Publicidad
Pintor Víctor Castillo: «La política, la religión y la economía son una farsa. Una gran mentira» Parte de las obras de este pintor pueden verse en la galería de Isabel Croxatto

Pintor Víctor Castillo: «La política, la religión y la economía son una farsa. Una gran mentira»

Tatiana Oliveros
Por : Tatiana Oliveros Artista, colaboradora de El Mostrador Cultura
Ver Más

Las obras de este pintor chileno parecen divertidas, pero en el fondo no lo son. Con lenguajes sacados del cómic y Goya como uno de sus referentes, Castillo presenta una mirada desencantada de la realidad en que denuncia la farsa de la política, la religión y la economía. De formación autodidacta, este artista radicado actualmente en Los Ángeles, EE.UU, desconfía también de las escuelas de arte, que a su juicio, atentan contra la libertad creativa.


Víctor Catillo Foto: Javier Liaño

Víctor Catillo
Foto: Javier Liaño

¿Cómo empezaste a desarrollar tu trabajo?

Yo me empecé a desarrollar como pintor cuando me fui de Chile. Antes de eso tuve clases de arte en el Arcis y en la Católica, pero en ninguno de los dos casos terminé la carrera y nunca tuve clases de pintura. El 2004 me fui a España y empecé hacer graffiti, principalmente porque comencé a hacer amistad con graffiteros europeos que estaban viviendo en Barcelona, y ahí comencé a tomarme más en serio la pintura.

¿ Y por qué motivo te fuiste a Barcelona?

Me fui porque me seleccionaron para participar en el Festival de Arte Contemporáneo de Barcelona que se llamaba BAC (Barcelona Arte Contemporáneo) y me invitaron para pintar un muro. Entonces cuando surgió esta oportunidad de ir a Europa y probar suerte la aproveché, porque además creo que llegué allá en el momento indicado porque en muy poco tiempo se me abrieron muchas puertas y decidí quedarme y comenzar a desarrollarme como pintor. Ahí comencé a trabajar con la galería Iguapop, que era la galería emblemática en esa época en Barcelona en todo lo que era el pop, el graffiti, el diseño vinculado con la música. Entonces entro en ese mundo de manera muy fácil y rápido. Me recibieron súper bien, llegué en el 2004 a Barcelona y en el 2005 ya estaba instalado trabajando con Iguapop.

¿En Chile no se te dieron esas garantías para trabajar?

En Chile hay pocas oportunidades, es muy pequeño y muy competitivo y no logré lidiar con eso. Mi naturaleza no es competitiva. No me sentí nunca cómodo con lo que sucedía acá, a pesar de que sí aprendí mucho en la escuela. Trabajé con amigos y artistas con los cuales también aprendí muchas cosas, pero llegó un momento en que me di cuenta de que en Chile no tenía muchas oportunidades de proyección,… cuando me fui sentía que no tenía futuro acá. Yo lo que sé de pintura, lo aprendí fuera de la universidad. Me considero un pintor autodidacta. Acá si tu quieres ser artista tienes que estar de alguna manera vinculado a las escuelas de arte y como no era mi caso, quedé como solo, y enfrentarte solo a un medio con pocas oportunidades era como luchar contra molinos de viento, literalmente no tenía sentido.

¿Crees que esto de poder irte fuera de Chile y no tener que desarrollar una carrera vinculada a lo académico te permitió desarrollar mejor tu trabajo?

Por supuesto, lo más importante que logré al llegar a Barcelona fue la libertad, la libertad tremenda de hacer lo que yo quería hacer, sin tener que justificar cada línea que hacía, y al estar vinculado con las escuelas de arte te exigen un marco teórico constante y eso de alguna forma coarta la libertad creativa. De hecho yo creo que las escuelas de arte pueden ser peligrosas para la originalidad, porque moldean a los alumnos. Entonces para mí irme de Chile fue ser libre, en cierta forma. De hecho fuera de Chile jamás me preguntan si estudié arte, ni me piden el currículum, pero acá es lo primero que te preguntan. Entonces el irme de Chile fue un cambio radical y una libertad tremenda. De hecho la galería con la que empecé a trabajar un día me dijeron algo que para mí fue un antes y un después. Me sentaron y me dijeron muy claramente: “Nosotros queremos que tú pintes, olvídate de todo lo demás. Nosotros nos hacemos cargo de todo, nosotros te pasamos un taller, tú pinta y haz lo que quieras”, es muy difícil que alguien te proponga algo como eso acá. Entonces de ahí en adelante empecé a pintar con mucha libertad.

¿Y cómo fuiste desarrollando tu técnica?

Mi técnica de pintura parece ser clásica, pero no lo es, porque para empezar es acrílico, y lo que yo hago es imitar la academia, y como yo aprendí por mi cuenta la pintura, lo que hago es un truco que parece pintura académica y creo que por eso hay mucha gente que cree que soy ilustrador, porque realmente no estoy pintando como la academia, aunque lo parece. Lo que pasa es que  manejo la luz de una forma que parece académica y eso en mi trabajo es simple intuición, es algo natural, siempre lo he desarrollado en mi trabajo, entonces es la ilusión de una pintura académica pero no lo es. De hecho considero que mi trabajo esta más vinculado con el cómic que con la pintura clásica.

