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«Réplicas» de Diamela Eltit, detonantes frente a la violencia Un libro que dialoga con la literatura, el arte y la política

«Réplicas» de Diamela Eltit, detonantes frente a la violencia

Diamela Eltit, al igual que Jaar y la activista Angela Davis, participó del X Encuentro Hemisférico de Performance “X-éntrico: disidencia, soberanía, performance” donde además, fue reconocida con una distinción por su labor como activista, narradora e intelectual. Por esos mismos días, la autora de Lumpérica (1983) lanzó Réplicas, su nuevo escrito sobre literatura, arte y política compuesto de siete segmentos titulados según la flora y fauna kawesqar.


Como si la matanza ocurrida en Niza el pasado 14 de Julio -cuyo ejecutor utilizó un camión como arma- no bastara, días atrás nos enteramos de otro criminal ataque: 44 personas murieron a causa de la explosión de un camión cargado de explosivos en la ciudad siria Qamishli, cercana a la frontera con Turquía. Ambos ataques fueron atribuidos por el Estado Islámico. El día lunes 18 de Julio, en la Universidad de Chile, el Premio Nacional de Artes Plásticas 2013 Alfredo Jaar ofreció una conferencia titulada “Qué difícil”. Uno de los momentos más impactantes, fue cuando el artista expuso para toda la audiencia, la fotografía de un niño de tres años sirio-kurdo muerto el 2015, a las orillas de una playa en Turquía después que su embarcación naufragara en el mar Egeo.

Ese niño llamado Aylan Kurdi intentaba junto a su familia, huir a Grecia siendo esta imagen el reflejo monstruoso de lo que viven hoy los refugiados en Europa. Antes de hacer y producir sin descanso, dijo Jaar ya casi al final, debemos, como artistas, practicar de manera urgente la reflexión, siendo el arte el único espacio posible para la libertad que nos queda.

Diamela Eltit, al igual que Jaar y la activista Angela Davis, participó del X Encuentro Hemisférico de Performance “X-éntrico: disidencia, soberanía, performance” donde además, fue reconocida con una distinción por su labor como activista, narradora e intelectual. En palabras de Diana Taylor, por “abrir campo hacia la calle, hacia el cielo en un momento de represión en Chile”. El día miércoles 20 de Julio, la autora de Lumpérica (1983) lanzó Réplicas, su nuevo escrito sobre literatura, arte y política compuesto de siete segmentos titulados según la flora y fauna kawesqar. Las más de cuatrocientas páginas fueron presentadas por la académica y critica literaria Nelly Richards y por la, también, critica y docente Patricia Espinosa. Su proyecto literario, el de Eltit, se ha instalado dentro del campo cultural como uno de los más indispensables para reflexionar sobre teoría feminista y debates cultures de posdictadura donde la producción de escritura femenina en Chile sigue en la hegemonía del canon masculino.

“Me interesa el cuerpo en tanto zona, mapa, territorio”, dice Eltit en uno de los primeros textos de Réplicas. “El cuerpo transcurre como mano de obra, objeto libidinal, campo de batalla, zona religiosa, riesgo epidémico”.

Réplicas construye precisamente una geografía múltiple que dialoga, desde los relatos cotidianos kawesqar, con los riesgos de un neoliberalismo marcado por un lucro exacerbado, por una hiperproducción de un sistema aun disímil en temas de género, igualdad y producción discursiva. Por lo mismo, el presente volumen dialoga con una contingencia donde el activismo pareciera querer más, donde la performance “siempre pende de un hilo, es flujo, cuerpo, y es como no, signo” en palabras de la propia autora. Y es que Réplicas funciona así, como dispositivo de acción, de cuerpo, y ante todo, como signo político vigente.

En su texto Soy legión: + signo, Eltit dice que «el objetivo era sumarse así, desde el arte, a las diversas resistencias estableciendo mediante la creatividad –poética y estética- propuestas simbólicas que tensaran el campo artístico”.

-¿Cuáles crees que son hoy día en nuestro país las estrategias de resistencia que estarían haciendo frente a las secuelas heredadas de la dictadura? ¿Crees que existe un compromiso “poético y estético” de denuncia en este respecto desde las artes en particular desde las producciones literarias?

