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Luis Dubó y su visión del cine: “se puede hacer crítica al sistema, a la gente que se entretiene con el poder”. El actor ha ganado prestigio con la interpretación de «monstruos sociales»

Luis Dubó y su visión del cine: “se puede hacer crítica al sistema, a la gente que se entretiene con el poder”.

Acaba de ganar un fondo de cultura para su próximo proyecto cinematográfico, centrado en la vida de un delincuente. En enero además reponen El Señor Galíndez en la Estación Mapocho, obra en la que interpreta a un represor y que ha ganado reconocimiento internacional, y en 2014 se estrena Hijo de Trauco, la última película en que actuó y en la que representa a un vivaracho timador.


Luis Dubo02

Foto: Javier Liaño

Luis Dubó está feliz. Estamos en su casa, es viernes por la mañana, parece que trasnochó. Estuvo celebrando porque “Choro Quintana”, el proyecto cinematográfico que escribe y produce sobre la vida de un viejo delincuente, ganó el día anterior un fondo para la escritura del guión.

Dubó (1964) es simpatía pura. Pura sencillez, pura humildad, pura transparencia. Nos ofrece café, bromea con nuestro fotógrafo español. “Hace poco estuve en Cádiz, ¡puta que son simpáticos!”. Estuvo por un festival de teatro, otra de sus pasiones (en enero podremos volver a verlo en la Estación Mapocho interpretando a un torturador en El Señor Galíndez).

En 2014 el actor además estrena nueva película, Hijo de Trauco, ópera prima del cineasta chileno Alan Fischer. La cinta, que la semana pasada se estrenó a nivel internacional en el Festival de Cine de La Habana, comenzó el 2012 como una de las ganadoras de la categoría work in progress del Festival Internacional de Cine de Viña y compitió en Primer Corte de Ventana Sur de Buenos Aires. Además, la cinta participó del Marché du Film Cannes 2012.

Hijo de Trauco cuenta la historia de Jaime, un joven de 14 años quien se da cuenta de que todo lo que han dicho sobre su padre es mentira, por lo que comienza un viaje para descubrir la verdad en un mundo en el que la realidad se entremezcla con la imaginación y los mitos chilotes. Uno de los personajes con los que se topa es un oscuro personaje interpretado por Dubó.

“Es una película extraña, novedosa, una propuesta distinta que refresca la paleta de posibilidades fílmica”, dice. “Chiloé tiene una geografía única. Además hay muy pocos registros fílmicos de esos lugares. La gente es brava. Si no te quieren, no te quieren, y si te quieren, te quieren mucho”.

Su personaje “es un bicharraco, un arquetipo del antihéroe. Es un villano, un ludópata, un apostador… un jugador, un mala vida, un delincuente”.

“Me gustan los papeles que tienen que ver con transparentar la vida del hombre, del humano”, explica. Papeles de gente común, pero que muestren lo complejo que es ser eso: ”buzo, mariscador, apostador, domador de potro”.

Su nuevo proyecto cinematográfico, “Choro Quintana”, tiene que ver justamente con este tipo de personajes, específicamente con “el viejo hampón, la ética de los ladrones”.

“Estamos trabajando con la historia de un personaje que existió. Me interesa el documento, el testimonio. Es sobre una lucha entre ladrones y narcos”. Una historia que será filmada en las “poblaciones bravas de Santiago” y a la que accedió gracias al sobrino del protagonista. Será dirigida por Víctor Uribe y esperan estrenarla en 2014.

Luis Dubó en Profugos

Luis Dubó en Prófugos

Dubó cree que con esta obra “se puede hacer una crítica al sistema, a la gente que se entretiene con el poder”. Al mundo delictual ya se acercó en series como Prófugos de HBO, en la que interpreta a un narcotraficante con tanto realismo que los ejecutivos de ese canal norteamericano incluso creían que Dubó era un verdadero delincuente.