Ilustración de Coré

Ilustración de Coré

¿Tienes referentes pictóricos que son importantes para tu trabajo?

Sí, tengo muchos. De hecho comencé a pintar cómic cuando tuve acceso a través de Internet, cuando estaba en Chile, a todo lo que era el surrealismo pop, que es un movimiento que nació en Los Ángeles, California, del cual ya no me siento vinculado. Creo que aún tengo algunas conexiones con ellos. Pero ahora tomé un camino muy diferente. Lo que me interesaba de sus trabajos fue que ellos fueron los primeros que comenzaron a introducir en la pintura imágenes del low art, que se puede definir como de baja categoría, no perteneciente a la academia, donde mezclan cómic, tatuajes, santería, toda esa cultura pop. Descubrí un camino que podía seguir, pero uno de mis grandes ídolos es Coré, el ilustrador chileno. Él por ejemplo soluciona las luces, las texturas, los colores con tres trazados, que es lo que a mí me gustaría llegar a poder hacer en algún momento.

También es súper importante mencionar a Goya entre mis influencias, porque Goya me cambió la forma de sentir la pintura y la forma de entender la luz también. Antes de ver su obra mis pinturas eran planas, colores planos en donde casi no había sombra. Después de ver su trabajo el mío se volvió más oscuro y esta oscuridad ha aumentado con el tiempo. Para mí fue un shock cuando lo vi. Lo había visto en libros, pero verlo en directo fue uno de los grandes impactos de mi vida como pintor. Cambió el aspecto sentimental respecto a la pintura. Antes para mí la pintura era un medio, un lenguaje para decir cosas, pero no me importaba mucho la técnica, pero después de ver a Goya sentí de otra forma la pintura, entendí lo que era la pintura, se volvió más personal… fue muy importante.

En los personajes de tus pinturas se nota también que hay elementos muy oscuros, por ejemplo el vacío de la mirada, y la nariz de salchicha. ¿Qué nos puedes decir de estos recursos?

Es como un retrato tragicómico del contexto contemporáneo a través de estas pequeñas historias que parecen sacadas de cuentos para niños, entonces lo que hago es un poco coquetear con la infancia pero retorciéndola para mostrar una especie de espejo del contexto contemporáneo donde en realidad todo es una farsa y por eso es siniestro, porque estoy contando historias, o por lo menos eso trato, de las cosas como son. Todas las cosas que nos han enseñado desde chicos son una farsa: la religión, la política, todo eso para mí es una gran mentira. Entonces esta nariz de salchicha recuerda payasos, porque para mí el humor es súper importante, porque no me interesa ser trágico. Creo que con el humor es más fácil desmitificar cosas; cuando uno es trágico al final es una lata.

¿Y qué temas te interesan más: la política, la religión?

Todos me interesan. Tengo una visión desencantada del futuro, de hecho mi próxima exposición grande en Los Ángeles se llama «Futuro esplendor» y tiene que ver con que siento que vamos en un muy mal camino. Yo miro con desencanto y con tristeza el camino que está tomando la política, la economía, no veo futuro en realidad y en ese sentido se vuelve muy político lo que yo hago porque se ve y se entiende ese desencanto, que a veces es también como una rabia, pero es una rabia contenida, entonces definitivamente mi trabajo parte de ahí, de que el hombre se come al hombre, es como si viviéramos un poco en las cavernas todavía. A pesar de que todo se puede ver tan sofisticado, vivimos una gran ilusión.

Actualmente resides en Estados Unidos,  ¿qué opinión tienes de lo que está pasando en Chile? ¿Chile ejerce algún tipo de influencia en tu trabajo?

Creo que siempre Chile va a influir en mi trabajo, nunca voy a dejar de ser chileno, nunca voy a dejar de sentirme chileno, pero yo creo que Chile sólo ha cambiado en la superficie, creo que en el fondo sigue igual, la misma competencia, la falta de oportunidades en el mundo del arte, y eso es triste, pero lo que me alegra es que veo mucho talento en la gente joven, veo muchas ganas, veo muchos espacios alternativos que se están abriendo, lo cual no significa necesariamente de que hay un mercado de arte. En ese sentido vivir del arte acá sigue siendo difícil, por lo menos para el grueso de los artistas jóvenes, entonces creo que lo que pasa en Chile es muy similar a lo que pasa en Los Ángeles, en que todo esto es un  ilusión, todo este boom económico es una ilusión. No creo que vaya a durar mucho tiempo. Uno analiza la situación económica y creo que es lo mismo que pasó en otros lugares, por ejemplo en España o en Estados Unidos, donde se infló la economía de una manera ficticia y después eso tiende a caer. Entonces creo que Chile sí ha cambiado mucho, pero en la superficie. Hay más ganas, mucho talento, pero en el fondo sigue igual, lamentablemente.

 

Publicidad

Tendencias