Publicidad

Rosa Ramírez interpreta a ícono de la causa por los Derechos Humanos

“La Ana no puede llorar” se llama el montaje dirigido por Mabel Guzmán sobre la intimidad y fortaleza de Ana González de Recabarren, que no ha dejado de luchar por encontrar a su marido, hijos y una nuera embarazada, desaparecidos en abril de 1976.


Ana González de Recabarren (85) tal vez sea  una de las personas más dañadas por la dictadura militar de Augusto Pinochet. Desde que su marido, dos hijos y una nuera embarazada de tres meses desaparecieron el 29 y 30 de abril de 1976, ella ha consagrado su vida a encontrar la verdad y mantener vivo el recuerdo de su familia. Como ícono de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) y de la violencia de la dictadura, su caso ha sido abordado en diferentes reportajes. Hoy, en cambio, es una obra de teatro la que se adentra en su vida íntima para conservar la memoria: “La Ana no puede llorar”.

El texto fue escrito en 2004 por la dramaturga Patricia Araya, tras cuatro años de entrevistas. Sin embargo la directora Mabel Guzmán y su elenco partió los primeros días de 2010 a entrevistar a Ana. “Había muerto otra de sus hijas, Ana María, dos años después de enterarse de que su hermano Luis Emilio pudo haber sido arrojado al mar. Son cosas que van pesando, pero aunque Ana ha perdido energía, no ha perdido su vitalidad”, cuenta Mabel Guzmán.

El montaje se adentra en la intimidad del núcleo familiar de los Recabarren-González, a través de los recuerdos de Ana, una mujer atípica para su época que terminó la educación media y que se plantea como trabajadora, esposa y madre. Una mujer representativa de los valores más reconocidos de nuestro país como son la solidaridad, el esfuerzo y la entrega por los otros, un ejemplo de tenacidad y capacidad de lucha por la vida.

La historia no es lineal. Entre los recuerdos de Ana aparecen hitos de su vida como sus primeras miradas con Manuel Recabarren en una reunión del Partido Comunista, su intento de matrimonio postergado por el atraso de su suegro, el nacimiento de alguno de sus hijos, la desconfiada búsqueda de sus familiares en el Ministerio de Defensa y su esperanzado acercamiento a la Vicaría de la Solidaridad. Y obviamente las desapariciones de su esposo Manuel y sus hijos Manuel Guillermo y Luis Emilio, más la esposa del último, Nalvia Rosa Mena, quien se encontraba embarazada y cuyo hijo de 2 años y medio, Luis Emilio, fue dejado en la calle por los agentes represivos. Un niño que hace un par de años la diputada Karla Rubilar confundió con su padre y dijo que estaba vivo en Suecia.

“Tenemos la necesidad de enfrentar el tema desde el lado humano, más que desde el lado político. Queremos que el público se identifique con esta familia, que volvamos a abrazarnos pero insistiendo en encontrar la verdad. Tiene que ver con una lucha por el respeto por el dolor y la humanidad, por el derecho a sepultar a los seres amados”, explica Mabel Guzmán.

La escenografía no es realista. Está delineada por diferentes tipos de marcos que a veces funcionan como ventanas y otras como puertas, pero que inevitablemente remiten al vacío que quedó en la familia de Ana González tras la desaparición de cinco de sus miembros. Según la directora, “esos marcos son la memoria”.

“Cuando desparecieron sus familiares y hubo que recuperar material visual para buscarlos, Ana se dio cuenta que no tenía fotos actuales. De ahí en adelante empezó a fotografiar todo. No sólo tiene fotos de su familia sino también con el Papa Juan Pablo II, Michelle Bachelet, Felipe Camiroaga, Miguel Bosé, Joaquín Sabina. Donde la invitan, foto, su casa parece un museo a partir de 1976”, cuenta la directora, quien espera hacer su contribución a la memoria con esta obra: “ Hay gente que habla de dar vuelta la página, pero yo no tengo cara para decirle a la Ana que se olvide de su marido, de sus hijos y siga adelante. No podemos permitir que el terremoto y el cambio de gobierno sepulte estos temas. No podemos quedarnos de brazos cruzados”.

Por último, el elenco está encabezado por la actriz y directora de la compañía Gran Circo Teatro, Rosa Ramírez Ríos, junto a Lilian Vásquez, Gonzalo Pinto, Jiovani Ángelo y Micaela Sandoval, hija de Rosa.

“La Ana no puede llorar”.

Dirección: Mabel Guzmán.

Dramaturgia: Patricia Araya.

Elenco: Rosa Ramírez  Ríos, Lilian Vásquez, Gonzalo Pinto, Jiovani Ángelo y Micaela Sandoval.

Diseño escenográfico: Verónica Rojas Torrejón (“Todos saben quien fue”).

Diseño de vestuario: José Luis Plaza (“La Negra Ester”).

Diseño de Iluminación: Natalia Manzor (“Mi mundo Patria”).

Fotografía: Claudio Jara.

Lugar: Casona del Gran Circo Teatro, República 301 (Metro República).

Funciones: viernes y sábado a las 20:00 horas, desde el 28 de mayo al 12 de junio.

Valores: Entrada general $ 4.000 / estudiantes y tercera edad $ 2.500 / grupos de 5 estudiantes $ 2.000 cada uno.

Publicidad

Tendencias