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Gerardo Mosquera: el curador cubano no convencional que resulta «demasiado revolucionario» para La Habana El experto elegirá a los artistas chilenos que irán a la próxima Bienal de Venecia

Gerardo Mosquera: el curador cubano no convencional que resulta «demasiado revolucionario» para La Habana

Tatiana Oliveros
Por : Tatiana Oliveros Artista, colaboradora de El Mostrador Cultura
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En el marco del Diplomado en Estudios Críticos y Curatoriales dictado por la Facultad de Arte y Arquitectura de la Universidad del Desarrollo, el fundador de la Bienal de La Habana y uno de los expertos internacionales de mayor prestigio en arte latinoamericano, reflexiona sobre la superación de la «endogamia» que caracterizó a Chile hace una década y que le impidió «jugar en las grande ligas». En esta entrevista defiende, además, el sentido de relevar un arte crítico, aunque sea incómodo, contraproducente, no convencional y políticamente incorrecto.


El cubano Gerardo Mosquera es un curador controversial. El hábitat en que se desenvuelve es el arte que tensa las relaciones, que busca insertar reflexiones, que sea crítico, y a veces, políticamente incorrecto. Hoy, es calificado como una de las personas más importantes en el despegue del arte contemporáneo latinoamericano y también un impulsor de los trabajos de artistas chilenos en el extranjero.

Pero su relación con el arte chileno, en modo alguno, ha sido complaciente. A comienzo de la década del 2000, el fundador de la Bienal de Arte Contemporáneo de La Habana, calificó el arte chileno como «endogámico», casado consigo mismo, incapaz de mirar más allá de su propio ombligo. La razón: el poco roce del arte nacional con la escena internacional.

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Ahora, según Mosquera eso ha ido cambiando y compara el arte nacional con la Selección Chilena de Fútbol. «La selección chilena no sería lo que es hoy si no tuviera a siete futbolistas jugando en el extranjero. En el arte está comenzando a pasar algo parecido, se está superando la endogamia. El arte chileno debe tener la conciencia que puede jugar en las grandes ligas», dice. Un consuelo, tomando en consideración que hace algunos años también comparó el arte con el fútbol, pero apuntando a un sentido distinto: «El arte en Chile es como su selección de fútbol. Juega bien, pero no mete goles», dijo entonces.

Gerardo Mosquera, quien estuvo en Chile como parte del diplomado Estudios Críticos y Curatoriales de la  Universidad del Desarrollo, fue invitado por la ministra de cultura Claudia Barattini para presidir el jurado que elegirá a los artistas que representarán a Chile en la próxima Bienal de Venecia. Toda una excentricidad, tomando en cuenta que en el país los artistas siempre habían sido elegidos a dedo. «Me parece muy bien que se convoque a un concurso público para esto, ya que da la posibilidad de una selección más transparente y equitativa», dice el curador, quien adelanta una próxima visita en agosto a Chile para seleccionar a los ganadores.

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Obra de las «Yeguas del Apocalipsis» expuesta en la muestra «Crisis: América Latina, arte y confrontación 1910-2010»

La aventura por destacar obras que incorporen mensajes directos, políticamente incómodos o poco convencionales le ha traído un distanciamiento con otros referentes del arte. En México, una vez causó gran polémica cuando no incluyó a Frida Kahlo en una gran exposición en el Palacio de Bellas Artes y en su reemplazo puso una obra de «Las Yeguas del Apocalipsis», formado por Pedro Lemebel y Francisco Casas, a quienes incorporó en su libro Copiar el Edén, la investigación de arte contemporáneo más completa de la escena local. O más recientemente cuando se incorporó como jurado en el Concurso de Miss Panamá como parte de una intervención que buscaba cuestionar el elitismo del arte.

Estas perspectivas han tenido como resultado incluso que haya sido distanciado de la Bienal de La Habana. Su postura, al parecer, ha sido demasiado revolucionaria, incluso para Cuba.

¿Por qué ha ocurrido este distanciamiento con la Bienal que usted fundó?