Funar a un torturador

En enero, Dubó además volverá a las tablas con El señor Galíndez, que se exhibirá en la Estación Mapocho en el marco del ciclo “Teatro indie en la Estación”, del 14 al 18 de enero,  una obra que incluso montarán en Buenos Aires.

La obra es del argentino Eduardo “Tato» Pavlovsky, quien de visita en nuestro país ha celebrado la versión chilena. “Dijo que era la mejor puesta en escena que había visto, incluso mejor que la que él hizo”, cuenta Dubó orgulloso.

Allí el actor interpreta a un torturador, en la que parece ser otra de sus especialidades: el represor. Lo hizo en el cortometraje “Aseo general” (2008), en el que es un infiltrado que trabaja en una universidad, en la cinta Dawson, Isla 10, interpretando a un militar en dicho campo de concentración, y más recientemente en la serie de televisión Ecos del desierto, representando a uno de los sicarios uniformados de la tristemente célebre “Caravana de la Muerte”.

El Señor Galíndez

El Señor Galíndez

-¿Por qué haces ese tipo de papeles?

Creo que es bueno transparentar esa vida que existe y es sistémica y está. Los contratan, les pagan sueldos hasta el día de hoy. Hay torturadores que son dueños de clínicas, de servicios de seguridad. Existen y están ahí. Es un sistema de manejo, de poder. Trato, en lo posible, de indagar.

-¿Cómo se construye ese personaje?

-Con dolor. En algunos casos los he conocido personalmente. En otros casos trato de documentarme lo más que puedo y construyo estos monstruos sociales que es necesario desenmascarar para que nunca más se vuelvan a repetir. Es una funa, de alguna manera, pero me esfuerzo por hacerlo bien, lo más cercano posible, aunque cuesta mucho. Es una monstruosidad esa forma de vida.

Un lugar sitiado

A estos personajes, de alguna forma el actor nacido en Chuquicamata, cuyo padre fue despedido tras el golpe de Estado, y con quien se mudó a Quintero, donde vivió de los 8 a los 20 años, los conoce bien.

En aquella época, Quintero estaba “tomado, sitiado”, en sus palabras, por la Fuerza Aérea (allí está la base homónima), muy cerca de los campos de concentración de Ritoque y Puchuncaví, y donde en aviones los militares lanzaban cadáveres al mar.

Dubó recuerda que tenía un perro llamado Naki, que se levantaba temprano a ladrar. Una mañana, el vecino militar (“¡era el capellán del Ejército!”) sacó un rifle y lo mató “porque le molestaba”. Nadie pudo decirle nada. “Era heavy. Andaban armados en el pueblo”, recuerda.

Fue en Quintero, a fines de los 70 y principios de los 80, donde la carrera de actor de Dubó empezó a tomar forma. No llegó a través del teatro, no: nunca hizo obras en la escuela, de hecho la primera vez que vio una fue en segundo año de la carrera de actuación, ya en Santiago. Fue el cine el que lo convirtió en intérprete.

Dubó era amigo de Fernando, el hijo del dueño del único cine del pueblo, el “Prat”, y fue allí donde devoró películas como Tiburón, El exorcista, westerns, cintas de comedia erótica italiana como Pecado venial, y “mucho cine arte, como (Andrei) Tarkowski, Aldo Francia, Miguel Littin”.

En Quintero, en invierno era una de las pocas diversiones, junto a ir al cine, al pool o a los taca taca, recuerda. “Las funciones eran de jueves a domingo, pero nosotros íbamos cuando queríamos”. Incluso podían pedirle al operador que les repitiera una escena. “Vimos Apocalipsis now haciendo una parrillada dentro del cine”.

De eso han pasado casi treinta años, y Chile cambió, en especial tras la última elección, según el actor. Por eso se manifiesta esperanzado con el nuevo gobierno.

“Creo que estamos en una situación privilegiada como ciudadanos, porque como se prometió tanto, se tiene que cumplir. Además los quórum otorgan posibilidades de cambio reales. Tenemos una posibilidad de jaque mate que no habíamos tenido antes”.

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