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Crónicas Cínicas XXXVIII

El Gordo y Murillo están sentados muy contentos esperando que les traigan un café en la nueva Sala Merced: Vienen saliendo de El Experimento, una película que se habían perdido de ver hacía unas semanas en el Hoyts Huérfanos.


Y hoy la han visto en esta sala nueva, que Dios la bendiga, porque las pelis son de aquellas que uno se perdió de ver o que uno tiene ganas de re-ver, película buenas, que uno a veces se pregunta nostálgico cómo sería haberlas visto o qué gusto sería volverlas a ver. Para mejor, la proyección es estupenda y el sonido de primera. Mas encima vale luca y no roban por una taza de café. Todo bien, solo que Murillo como siempre está urgido por problemas de plata y eso lo irrita, porque tiene que depender de su amigo para ir al cine y tomarse un café.



– Estoy hasta las masas compadre, ¿cómo no voy a poder ganarme unos mangos? Tengo que pagar cincuenta lucas por el crédito CORFO todos los meses y con cuatro años de estudio en la Escuela de Cine, igual no me dan pega ni de acomodador en un cine.



– Ser joven, Negro, nunca a sido fácilÂ…



– Si puh Gordo, pero pa algunos es mas fácil que pa otros ¿o no?



– Puta que eres picado Negro, siempre me andai sacando en cara que mi viejo me banca los estudiosÂ…



Murillo se da cuenta que está siendo injusto con su amigo, así que le dice mas amable:



– Noooo, Guatón, si no lo digo por ti, si vos eres súper generoso conmigo. Es que me chorea este cuento de la plata, de contar las monedas todo el tiempo, de no tener ni pa una chela.



– Dejémosla pasar mejor Negro, si no, nos vamos a poner tóxicos y va ser pura mala onda.



– ¿Te sorprendió lo potente que es la peli que acabamos de ver?



– Yo sabía que era buena, pero no cachaba de que se trataba.



– Yo la encontré mortal, y eso que no la quise ir a ver cuento la daban el Hoyts porque me tincaba muy de tesisÂ…



-¡Que lo es!, interrumpe el Gordo.



Murillo continua: Sí pero está súper bien contada, además es una película bien hecha, bien realizada. Tiene una progresión genial, te agarra y no te suelta.



– Sí, Negro, y no es peli de suspense rasca, de esas en que estiran el tiempo para que te de susto y te desesperes, porque la solución ante la incógnita por la suerte del héroe, no llega nunca. Este es un suspense construido desde el argumento, desde la lógica de la historia, con una credibilidad a prueba de balas.



– Y lo que es espectacular Gordo, es el hecho que sea alemana, de alguna manera el abuso de poder es un género alemán.



– ¡No seai injusto con los pobres alemanes, Negro!



– Noooo, si no es por racismo Guatón, es por una cuestión de sonido, de fonética, como que en alemán se ladra mejor, fuera de que en la cultura alemana, hay una mezcla de meticulosidad, disciplina y aceptación de las jerarquías, que hacen que este tema sea mas creíble aún.



En esta parte de la conversación, una chica con el pelo corto pintado de rojo, un casco de moto en la mano y unos ajustado pantalones de cuero negro, se acerca y sin pedir permiso se les sienta en la mesa dirigiéndose al Negro.



– ¿Tú estabas en la Escuela de Cine también?



A Murillo se le pasa la depre rápidamente, y como la mina es bonita, no se demora un segundo en contestarle con los ojos brillando de interés.



– Sí, ¿tú también estudiaste en la Escuela?



– Sí, yo te cacho, tú te ganaste un premio en el festival de Viña el verano pasado ¿no? ¿me convidai un café?



Sin titubear un segundo, el Negro hace señas para que vengan a tomar un pedidoÂ… La chica, luego le pregunta a los amigos:



– Y ¿qué tal la peli?



EL Gordo, coqueto, le contesta mientras el Negro pide otro expreso sin azúcar:



– De eso hablábamosÂ…¿cómo te llamas?



– Tricia, contesta la chica. El Gordo continua dando su opinión sin dejar de tomar nota del nombre gringo de la cabra:



– Nos pareció muy buena, una de suspense sicológico en espacios confinados, como las mejoresÂ…



Tricia les dice mientras se toma el café:



– El actor, el de Corre, Lola, Corre, esta súper bueno, el reparto también, pero el romance me sobra. ¿Y vieron Bolivia?



Los dos contestan sin titubear: – Sí, si la vimos. ¿Y qué te parece?



La chica les dice sin ponerles mucha atención, atenta a la puerta, como si esperara a alguien:



– Ta re buena, solo que el final es una boludez. No es consistente con la historia construida desde pequeños eventos. Este tipo de cine tiene que ser coherente de principio a fin, y lo tienes que llevar hasta las últimas consecuencias. Al Adrián Caetano le pena la necesidad de un final clásico con anti-clímax, clímax y conclusión y por eso no deja que la peli se vaya simplemente a negro para indicar que no hay mucha historia que contar, que es solo un lúcido trozo de vida.



El Gordo está impresionado por lo justo de la opinión de la chica y pedante le replica:



– Es interesante con la sutileza con que Caetano va llevando la historia, sin imponer su punto de vista.



Murillo para no perderlas todas con la mina se ve obligado a meter la cuchara tratando de sonar inteligente:



– Es magnífica la austeridad de la fotografía, silenciosa y sugerente, explorando en forma pausada los rincones, las miradas, los cruces de situaciones y personajes de este mundo pequeño y específico.



Tricia impaciente con tanta retórica le dice al Negro:



– Disculpa Murillo, pero me importa una raja esa cámara que tanto te gusta -y que a veces ni siquiera llega a tiempo pa mostrar lo que debe- Pa mí la película salva por la forma directa con que nos habla desde ese pequeño rincón de un Buenos Aires de mierda, jodido por la crisis, donde todos se enloquecen estresados por la impotencia de no alcanzar a sobrevivir y no pueden permitirse ser honestos, justos o decentes. Caetano me importa por su lúcida mirada, porque desde lo ínfimo, desde la ausencia de drama, desde lo más pequeño, construye una metáfora que lo explica todo. Y por eso el final me cargó, por excesivo y grandilocuente. ¿Y vieron Lejos del Cielo también?



A los dos amigos, se le había bajado el budín ante la contundencia de la opinión. El Gordo estaba a punto de abrir la boca, cuando aparece un mina de un metro ochenta, rubia, sexy, de medias de lana y mini falda chilota. Se acerca a la mesa, les hace un gesto de saludo a los chicos y a Tricia la abraza, le da un tremendo calugazo y le dice:



– Discúlpame mi amor, pero me enredé en la Agencia y no pude salir antes.



Tricia le toma la mano y coqueta le contesta.



– No hay rollo mi cielo, Murillo me convidó un café y estuvimos conversando. ¿Vamos?



Las dos chicas se levantan, Tricia toma su casco y se despide con un gesto amistoso. El desilusionado Gordo solo alcanza a decir a guisa de despedida:



– ¿Y no íbamos a hablar de Lejos del Cielo?

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