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Tus deseos en fragmentos: en algún lugar de la memoria

Con una excelente puesta en escena y un envidiable despliegue técnico, la última obra del destacado director y dramaturgo nacional Ramón Griffero se transforma en un interesante trabajo sobre la materialización de los laberintos de la mente y sus particulares ilusiones.


Con versátiles y depuradas interpretaciones, Tus sueños en fragmentos se encarga de llevar a escena lo que el cine ha intentado por años: los pensamientos dentro de la cabeza del protagonista. Y lo hace de una manera tan bien construida que logra desarrollar un relato lineal, profundo, claro y emotivo de los deseos del personaje principal.



Además de la gran utilización de la escenografía, el montaje dirigido por Ramón Griffero basa su potencial en las notables caracterizaciones de Juan Pablo Ogalde, Alvaro Morales y Sebastián Layseca. Si bien Aline Kuppenheim y Paulina Urrutia realizan mas que buenas interpretaciones, no logran despegarse de sus conocidos parámetros de actuación, llevando a escena la esencia artística utilizada en obras, teleseries o largometrajes pasados, y así imposibilitando la opción de mostrar algo nuevo.



Por ello, todo el peso de Tus deseos en fragmentos recae inevitablemente en Ogalde, Morales y Layseca, quienes logran llevar a puerto en torno a su versatilidad, novedad interpretativa y frescura actoral, un trabajo complejo desde el punto de vista narrativo.



El subtitulo de esta obra es "irrupciones conceptuales" o mejor dicho "irrupciones emocionales". Es un texto que nace de emociones y percepciones que tratan de seguir descubriendo quienes somos. En general se escribe, ya que lo más cercano a hablar como se piensa es la escritura, por ello nadie habla como escribe. Pero en el teatro, como arte, el actor puede hablar como se escribe, y así develar recónditos espacios de la mente.



Esta obra es sobre una mente que recuerda, piensa. Son los fragmentos de una memoria encarnada por múltiples voces. Son, a su vez, deseos circunscritos al amor y a cumplir con nuestro ser social de relacionarnos también a través de esas áreas que no son las cotidianas o públicas, sino las íntimas.



A nivel de montaje se buscan formas para contener lo escrito, poéticas de espacio que se aúnan con la poética del texto. Como, instancias actorales que surgen quebrando la ficción hacia lo "performático" y quebrando lo "performático" para entrar a la ficción. Todos son deseos que se necesitan compartir.



Los personajes funcionan como hablantes, como voces que vuelven a emerger de un cuerpo olvidado o como memoria de otros. Alvaro Morales desarrolla el estado consciente de la mente, Sebastián Layseca y Aline Kuppenheim se conectan y desconectan en torno al sexo y al amor. Por su parte Juan Pablo Ogalde presenta la ansiedad que se siente antes de reunirse con un amante desconocido; y, por último, Paulina Urrutia recuerda la excitación de desear a un hombre y el placer de subir a un automóvil con él sin tener claro dónde va.



Desde los fragmentos del cerebro, Ramón Griffero nos sumerge mediante el oficio de los actores en la experiencia guardada en la memoria para plasmar así todo aquello que no se logró en un recuento de lo que fue, lo que no fue o lo que pudo haber sido.



En un gran despliegue creativo, el director, mediante un texto un tanto delirante, crea un puzzle de la cabeza del protagonista y lo plasma en las tablas para armar ese rompecabezas mental y revelar aquellas verdades sociales ocultas y los miedos de aceptar las propias.



Compleja, imaginativa, potente y reveladora, Tus deseos en fragmentos avanza en términos creativos hacia un horizonte social prometedor donde los laberintos mentales, llevados a escena por cada uno de los integrantes del elenco, funcionan como actor crítico ante una realidad cotidianamente vedada y concientemente oculta en algún lugar de la memoria.

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