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La Disputa es Cultural Opinión

La Disputa es Cultural

Andrea Gutiérrez
Por : Andrea Gutiérrez Vocera de Cultura Comando Beatriz Sánchez.
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La cultura no la trae el gobierno, está, existe, es nuestra y se vive a diario, la cultura no es cuantificable, para nosotros no se trata de más cultura para Chile, sino de plantearnos otras preguntas y proponer otras respuestas, nos interesa distinguir de ‘qué’ cultura estamos hablando, de ‘cómo’ la activamos y de ‘dónde’ surge. Para nuestro proyecto la disputa cultural es prioritaria, por ello merece seriedad y compromiso en su construcción.


Un artículo del diario El Mostrador del día lunes 19 de junio, da a conocer el seguimiento que está realizando el Observatorio de Políticas Culturales de las propuestas, medidas y programas de cultura de los candidatos a la presidencia. Como equipo de cultura de la Campaña de Beatriz Sánchez consideramos que es un gran aporte que se releve la cultura como un componente esencial en el debate presidencial, sin embargo quisiéramos exponer algunas características de nuestra apuesta por una horizontalización en la forma de construir programa, tan enriquecedora como desafiante y que sin lugar a dudas excede los mecanismos y ritmos convencionales de articulación entre una propuesta de programa y los actores implicados.

En primer lugar, señalar que el Frente Amplio es una construcción colectiva y la elaboración de su programa es ejemplo de esto: así como ocurre en las otras 21 áreas programáticas, los contenidos de cultura han sido trabajados a partir de un proceso de deliberación y participación de cientos de personas, el registro riguroso de éste, incluyendo las propuestas emanadas de los múltiples encuentros territoriales y temáticos a lo largo de todo el país buscando su vinculación política en el proceso, una sistematización por parte de grupos de apoyo programático de tipo temático, legislativo y económico, integrados por militantes o adherentes de las fuerzas políticas y sociales del Frente Amplio e independientes, y finalmente el sometimiento de las propuestas a una votación abierta.

Nos parece especialmente relevante transmitir que ante el desafío de una nueva cultura política, entendemos que la apuesta por ciertos contenidos para el programa debe verse robustecida por la forma de construirlos.

En segundo lugar, señalar que a pesar de que valoramos enormemente que se releve la cultura como un componente esencial en el debate presidencial, queremos esclarecer que desde el Comando de Beatriz Sánchez, se ha trabajado una propuesta que asume un compromiso real del Estado con la cultura, como componente integrante de la vida de las personas, y no como un producto ajeno a ellas. Entendemos que lo que nos corresponde hoy es reconocerla, integrarla y activarla, para que esté presente de manera protagónica en la educación, para que abra espacios para la expresión y articulación emotiva y sensible de las personas en sus comunidades; para permitir y respetar la autonomía de la diversidad de expresiones que existen en nuestro territorio y en la región latinoamericana; para relevar la participación creativa y democratizar la circulación y distribución de las manifestaciones artísticas; para poner en valor el patrimonio, el conocimiento y la memoria popular; para incentivar las festividades populares donde nos recreamos colectivamente; para incentivar la pluralidad de los canales y medios de comunicación.

Este cambio de mirada implica transformar los espacios de participación, ampliándolos, para invitar a la mesa a tomar decisiones, a dialogar, a implicarse, a nuevos actores sociales, comunidades, trabajadores de la cultura, inmigrantes y tantos otros que han estado excluidos de los espacios formales de conversación, enriqueciendo el diálogo más allá de lo meramente sectorial  y así rearticular en conjunto un tejido desgastado por la atomización y construir redes efectivas que permitan habitar los espacios culturales y unificar una institucionalidad tremendamente fragmentada y encapsulada, que no logra dar cuenta de la diversidad cultural de nuestro país.

Por ello algunas de las propuestas centrales de nuestro programa apuntan a fortalecer esa interacción y colaboración; como es la visibilización de polos territoriales de irradiación cultural a través del Programa Puntos de Cultura, exitosa experiencia latinoamericana en la que se conjugan lo político, lo comunitario y lo estatal, una coordinación virtuosa que otorga autonomía cultural a los territorios y sus habitantes.

Debemos integrar la educación y la cultura. Para esto se requiere la estimulación, desarrollo y fortalecimiento de la creatividad en la formación básica y media, incorporando las artes como parte fundante del conocimiento, del pensamiento crítico, del desarrollo integral de las personas, y como un lenguaje de interacción con áreas del conocimiento relevantes en el avance de la sociedad contemporánea. Queremos que la escuela sea un lugar de formación e interacción cultural con el entorno. Para esto se requiere la construcción de acciones transversales que sustenten basalmente al programa y su proyección. Abriremos los establecimientos educacionales a la comunidad, entendiendo las escuelas como espacios de diálogo cultural entre el alumnado y su contexto local-comunitario, como también buscamos ampliar los circuitos de la educación formal a los museos, el espacio público y de aprendizaje informal, todo esto a través del Programa de articulación de cultura y educación.

En los últimos años, se ha concentrado una gran cantidad de creación artística que enfrenta un sinnúmero de barreras para encontrarse con las personas. La circulación y democratización de esos contenidos ha sido relegada a la concursabilidad, la que ha resultado ineficiente en esa tarea, además de carecer de seguimiento, profundización y visión estratégica, por ello asumimos un compromiso en un programa que integre fomento, la red de centros culturales, entre otros, a través del Plan Nacional para la circulación de la producción artística que enfrente la desigualdad y que permita que todas las personas puedan conocer y reconocer la riqueza de la creación de nuestros artistas.

A su vez, mediante la confección de un “estatuto laboral de las y los trabajadores de la cultura” asumimos el compromiso con estos trabajadores, quienes conforman un sector diverso que constituye un aspecto prioritario cuando hablamos de la cultura como bien común y que requiere de una caracterización amplia, que  dé cuenta de la naturaleza de su trabajo apelando a una coherencia integral de nuestros planteamientos. Proponemos un trabajo sistemático entre organizaciones sociales y culturales, sindicatos y gremios con el Ministerio del Trabajo y Previsión Social, que redacte esta propuesta legislativa que reconozca su categoría de trabajadores, y se haga cargo de su intermitencia laboral y la urgencia de su protección social.

La cultura no la trae el gobierno, está, existe, es nuestra y se vive a diario, la cultura no es cuantificable, para nosotros no se trata de más cultura para Chile, sino de plantearnos otras preguntas y proponer otras respuestas, nos interesa distinguir de ‘qué’ cultura estamos hablando, de ‘cómo’ la activamos y de ‘dónde’ surge. Para nuestro proyecto la disputa cultural es prioritaria, por ello merece seriedad y compromiso en su construcción.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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