Publicidad
El Fondart y la concursodependencia que tiene al teatro en cuidados intensivos Rescate del Teatro del Puente reaviva debate sobre precariedad del sector

El Fondart y la concursodependencia que tiene al teatro en cuidados intensivos

De los 62 teatros existentes en Santiago, la mitad son independientes y ocho han cerrado en los últimos dos años por falta de financiamiento. El Estado confunde el Fondart con política cultural y los privados sólo hacen apuestas seguras.


Teatro El PuenteFoto: Javier Liaño

Teatro El Puente
Foto: Javier Liaño

“Un apostolado”. Así definen algunos del sector la actividad teatral, cuya sostenibilidad volvió a estar en el tapete con el anuncia cierre –y posterior rescate- del Teatro del Puente de Santiago, salvado gracias a la mano que le tendieron la Municipalidad de Santiago y el Consejo de la Cultura.

“El tema ha sido resuelto por las organizaciones propias, pero es una solución privada. El tema de las salas independientes en todo Chile persiste y se agrava”, advierte Alejandro Castillo, presidente del sindicato de actores (Sidarte).

Según un catastro del sitio web soloteatro.cl, en 2011 había 62 espacios en Santiago -algunos de los cuales tenían más de una sala- y de los cuales 32 eran independientes. Sin embargo, de entonces a la fecha ocho cerraron, otros siguen pero con actividades distintas a la teatral y varios tienen una programación ocasional, según Kjesed Faundes, directora de comunicaciones del sitio.

“Hay una política cultural estatal deficiente, que no se hace cargo de financiar proyectos culturales a largo plazo ni de solucionar las problemáticas de fondo”, critica la actriz y dramaturga Camila Le-Bert. “El caso del Teatro del Puente y del centro de investigación La Memoria son ejemplos de esto.”

En el caso del Teatro del Puente, Faundes apunta a que como en varios casos si bien se trata de un espacio cedido en comodato, usualmente disponer meramente de un lugar no es suficiente para realizar la actividad. “Sólo el pago de cuentas como la luz, por los focos, es altísimo”, señala.

En Sidarte reconocen que hay una política cultural, pero lamentan que esta “ha estado apoyada y marcada fundamentalmente por el concepto ’promocional’, es decir ‘un producto’ que debe ser insertado aquí o allá”, lo que deja fuera los elementos constitutivos de la cultura y el arte, como son la investigación y la creación en el más amplio sentido de esos conceptos.

Fondartdependencia

Un diagnóstico general en el sector es que hay una “concursodependencia”, en la que el teatro está sometido a la arbitrariedad de criterios del Fondart. “La diversidad de los miles de proyectos que se presentan, lo disímil de los jurados, no permiten configurar lineamientos claros hacia dónde se pondrían encaminar los proyectos beneficiados con estos fondos”, dice el presidente del Sindicato de Actores. Castillo advierte que si bien estos fondos deben incrementarse “en sí mismos no constituyen política cultural”.

El Fondart “permite financiar sólo por un periodo limitado de tiempo algunos proyectos, pero no permite su proyección en el futuro”, afirma la gestora cultural Ximena Guzmán. “Debería existir una subvención permanente por parte del Estado”, afirma la coordinadora de talleres de la Corporación Cultural de Peñalolén.

Sidarte propone una acreditación de salas independientes en Chile y una subvención directa del Ministerio de la Cultura y las Artes para sus gastos básicos operacionales, dado que el fisco ya “financia directa o indirectamente a múltiples actividades productivas y organizaciones empresariales”.

Para Faundes la solución no sólo es crear conciencia entre los privados y fomentar el mecenazgo, sino también en estimular la audiencia. Estima que una opción es el subsidio por ticket privado, que existe en Europa, y con el cual el Estado paga una parte de la entrada.

En el sector también apuntan a los privados. “No sienten la necesidad de aportar al desarrollo cultural del país o no se sienten beneficiados al hacerlo. La empresa privada en general aporta con auspicio a la realización de grandes eventos de raigambre más popular y masivos. En este caso, ¿quién apuesta por el teatro independiente, por ejemplo?”, se pregunta Guzmán. Sólo apoyan material “de éxito”, pero nada de investigación y menos de crítica, añade Castillo.

“Finalmente, son los propios artistas quienes terminan por proponer soluciones a los problemas de cultura dentro de sus proyectos de teatro. Ya no sólo deben crear, trabajar sin sueldo y generar nuevos lenguajes sino que, además, se ven obligados a transformarse en gestores culturales improvisados”, lamenta Le-Bert.

Publicidad

Tendencias