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Ferran Adrià: «No hay comida rara, sino gente rara»

El chef, una de las cien personas más influyentes del mundo según la revista Time, insistió durante su visita a China que, en cuestiones culinarias, «no hay rarezas», y que las diferencias en las dietas tradicionales orientales y occidentales radican en matices culturales: «mientras en Europa se come cangrejo, aquí saltamontes».


El chef Ferran Adrià, de visita en Beijing después de casi una década de viajes esporádicos al país asiático, aseguró este jueves que «no hay comida rara, sino gente rara», en lo que a gustos gastronómicos se refiere, y sí un placer compartido por el ritual de sentarse a la mesa entre los chinos y los españoles.

«Nos gusta estar un buen rato, comer bien, reírnos y disfrutar», destacó el creador de elBulli en el Instituto Cervantes de Beijing, donde impartió una conferencia magistral sobre innovación y creatividad auspiciada por la empresa Telefónica.

El chef, una de las cien personas más influyentes del mundo según la revista Time, insistió en que, en cuestiones culinarias, «no hay rarezas», y que las diferencias en las dietas tradicionales orientales y occidentales radican en matices culturales: «mientras en Europa se come cangrejo, aquí saltamontes».

«De modo que vosotros -puntualizó-, lleváis en la vanguardia mucho más tiempo».

Con decenas de galardones acumulados, entre ellos tres estrellas Michelín, Adriá recordó en la capital china que las claves de su éxito están en la creatividad, la pasión y la libertad con las que ha trabajado siempre, premisas que ha intentado aplicar día a día desde que abrió elBulli en 1987.

Esa apertura de mente es fundamental no sólo para crear nuevos platos, sino también a la hora de degustarlos, consideró Adrià, y enfatizó que, además, una de las cosas más importantes es que «la comida te puede conducir a la reflexión».

«A mucha gente no le gustaba elBulli, pero seguía yendo porque le hacía reflexionar», matizó.

Y es que Adrià, tanto entre fogones como encima de un escenario, está en las antípodas de la convención y los formalismos.

Con dos naranjas en mano, simbolizando Oriente y Occidente, el revolucionario chef catalán dio un repaso a la historia culinaria mundial y a las influencias intercontinentales gastronómicas, nombrando, entre otras, la cocción de las verduras en Asia como antesala de la ‘nouvelle cuisine’ francesa.

El impulsor de la cocina molecular -o deconstructivismo, como él prefiere llamarla- incidió en que sus platos, a pesar de su aparente sofisticación, no son más difíciles de hacer que los artesanales ‘bauzis’ chinos, redondas masas de pan al vapor rellenas de carne o vegetales.

Otra clave fundamental para él es que, en esa amplia gama de manipulación que ofrecen los alimentos, hay que ser polémico y arriesgado para poder dar un salto más allá y situarse en la vanguardia.

«A mí me decían que hacía cosas marcianas, pero, si no es así, no se puede comenzar nada que sea revolucionario», consideró.

Su objetivo ahora es transmitir que la cocina no cumple únicamente funciones nutritivas o placenteras, sino también invita a la reflexión y a la experiencia, un lujo que, recordó, es posible sólo en lugares en los que «la comida es abundante y la población no corre el riesgo de pasar hambre».

Esa idea es la que Adrià pretende llevar a la práctica en el nuevo rumbo de elBulli cuando abra en 2014 -después de su clausura el pasado julio- con dos grandes transformaciones: será una Fundación y un centro de investigación dedicado a la innovación y a la creatividad gastronómica.

En ese nuevo ambiente, también ubicado en el envidiable paraje de Rosas (Gerona), Adriá continuará inculcando a sus millones de seguidores que su cocina, como él dice, «es una filosofía de vida».

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