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Crónicas Cínicas LVIII

Tengo sentimientos encontrados, Negro. Por un lado no es el tipo de cine que me gusta. Es una peli demasiado abstracta, que trata un tema: el de la soledad del poder y el del fracaso autodestructivo de aquellos que no saben manejar sus emociones, empaquetado en un estilo modernista rimbombante que me patea por lo anticuado.


El Negro Murillo y Teresa vienen de ver El Ciudadano Kane de Orson Welles. Teresa está muy sorprendida con lo que acaba de ver, aunque -como todo el mundo- conocía la reputación de la peli de ser una de las mejores en la historia del cine, nunca antes la había visto y ahora no sabe muy bien si le gustó o no. No entiende tampoco por qué se supone que es una gran obra maestra. Ante los ojos inquisidores de su pololo, que espera un comentario, prefiere quedarse callada. No tiene ganas de que la lección de cine empiece tan rápido. Prefiere digerir un poco lo que ha visto. El Negro intuye la situación y guarda silencio. Salen de la última función de la sala Dos del cine Alameda, sin abrir la boca y caminan sin decir nada en dirección a Irene Morales con intenciones de tomarse una cervecita en el Jaque Mate. Cuando se sientan frente a frente en el local, continúan mudos por un rato. Pero el Negro, siendo quien es, no se puede aguantar y rompe el silencio:



-Bueno mi amor y ¿qué le pareció?



-No seas hinchapelotas Negro, no quiero hablar de la película, no quiero que me des lecciones ni quiero que me digas lo que tengo que pensar.



El Negro defendiéndose y tratando de engrupirla le dice con ojos inocentes:



-Pero Tere, si el chiste de venir acompañado a las pelis es que uno después conversa sobre ellas. Es parte del placer



-Para ti será el chiste Negro, pero pa mí, que no cacho tanto como tú, es una lata a veces, sobretodo cuando no estoy muy segura de los méritos de lo que vi.



-Pero por eso es bueno dialogar, mi amor, pa intercambiar ideas ¿no?



-¿Intercambiar ideas? Tú no intercambias ni una güevá Negro ególatra. Lo que te importa es lucirte, porque sabes mucho mas que yo de lenguaje cinematográfico, y de seguro antes de venir te pegaste una grosa navegada para refrescar la memoria y lucirte ante la pobre ignorante Teresa ¿no?



-Que mal intencionado me crees, mi amor, si se trata solamente de despejar dudas y de cachar cositas que hacen más jugosas las pelis.



-¿Jugosas? Putas la metáfora rasca Negro, pero en todo caso quiero ponderar lo que vi por un rato. Así es que cállate por ahora y conversamos luego ¿ya?



El Negro se da cuenta de que va puro tener que esperar, porque Teresa no está dispuesta a caer en su juego. Así que cierra la boca, le mira los lindos ojos verdes, las buenas tetas que le encantan, los labios gorditos, el pelo azabache y las pecas de la cara que lo seducen a morir.



Pasa el tiempo. Cuando el Negro está ya aburriéndose y listo para pedir su segunda chela de la noche, Teresa lo sorprende con su primer comentario:



-Tengo sentimientos encontrados, Negro. Por un lado no es el tipo de cine que me gusta. Es una peli demasiado abstracta, que trata un tema: el de la soledad del poder y el del fracaso autodestructivo de aquellos que no saben manejar sus emociones, empaquetado en un estilo modernista rimbombante que me patea por lo anticuado. A la vez, cacho que tiene una estructura impecable y que lo implícito de cada secuencia es complejo y universal. O sea que es una película de gran densidad, que me hizo trabajar el coco, a pesar de lo gagá de la reflexión. ¿Me entendís?



El Negro fascinado por lo que acaba de escuchar, mira a su polola con la boca abierta. Sin detenerse a esperar una respuesta, ella continua:



-Lo que me pasa es que Welles dirige su artillería a estos súper hombres de la empresa, a los grandes magnates iconoclastas y ególatras que fueron los constructores del capitalismo en la revolución industrial de principios del siglo veinte. Revolución que ya pasó hace largo rato y que en nuestro consciente colectivo es tan inexistentes como Julio César, ¿cachai? Nuestra historia contemporánea es más situacional, más oculta y menos presente. Los malos son narcos, gángsteres, generales, fuerzas ocultas, viciosos o agentes de la CIA. Bill Gates vale callampa, nadie se lo imagina como un monstruo arbitrario que construye castillos absurdos, sino simpáticos palacios de cristal ultra tec ¿cachai? De esta famosa película entonces ¿qué nos queda? Nos queda solamente la forma, la audacia formal con que se hizo y en el tiempo en que se hizo. Y eso tiene que ver con el desarrollo del lenguaje cinematográfico y yo cacho que al 2003, mucha agua ha pasado bajo el puente para que los aciertos de Welles nos asombren o sorprendan. ¿O no?