Mi trabajo es un es crítico en sí mismo, me interesa mucho una curatoría que tenga un sentido crítico y esto por supuesto te trae problemas, pero son problemas que tienes que esperar y no por eso vas a cambiar lo que tu quieres hacer y comunicar. A mi me interesa seguir trabajando de esta manera y es curioso porque todas mis exposiciones, aún cuando no sean políticas, siempre procuran tener un sentido crítico desde distintos aspectos, me parece que esto es muy importante y es uno de los beneficios del arte, es su posibilidad crítica en profundidad.

El trabajo de las «Yeguas del Apocalipsis» fue rescatado por usted en el libro “Copiar el Edén” ¿qué vio en su trabajo que le hizo incluirlo en este libro siendo ellos claramente antiacadémicos?

A mi me parece que ellos son unos artistas importantísimos y los incorporé en el libro pero no fue solo eso, en una gran exposición que curé en el palacio de Bellas Artes en México que se llamaba “100 años de arte y confrontación”. Estaban ellos, incluso estaban en una posición como sustituyendo a Frida Kalho. No estaba la obra de esta artista y los puse a ellos en reemplazo, lo que generó mucha polémica, lo que ellos hacían me parece que es un trabajo muy valioso muy fuerte, muy visceral, muy crítico, hecho en una situación difícil, tocando temas candentes en Chile pero no de una forma panfletaria, sino recurriendo a los mecanismos antropológicos que le dan fuerza al arte y me parece que se meten precisamente con temas que son un poco tabú, el grupo ya no existe hace tiempo pero me parece que son artistas de peso histórico a nivel internacional.

En Chile la dependencia de la academia ha generado un discurso artístico, en general, muy distanciado del público masivo…

Esto ha contribuido, lejos de acercar al público, ha enfatizar la especialización del arte contemporáneo. A mi me parece que es muy necesaria la reflexión teórica compleja, pero tiene su ámbito y es necesario experiencia en mediaciones para tratar de comunicar el arte mejor, por eso también es importante la labor de los departamentos de educación en los museos, que a veces se confunde con llevar a los colegios a ver muestras. Debe haber más vínculos con la prensa, con publicaciones no especializadas que permitan ampliar el público del arte, que este es uno de los problemas que tiene el arte, a mi modo de ver, que es su especialización y elitización y la disminución de su público.

Gerardo Mosquera, primero a la izquierda, en el jurado de Miss Panamá

Gerardo Mosquera, primero a la izquierda, en el jurado de Miss Panamá

Usted participó en la elección de Miss Panamá ¿En qué consistió esto?

Yo fui parte de una obra de Humberto Vélez. Este artista está realizando un trabajo bastante sui generis, que consiste en intervenir en ámbitos de la cultura de masas y meter ahí una especie de cuña del arte y en esos terrenos frecuentemente hostiles al arte, entonces ha trabajado con fisicoculturistas, boxeadores, en las carreras de caballos. Su trabajo me parece muy productivo, porque consiste en mirar a esto no como en un material artístico, sino porque permite activar estas esferas y ponerlas en un diálogo con este mundo elitista, aristocrático del arte.

Esta participación en Miss Panamá es la segunda experiencia, la primera se realizó el año pasado y en el jurado participó el artista Luis Camitzer y consistió no solo en la participación de un intelectual en el jurado, que ya es como un virus en este espacio, sino también que esta persona elige a Miss Educación, que es una chica que solo la elige esta persona, el resto del jurado no participa y se elige por otros parámetros. Una muchacha que sea un ejemplo de superación y que la parte cultural sea importante para ella, una muchacha que sea una comunicadora para transmitir otro tipo de contenidos a la gente aprovechando su posición mediática. Entonces Luis eligió una el año pasado, yo elegí este año y a la vez participo en la elección de Miss Panamá como parte de un jurado de 10 personas. A mi este proyecto me parece muy importante porque la presencia de esta Miss Educación, ya por dos años, en este concurso es como una “cabeza de playa”, una forma de incluir otras posiciones en estos concursos y a la vez el hecho de meter a una persona como yo ahí, establece necesariamente un enlace muy interesante en el cual yo aprendo de ese mundo y me familiarizo con él y tal vez ellos también puedan aprender de mi presencia ahí, es un vínculo muy interesante.