-Sí, en realidad algunas veces el cuerpo y la letra pactan estereotipos que aluden a cuerpos sin cuerpos porque solo repiten lo que entienden por cuerpo las culturas dominantes. A mí me parece que es un tema mucho más inasible, porque finalmente el cuerpo es una suma de fragmentos. El cuerpo es -en un sentido- síquico, ajeno, molesto, habitado por voces que no le pertenecen y que muchas veces lo denigra, otras lo enaltece y claro mata al sujeto al morirse y justo es cuerpo-cuerpo en ese abandono. En fin, el cuerpo es una novela sin fin.

-¿Cómo recibes el impacto de Lumpérica (1983) a más de tres décadas de su publicación ? ¿Crees que la pregunta de Artaud “qué es un cuerpo” ha sido, al menos en la literatura más reciente en nuestro país, una producción de sentido desvinculada de su práctica estética pensando en que la tecnología a productivizado, privatizado y mercantilizado su valor?

-Son distintos contextos, sin embargo, la Constitución y el proyecto económico-Pinochet están plenamente vigentes hoy. El arte y la literatura inevitablemente van a dar cuenta de la violencia que hoy experimentamos y que se verifica en la explotación, el acceso a servicios básicos, la exclusión, la situación de una masiva asimetría en la vida de las mujeres y el obsceno privilegio para el 1% de la población. Las novelas jóvenes (y no tan jóvenes) están dando cuenta de ciertas marginalidades o del descontento o detonan ficciones audaces o han generado horizontes góticos y son muy interesantes.

-Considerando que hoy pareciera que existen más herramientas tecnológicas para producir y reproducir discursos artísticos, ¿de qué forma para ti la práctica de la performance se instala en nuestro país? ¿Crees que en la literatura toma lugar, y si es así, de qué modo los discursos narrativos la integran?

-Desde mi perspectiva la escritura literaria para que funcione y perdure implica un tipo específico de performance con la letra, un travestismo incesante, un acotado teatro con la palabra misma y sus combinatorias para generar -desde la letra- imágenes, sujetos, espacios. Eso no es menor: es performático, profundamente teatral, estético, y, en su conjunto, es político.

-Cuando te refieres en Réplicas, y desde lo que habría dicho Focault, a cómo el sistema y sus tecnologías actúan como procesos de autodisciplinamiento para así potenciar los usos del tiempo, ¿cómo te parece que hoy se están construyendo los soportes estéticos de escrituras en las nuevas narrativas? ¿Sientes que, de alguna forma, que existe una intención por explorar lenguajes y construir nuevos soportes narrativos más allá de reproducir un proyecto, quizás, ya conocido?

-El gran desafío parece ser hoy (no estoy segura) establecer literaturas disidentes del gran mercado editorial y también combatir el neocolonialismo cultural muy asociado al neoliberalismo, que hablan de la «fama», el «mejor», el «único» (o lo «únicos» del «único») de presencias mediáticas, de capturas, de suplementos culturales, internos o externos, para fines personales y que en Latinoamérica está en directa relación con lo masculino: «El escritor» y allí, sin duda alguna, las escritoras actúan como sombras y periferias y hasta molestias. Pero, bueno, se trata de una costumbre. Para mí, en lo particular, el gran tema, independiente de la marca sexual-genérica de los-las autoras son las propuestas, las estéticas, la densidad de un obra, las zonas opacas y, cómo no, el riesgo. Pero, más allá o más acá de estas consideraciones y de las modas, lo literario sigue su rumbo independientemente de cualquier agencia y sumisión.

-A propósito de “la crítica como experiencia poética” (en Réplicas) ¿crees que el boom reciente de editoriales pequeñas pareciera avanzar ignorando que actualmente están escribiendo más del doble de personas y que en contraste los índices de lectura son cada vez más bajos?

-Sí, me parece importante que hayan más editoriales, desde luego es lamentable que se lea menos, pero es parte de una (mala) política nacional, del consumismo, de la mezcla entre entretención y cultura, del imperativo neoliberal por la simpleza y los mensajes fáciles, en fin, pero se sigue leyendo y eso es lo importante y quizás, por qué no, leer literatura (dejo fuera los best sellers y los libros «juveniles») sea una forma de resistencia, una manera crítica de vivir, una cierta lucidez y resistencia al sistema más simplón.

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