenazas y actos intimidatorios, nada detuvo a Patricia en la búsqueda de verdad y justicia. Su valentía la convirtió en la cara visible de la lucha por los Derechos Humanos, tanto a nivel nacional como internacional.
A lo largo de su carrera, Patricia destacó como periodista en diversas publicaciones, incluyendo la Revista Ercilla y Televisa. Sus libros, como Una herida abierta y Los zarpazos del Puma, circularon clandestinamente, develando secretos y desmintiendo las noticias falsas que circulaban desde el poder, transformándose así en una de las primeras periodistas en investigar los crímenes de la dictadura.
En 1993, recibió el prestigioso premio María Moors Cabot de la Universidad de Columbia, seguido por el Premio Nacional de Periodismo en 1997. Estos reconocimientos destacan su dedicación a la rigurosidad periodística en una época donde la labor periodística y de investigación podía costarle la vida.
El impacto de Patricia Verdugo en el periodismo chileno perdurará a lo largo del tiempo. En la actualidad, corresponde apreciar y resaltar su obra y labor profesional, preservando así la memoria por la cual siempre luchó.
