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La sábana: reflexiones en torno a la obra de Nicolás Franco Opinión

La sábana: reflexiones en torno a la obra de Nicolás Franco

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Jorge Costadoat
Por : Jorge Costadoat Sacerdote Jesuita, Centro Teológico Manuel Larraín.
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Ambas sábanas, la de Turín y la de Quinta Normal, constituyen una memoria passionis. El mero esfuerzo por batallar contra el olvido cumple una función cristológica. “Nunca más” debiera tratarse a seres humanos de tales maneras.


Una es la sábana santa de Turín. Otra, la sábana del MAC de Quinta Normal, el museo que queda en Matucana, donde se exhibe hasta el 20 de agosto la obra pictórica de Nicolás Franco titulado “La sábana”.

La sábana de Turín es una sábana. En ella habrían quedado registradas las huellas del cuerpo y la sangre de Jesús sepultado en Jerusalén en torno al año 30. Se duda de su autenticidad. Las pruebas del carbono catorce la datan en la Edad Media. Pero es objeto de una fiera devoción por una serie de indicios que hacen pensar que efectivamente pudo haber servido para envolver el cadáver de Jesús. Quienes creen que es auténtica, dudo que no crean también que Jesús resucitó.

La sábana del MAC es una obra de arte también basada en un hecho real. En la Vicaría de la Solidaridad se contaba con un enorme pliego en el que se registraba la suerte de numerosos casos de personas detenidas y desaparecidas durante la Dictadura militar. El autor conecta esta historia con su propia biografía. Franco hace reflexionar sobre la memoria, el registro y la ausencia, en relación a la muerte de su madre cuando él tenía solo cuatro años. El sufrimiento gesta un solidaridad tendencialmente universal. La obra de Nicolás Franco surge de un diálogo interdisciplinar entre las ciencias sociales y el arte titulado “Tecnologías políticas de la memoria” dedicado “al estudio de los dispositivos de registro y denuncia de las violaciones de los DD.HH. durante la dictadura” (Sebastián Vidal, curador), realizado en la Universidad Alberto Hurtado.

© Nicolás Franco. La sábana (fragmento), 2017

Esta sábana contiene nombres de personas, de instituciones, fotos, anotaciones… Dina, recursos de amparo, fechas de detenciones, testigos, Villa Grimaldi, declaraciones del gobierno, Dinacos, militantes, P.C., Mir, Peugeot… Es un testimonio del horror de la etapa más cruel de la historia de Chile. En ese entonces la sábana fue un instrumento de “salvación”. Tuvo por objeto seguir la pista a personas que fueron arbitrariamente detenidas y retenidas, muchas de las cuales murieron, talvez a causa de torturas, talvez ejecutadas… No podían ser olvidadas. Había que hacer todo lo posible por rescatarlas.

Ambas sábanas, la de Turín y la de Quinta Normal, constituyen una memoria passionis. El mero esfuerzo por batallar contra el olvido cumple una función cristológica. “Nunca más” debiera tratarse a seres humanos de tales maneras. A quien contempla ambas sábanas puede preguntárseles precisamente esto: ¿“crees” en la dignidad humana? ¿”crees” en el Ante Cristo, el Jesús antes del Cristo de la fe de la Iglesia? Porque si crees en Cristo y no crees en Jesús, el galileo torturado y ejecutado por exigir que se reconociera al ser humano un valor eterno, tu fe no es auténtica. Si se cree en la sábana de Turín, pero no se cree en la del MAC, la de Turín es una impostura. La sábana de la Quinta Normal es la verdadera. El que cree, cree.

Recomiendo contemplar “La sábana” tanto como visitar el Museo de la Memoria que está cruzando la calle. Ruego a los jóvenes de nuestros colegios que vaya. Si no conectan sus sufrimientos –como lo hace Franco – con el horror de la persecución política del régimen militar, la historia se volverá a repetir inexorablemente. El registro más importante de la historia de los atropellos a la humanidad en Chile se hace en el alma. El arte, en este caso, es mistagógica porque inicia a las personas en el misterio trascendente del ser humano.

Jorge Costadoat. Doctor en Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador. 
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