Artista Luis Luis Camnitzer en la primera elección de Miss Educación

Artistas LuisCamnitzer y Humberto Vélez en la primera elección de Miss Educación

Creo que lo más interesante del trabajo de este artista es que tiene un apostura abierta, del que tanto carece el mundo del arte, solemos mirar las cosas de arriba abajo,  señalar lo siútico como algo que no nos compete, reforzando nuestro elitismo, nuestra separación de los grandes públicos, yo no digo que haya que abrirse a esto y hacer un espectáculo, si no hacerlo de la manera en que lo hace Humberto Vélez, que deja siempre un contenido positivo en estas intervenciones.

¿Y qué le pareció la experiencia desde una mirada más personal?

Yo aprendí muchísimo, una de las cosas que aprendí es que hay muchos estereotipos alrededor de estos concursos, por ejemplo la evaluación se hace a partir de cinco planillas que te entregan donde se califican distintos factores. En total son 100 y de esos solo 10 tiene que ver con belleza física, todos los demás tienen que ver con otros factores, como desenvolvimiento, nivel de comunicación, elegancia, en fin… y por otro lado descubrí que muchas de estas candidatas son graduadas universitarias o trabajan en ciertos puestos profesionales. En definitiva mi percepción del concurso es ahora más compleja y basada en conocimiento de primera mano y no en un rechazo de entrada.

En el 2009 se realizó la llamada primera «Trienal de Arte» en Chile, y nunca más volvió a hacerse. ¿Qué opina de estos intentos fallidos de establecer estos tipos de instancias en Chile?

En primera instancia, las bienales en general no son organizadas por el Estado y lo que más necesitan este tipo de instancias es una regularidad, su nombre lo dice son actividades que se realizan cada 2 o 3 años a modo de reflexión o revisión del estado del arte, es un encuentro periódico fijo, si no tiene estabilidad es contraproducente y además que la instancia de la bienal va progresando, se va ganando organización y un lugar, entonces se vuelve más fácil que los artistas participen, es decir se hace como un cauce y bueno esto tiene que partir como un deseo una energía, sea de los privados, de los intelectuales o del Estado, es decir es algo que no se hace porque sí , tiene que tener una base para proyectar el esfuerzo que se hace. A mi me parece que quizás para Chile sería conveniente organizar una Trienal internacional, sobre todo porque uno de los problemas que se ha superado, pero que aún existe es una mayor apertura internacional, mayor fogueo internacional, mayor movimiento de ideas y de artistas y de apertura y una trienal contribuiría mucho a eso .

Da la impresión que el curador ha demasiado relevancia últimamente. ¿No queda relegado el artista a las imposiciones de un curador?

Es importante subrayar que siempre ha habido curadores, porque las exposiciones nunca se han hecho solas, siempre hay alguien que escoge, organiza, presenta y arma la exposición, antes esto permanecía oculto y esto le daba una cierta apariencia de neutralidad a las muestras, cuando en realidad toda muestra es la visión de una o más personas, eso ahora queda claro y esas personas responden con su firma especificando que se trata de su visión, de su presentación, es decir la obra nunca está en limpio, siempre hay que presentarla, lo que ocurre es que a veces, ha habido cierta inflación curatorial y el curador ha usado a algunos artistas como letras para sus discursos y no presentar las obras respetando el espacio de comunicación de la obra de acuerdo al mensaje que el artista quiere dar. La situación ideal como un desafío para el curador, es armar una exposición como una entidad significante, según es toda exposición, ninguna exposición es neutral, toda exposición tiene un discurso, toda exposición dice algo, pero creo que el buen curador debe armarla respetando los espacios de los artistas y de las obras, entonces a partir de ahí armar el discurso general de la muestra.

 

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