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Tejas Verdes y el huevo de la serpiente Presentación de libros

Tejas Verdes y el huevo de la serpiente

Faride Zerán. Académica de la Universidad de Chile. Premio Nacional de Periodismo 2007.


el despertar de los cuervos

Estamos ante un libro sobre la tortura. No la tortura en general sino en Chile,  así lo reitera  su autor, el joven periodista Javier Rebolledo en  las páginas iniciales de este texto de cerca de 400 páginas, “El despertar de los cuervos. Tejas Verdes, el origen del exterminio en Chile”, que Ceibo Ediciones presenta a 40 años del Golpe de Estado.

Estructurado en los relatos de vida y espanto  de cuatro jóvenes detenidos en Tejas Verdes, Ana , Olga, Anatolio y Feliciano, y de un quinto, Patricio Salvo, un militar que se levanta como testigo de cargo del horror, este texto va desplegando paralelamente y como un  protagonista central el origen, desarrollo y modus operandi  de la DINA, el siniestro organismo de represión organizado por el oficial de ejército Manuel Contreras al interior del campo de concentración del Regimiento Tejas Verdes, que él comandaba, en la provincia de San Antonio.

Y es en este punto donde se centra la trama. En la investigación documentada de cómo se van reclutando los cuadros militares y civiles que conforman este siniestro aparato que creció y se desarrolló al amparo del estado chileno con el objeto de perseguir, torturar, martirizar, y asesinar a cientos de miles de hombres, mujeres y niños.

En el espacio donde transcurren estos relatos, en las malolientes  mediaguas o galpones donde se hacinan las dignidades ofendidas y humilladas, se van probando los métodos e instrumentos de quienes usarán la tortura como arma cotidiana para doblegar a un país. Es el huevo de la serpiente anidado en las instalaciones del ejército de Chile, bajo el manto protector del régimen de Pinochet.

En este segundo libro de Javier Rebolledo aparecen dos constantes que constituyen una impronta de su joven autor. La primera, la contundente investigación periodística que arroja detalles inéditos aunque sospechados de cómo y quiénes conformaron esta banda terrorista al amparo del estado.  La segunda, la capacidad de nombrar, de encontrar las palabras que describen el horror.

No es la escritura o la vida, como Semprún en su relato de los horrores de Buchenwald, o las sentencias de Primo Levi luego de describir su infierno en el holocausto.

Javier Rebolledo se sumerge de lleno en los túneles que nos conducen a lo innombrable, se mete en el alma herida de Olga, luego de ser violentada sexualmente por sus captores;  en las estrategias de sobrevivencia de Ana; en las angustias de Feliciano por la suerte de Alamiro, su hermano; en la desesperación de Anatolio, por el paradero de su hija en manos de vecinos;  y en los vericuetos de la conciencia de  Patricio Salvo, su Jorgelino Vergara en este segundo libro,  para nombrar una vez más y sin ninguna contemplación cada vejación, cada espanto para que quede en letra de molde, para que no podamos cerrar los ojos y esperar a que las palabras impresas se esfumen, para que nos de verguenza, y para que nuestros hijos, y los hijos de los hijos sepan  cómo fue la ignominia.

Sí, aquí en este libro están los nombres y las fotografías  de los civiles y militares que perpetraron los crímenes. Aquí está la lista de médicos, siquiatras y enfermeras que violaron todas las normas éticas para ser parte del aparato del terror, algunos de los cuales siguen trabajando sin problemas.. Sí, junto a otros nombres está y se repite el del flamante ex alcalde de esta comuna, Cristián Labbé, quien es parte de las sesiones de tortura en Tejas Verde,  y es reconocido no por una sino por varias personas, incluyendo el propio militar Salvo.

Aquí están las pruebas  de que junto a Labbé, miembro de la Brigada Mulchén de la Dina, también participaba  el actual diputado de RN Rosauro Martínez. Aquí se muestra que  otro connotado criminal, el notario de la DINA Hernán Blanche,  requerido hasta hace poco en programas de farándula de TVN, sabe y fue cómplice de adopciones ilegales de hijos de detenidos desaparecido.

En fin, este libro no nos habla del pasado sino sobre todo del presente. Del país que hemos construido, de la justicia, de sus medios de comunicación, de la sociedad chilena.

Porque este libro también nos hace preguntarnos sobre la responsabilidad  política de los civiles que apoyaron al régimen. Nos hace preguntarnos acerca del silencio cómplice de una ciudadanía  que se cobijó en una supuesta ignorancia; en los vecinos de las centenares de casas de torturas ubicadas  de Arica a Punta Arenas que nunca se preguntaron por qué circulaban sus vecinos en pleno toque de queda, o  por qué   descendían  de los vehículos cerrados  hombres y mujeres  con vendas en los ojos.

¿Dónde estaban los medios de comunicación cuando en el país la detención arbitraria y la tortura eran políticas de estado? ¿Dónde estaban los civiles que apoyaron al régimen militar y que aún hoy no acusan recibo de los crímenes cometidos? ¿Dónde estaban los vecinos de las casi quinientas casas de tortura que funcionaron en el país? ¿Acaso nadie escuchó el lamento de las víctimas?¿Ninguno se sorprendió de los movimientos inusuales en esas moradas del terror?

La lectura de “El despertar de los cuervos. Tejas Verdes, el origen del exterminio en Chile” no nos deja indiferente. Y no sólo por la densidad y fluidez narrativa alcanzada por el autor. También, porque aporta nuevos antecedentes y pruebas concretas de lo que Rebolledo  denomina “el principio de la maldad en Chile”, o de  cómo la  serpiente depositó su huevo hasta conformar su siniestra maquinaria profesional destinada a  la tortura de los opositores políticos.

Mientras escribo esta presentación tengo la imagen de un joven de 26 años arrodillado en el living de la casa de sus padres, exhibiendo las marcas horrendas en su torso desnudo.

Era enero de 1974, y pocas horas antes había sido lanzado desde un camión frigorífico en las cercanías de la Estación Central. Había estado casi tres semanas en Tejas Verdes, luego de ser detenido en Londres 38 donde también había sido torturado.

Entre sollozos nos narró cada detalle de su detención. La corriente, los vejámenes sexuales, los  golpes, los gritos, el horror. Era Sergio Trabucco, mi pareja, y esa mañana de enero el tormento estaba plasmado en sus ojos.

-Sin dejar de lado las desapariciones  ni las ejecuciones, nos dice  Javier Rebolledo en la introducción,  este libro, a diferencia de “La danza de los Cuervos” se concentró en los que quedaron vivos. Por ende, prosigue, es un libro a cerca de la tortura. Contada por boca de las mismas personas que la vivieron, tal y cómo la padecieron en el núcleo de la creación de la tortura. Y concluye:  “Nunca nada en la vida me había resultado tan aterrorizante, desgarrador y emocionante como poder contarlo”-

Junto a la seriedad y profesionalismo del investigador  este sentimiento de desgarro se  percibe en cada página. Pese a todo lo que ha leído y escuchado, el autor no ha perdido su capacidad de asombro. A 40 años del golpe, esperamos que nadie la pierda porque, como lo prueba este libro, los asesinos andan sueltos y están entre nosotros.

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