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«La piel extensa», antología visual de la voz de Neruda

«La piel extensa», antología visual de la voz de Neruda

El libro reúne cincuenta y cinco poemas en siete apartados temáticos que condensan el espíritu de la obra de Pablo Neruda (1904-1973), sus diversas épocas estilísticas y los temas que le preocupaban.


El poeta chileno Pablo Neruda dejó para la posteridad un torrente de versos entusiasta y colorista a los que ahora ha puesto imagen el ilustrador Adolfo Serra en la antología «La piel extensa», dirigida a un público juvenil.

El libro, publicado por Edelvives, reúne cincuenta y cinco poemas en siete apartados temáticos que condensan el espíritu de la obra de Pablo Neruda (1904-1973), sus diversas épocas estilísticas y los temas que le preocupaban.

«El amor», «La poesía», «El mar», «El tiempo», «Un espacio para los sentidos», «La naturaleza en vuelo» y «Al final unas preguntas» son los capítulos en los que está dividida esta antología, seleccionada por los poetas Gerardo Beltrán y Abel Murcia.

Ambos antólogos, residentes en Polonia, son conocidos en el ámbito de la poesía en español por ser los traductores de referencia de la premio Nobel Wislawa Szymborska y otros poetas polacos contemporáneos.

Una pequeña introducción sitúa a Pablo Neruda en el tiempo y recuerda que el niño Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, nacido en Parral un 12 de julio de 1904, llegaría a lo más alto de la literatura mundial al otorgarle la Academia Sueca el Premio Nobel de Literatura en 1971 a Pablo Neruda, nombre que había adoptado muchos años atrás.La piel extensa

En sus «Rastros de un yo oceánico», la obra atestigua su etapa como diplomático y activista político, siendo cónsul de su país en Barcelona, Madrid y Buenos Aires, así como su compromiso social en publicaciones como «España en el corazón» o «Tercera Residencia», en los que se ven ecos de la Guerra Civil española o la Segunda Guerra Mundial.

Su activismo político le llevó al exilio entre 1949 y 1952, aunque sobre todo Neruda fue un poeta de lo cotidiano, como se refleja en «Odas elementales» y en sus más de cuarenta obras publicadas, por las que recibió numerosos galardones.

Aunque murió un 23 de septiembre de 1973, los poetas —según el prólogo— «no mueren como todos los demás seres humanos. Mueren un poco menos» y permanecen entre los versos de sus poemas «escondidos entre verbos y adjetivos, entre adverbios y nombres».

Para la posteridad quedarán poemas universales como los de su obra más popular: «Veinte poemas de amor y una canción desesperada», probablemente la colección de poemas de amor más leída del mundo, publicada cuando el poeta tenía solo 19 años y reeditada en incontables ocasiones.

En el apartado dedicado a sus poemas de amor, Gerardo Beltrán y Abel Murcia recuerdan que Neruda empezó a escribir poemas de amor cuando era prácticamente un niño y «siguió escribiéndolos durante toda la vida», metiendo en las palabras, como si fueran pequeñas cajas, «desde su amor adolescente hasta su último amor».

Así, en estos poemas incluyó a algunos de sus amores reales: Teresa, Albertina, Laura, Maruca, Delia o Matilde, mientras que otros amores solo vivieron en sus poemas.

«Deber del poeta», «El golpe» o «Oda al viejo poeta» son algunos de los versos incluidos dentro del apartado de la poesía, mientras que entre los que ensalzan al mar destacan «Yo volveré», «Llama el océano» o «Barcarola».

«Oda al tiempo», «¿Y cuánto vive» o «El olvido» forman parte del apartado dedicado al paso del tiempo; «Vida y muerte de una mariposa» o «La creación» (Un espacio para los sentidos); «Una rosa» o «Pájaro» (La naturaleza en vuelo); y «Por boca cerrada entran las moscas» cierre el apartado titulado «Y al final unas preguntas».

El español Adolfo Serra ha puesto imagen a los versos del poeta chileno, con unas ilustraciones coloristas y metafóricas que tratan de reflejar los sentimientos de Neruda y en muchas de las cuales aparece el propio escritor ataviado con su característica gorra.

Árboles, pájaros, mariposas y peces de todos los colores pueblan las páginas de esta antología para acompañar los versos del poeta, plagados de naturaleza y los seres que la habitan.

«En qué medita la tortuga? Dónde se retira la sombra? Qué canto repite la lluvia? Dónde van a morir los pájaros? Y por qué son verdes las hojas?», se pregunta el poeta en «Por boca cerrada entran las moscas», último verso de esta antología en la que el poeta se responde a sí mismo: «Es tan poco lo que sabemos y tanto lo que presumimos, y tan lentamente aprendemos que preguntamos y morimos».

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