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Opinión: FIT de Cádiz, una experiencia necesaria

Opinión: FIT de Cádiz, una experiencia necesaria

El FIT no sólo es un encuentro y muestra de teatro (y un poco de danza), entre los países Ibero americanos. Es también un lugar de discusión e investigación, de cruce de miradas y de puntos de vista en torno a la creación, la política y la sociedad. Este es uno de los pilares fundamentales del FIT y que trascienden a la duración del festival.


Hace 12 años fui por última vez al Festival iberoamericano de teatro de Cádiz, encuentro que este 2015 celebra por estos días su 30 aniversario. En ese entonces, hice una de las prácticas en gestión cultural durante el festival del 2002. Aunque no era requisito y ya tenía cubierta mi práctica del Master volví el 2003, pues solo en el FIT de Cádiz puede vivirse una experiencia tan plena y un sentimiento de comunidad teatral que creo pocos festivales o encuentros de esta naturaleza tienen.

Este 2015, invitada por su director histórico, y gran gestor de este encuentro iberoamericano, Pepe Bable, pude apreciar nuevamente lo que significa este espacio para los teatristas y el valor que tiene en nuestra sociedad de hoy.

El FIT nace desde la necesidad de reencontrarse con Latinoamérica, y recobrar los lazos que tanto la dictadura franquista como las opresiones americanas habían cortado.

Cádiz es el puerto más antiguo de Europa, cimentado por los fenicios -de quienes se han descubiertos milenarios vestigios, si no de civilizaciones anteriores incluso-. Fue el puerto desde donde zarpo la segunda misión de Colon hacia las Américas, de donde llegaban luego los distintos barcos desde y hacia América y África (a pocos kilómetros de distancia), donde se comerciaban especies, oro, plata, esclavos…Un puerto de cara a nuestro continente, con las virtudes y reparos que esta relación tuvo.

Pepe Bable, actor, director y gestor de teatro, siente la necesidad de re construir una relación de siglos -y palear en parte quizás, la deuda histórica que tiene España con Latinoamérica- y decide emprender esta aventura que es el FIT y que ha alcanzado la madurez con sus 30 ediciones.

Como toda aventura artística, nace sólo con las ganas, el impulso y energía, y no ha estados exenta de recortes económicos que las crisis de los países traen consigo, mermando como es habitual, el sector de las artes y la cultura. El FIT se financia a través del Municipio de la ciudad, de la Junta de Andalucía, del Ministerio de Cultura y del Patronato del festival, pero sobre todo se nutre del espíritu y energía de todo su equipo que trabajan por continuar con un espacio de encuentro artístico.

El FIT no sólo es un encuentro y muestra de teatro (y un poco de danza), entre los países Ibero americanos. Es también un lugar de discusión e investigación, de cruce de miradas y de puntos de vista en torno a la creación, la política y la sociedad. Este es uno de los pilares fundamentales del FIT y que trascienden a la duración del festival. Hace al menos 20 años que el «Encuentro de Mujeres», al alero del FIT, hace que se encuentren mujeres de distintos países en en espacio genuino por avanzar en los temas de género y de discriminación femenina, tema que atraviesa  nuestra sociedad pese a la incansable lucha de muchas mujeres -y algún hombre-. Este encuentro tiene ya sus repercusiones o versiones en otros países latinos, haciendo visible una realidad incómoda, que muchas veces damos por superada, pero que está instalada desde la cosmovisión de nuestra sociedad. El paso siguiente es avanzar en la educación (nuevamente la Educación como pilar consorte para el desarrollo integral de nuestra sociedad), para que los temas de equidad de género se aprendan desde la infancia, y sean una problemática abordada desde todos por igual, y no sólo desde la óptica femenina…o además de ella.

Otro encuentro vital dentro del FIT es el «Cruce de Criterios», en que se dan cita académicos, investigadores, dramaturgos y directores de teatro de toda América y España (EEUU incluido). En una sociedad como la nuestra, que tiende a la inmediatez y a la superficialidad de las relaciones y representaciones, contar con un espacio de reflexión y discusión es un lujo. El FIT convoca cada año a estos pensadores e investigadores, que durante 5 días presentan sus trabajos, comparten y discuten acerca del teatro y la creación, desde una diversidad de miradas que enriquece el hecho teatral, así como las relaciones inter países, y fomenta el trabajo en conjunto y en redes, dejando un legado que luego está disponible para el público general. Este año el leit motiv eran los 30 años del FIT, lo que dio para abrir distintas ópticas para abordar, desde la cantidad y tipo de obras que han pasado por el festival hasta reflexiones políticas, de movimientos sociales, y de investigaciones socio culturales de cada país.

Cabe destacar que Chile ha estado presente en todas las ediciones del FIT, con 45 obras a los largo de estos años. Obras diversas que han dado cuenta del desarrollo teatral desde fines de la dictadura en nuestro país, y que ha sido una muestra de la creación chilena para Iberoamérica, con un corolario de actores de gran trayectoria, hasta jóvenes que viven sus primeras obras como profesionales. Sin embargo todas creaciones destacadas y valoradas para ser parte de este festival, que luego contribuye a la internacionalización y visibilidad de las mismas.

No puedo dejar de destacar algo que muchos creemos es uno de los valores más importantes del FIT de Cádiz, y es su cercanía con las personas, con los participantes. Es un festival a «escala humana», en que el equipo organizador está presente cada día y en cada función, creando una comunidad pocas veces vista. El FIT se vive como una experiencia de unión y convivencia entre pares amantes del teatro y la creación (ya sean artistas, gestores o investigadores), desde donde surgen amistades, coproducciones, trabajos conjuntos, colaboraciones y lazos inter Iberoamericanos que perduran con los años.

¡Larga vida al FIT y sus creadores! larga vida a estos espacios de reunión, participación y creación, tan necesarios en nuestra sociedad. El arte une lo que la política a veces se empeña en separar, y eso nuestros pueblos lo viven cada año en el Festival Iberoamericano de teatro de Cádiz.

 

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