Y mirando directamente a los ojos del Negro, Teresa sigue:



-Entonces, ¿qué más me puede interesar? ¿la foto de Gregg Toland? ¿la dirección de arte de Perry Ferguson? ¿el guión de Herman Mankiewicz? Todo eso no basta mi amor. O más bien a mí no me basta, porque desgraciadamente todos estos aciertos hoy son pan de cada día, cualquier pendejo usa la profundidad de campo, los clarooscuros violentos y los contrapicados, cualquier güeas usa racontos múltiples, narraciones episódicas y planos secuencias. ¿Cachai? Y además ¿armar una peli en torno a una palabra enigmática? Hoy día parece un poquito gil, ¿no? por muy rosebud que sea la palabrita.



Ante la larga explicación, Murillo guarda silencio. Sabe que no puede contestar cualquier pelotudez. Luego de pensarla un poco dice con una leve sonrisa:

-Es en verdad ambiguo tu punto de vista Teresita, la más bonitaÂ…



Teresa no lo deja continuar. Lo chanta a media frase diciéndole:



-Tómame en serio güeón, si no, me voy ¿oíste? ¡Nada de Teresita las más bonita! ¡Siempre me decís esa frase atroz de pendeja cuando te ponís a la defensiva! ¿ya?



-Perdona TereÂ… -Contesta el Negro, con cara compungida. Luego continúa:



-Lo que le decía mi amor es que su respuesta es ambigua, porque tiene que ver con el placer de ver y en eso estoy de acuerdo. Aunque uno también puede sentir placer al ver construcciones narrativas perfectas ¿no? Pero a lo que voy, es que también el lenguaje cinematográfico es importante, como lo es en todas las artes y en este caso, esta película es un momento de extrema luminosidad, donde se descubren modos, herramientas y formas nuevas. Son obras fundacionales, porque lo que dice Welles, lo dice con transparencia, con lucidez, y entonces todos podemos cachar dónde están los aciertos, las nuevas formas, los nuevos temas. Esta peli, como usted lo dice mi amor, tiene una gran variedad de nuevos elementos que se ponen en juego: algunos viejos, como la fotografía expresionista, la narración episódica y la profundidad de campo, y otros nuevos, como la dinámica al interior de la composición del encuadre, los traslapes de sonido y el constante uso del gran angular. Pero eso no lo es todo. Lo importante es el resultado final, la inteligencia con que estos elementos son usados para crear una experiencia estética superior. Entonces no es casualidad que todos los cineastas la usen como referente y como meta. ¿O Ud. cree que Tarantino habría podido hacer Pulp Fiction si Welles no existiera? ¿Tiene sentido Picasso sin la existencia de Velásquez?



-Lo que pasa Negro, es que a ti te fascina la estética cinematográfica y a mí no, ¿ves? Entonces, en un plano puramente intelectual, entiendo todo lo que me dices, pero cuando la estoy viendo, no me calientan tanto los aciertos y los logros estéticos del autor como a ti, y eso la hace mucho menos interesante o placentera para mí ¿cachai?.



-Eso es legítimo Teresita, legítimo, frente a ese argumento no tengo nada que decirÂ…



Cuando está diciendo eso, entra el hermano chico de Teresa acompañado de un par de amigos adolescentes -lo habían divisado en el cine-. El chico se acerca a ellos sonriente y con un palmetazo en la espalda a modo de saludo, le dice a Murillo:



-Con todo lo que chicharreaste Negro, vine a ver la peli del Ciudadano Kane puh, güeónÂ…yÂ… mahoma no mas compadre, mahoma. Un poco lenteja y muy re antigua compadre, tanto cuento pa contar la historia de un viejo de mierda y en blanco y negroÂ… La encontré ahí no más Negro, ahí no másÂ…. ¿Compadre? tú que cachái "n" de estas güeás, ¿cómo se consiguieron unos actores que fueran igualitos de joven y de viejos? Esa estuvo buena ¿no? -y sin detenerse a escuchar, continúa- ¿cierto que el director es el que hace del viejito que quería unos puros? ¿No? A este loco le da con que era el KaneÂ…



Dice esto indicando a uno de sus amigos. El Negro le dice sonriente:



-Tu amigo tiene razón Pato, el director es el viejo Kane y más encima la hizo cuando tenia 24 años.



El chico asombrado lo mira incrédulo y comenta:



-Putas el loco bacán Negro ¿y qué pasó con él?



Murillo lo mira triste y le dice:

-Hace rato que se murió un poco abandonado, Patito, pero algunos, todavía nos acordamos de élÂ…





* Realizador, crítico y profesor de cine

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