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Teatro: «Fe de ratas» en el vaticano chico CULTURA

Teatro: «Fe de ratas» en el vaticano chico


“El Vaticano” se llama la pequeña iglesia donde los actores Alexandra von Hummel, Daniela Fernández, Rodrigo Soto, Manuel Peña y Elvis Fuentes, de la compañía La María, sitúan el territorio donde no quedará títere con cabeza respecto a la contingencia del ultraje perpetrado por curas y obispos contra los niños.

El humor negro no es para almas sensibles y el dramaturgo/director, Alexis Moreno desarrolla la fórmula de manera inmisericorde en la obra Fe de Ratas. Sólo la comedia negra, permite abordar el tema tabú de estos abusos sexuales de la mano de lo políticamente incorrecto.

[cita tipo=»destaque»]El género negro indaga en el ser humano en cuanto a su bestialidad, el absurdo de su cosmos y la angustia frente a la muerte, sea esta física o ética. Fe de Ratas no duda en activar todos los dispositivos humorísticos oscuros para exponer la incongruencia de los personajes tras su objetivo, sus obsesiones, engaños y el caos de un mundo que para ellos no será el mismo, tras asumido el escándalo.[/cita]

¿Se puede organizar un homenaje a una leyenda eclesiástica de la defensa de los DDHH, cuando se descubre que fue un atroz abusador sexual de niños pobres? Los personajes descubren, semanas antes del miramiento, que un niño haitiano ha sido ultrajado por el obispo.

La maquinaria burocrática, política y comunicacional del Vaticano grande en Roma envía un emisario a este Vaticano chico, para investigar, solucionar y silenciar el escándalo.

La maniobra es asistida por una funcionaria local del Servicio Nacional de Menores, con lo cual se amplía esta red de miserias hacia el aparato público. Ambas instituciones debían cuidar a los niños, pero su extracción social menesterosa los ha convertido en objetos de vejación sexual.  En la obra, éstos son para el Estado una carga indeseable, para los abusadores clericales, madera santa de sus perversiones.

El sacerdote fiel al obispo ve en éste a un líder intachable a pesar de su deleznable hábito, la monja del hogar está programada para servir a su eminencia sin pensar, el funcionario vaticano se ve superado por el asco, aunque sigue velando por los intereses de Roma, mientras la funcionaria del Sename facilitará un desenlace propio de este tipo de teatro.

El género negro indaga en el ser humano en cuanto a su bestialidad, el absurdo de su cosmos y la angustia frente a la muerte, sea esta física o ética. Fe de Ratas no duda en activar todos los dispositivos humorísticos oscuros para exponer la incongruencia de los personajes tras su objetivo, sus obsesiones, engaños y el caos de un mundo que para ellos no será el mismo, tras asumido el escándalo.

La historia moderna de los abusos sexuales a niños en la iglesia católica se inicia en el año 93, cuando la diócesis de Dallas pagó más de 31 millones de dólares a las víctimas del párroco Rudolph Kos. En el año 2002, el diario Boston Globe publicó los abusos sexuales ejercidos por cinco sacerdotes y al dimitir el cardenal Bernad Law la represa no pudo contenerse en el resto del orbe.

¿Vivimos hoy la era más tenebrosa del Vaticano?  Las denuncias no prosperaron entre 1945 y 1990. La razón: El sillón de Pedro era fundamental para derribar al comunismo. Terminada la alianza impuesta con EEUU en el 89, desde esa potencia antagonista se han liderado las denuncias.

Juguemos a ser Giorgio Tsoukalos un momento: ¿Y si el verdadero tercer secreto de Fátima hablaba sobre esta pedofilia? El mensaje debía ser revelado en los años 60, pero fue aplazado y tergiversado por la curia hasta finales del siglo XX ¿Se imagina alguien el derrumbe de esta iglesia en plena guerra fría? ¿A EEUU sin la red mundial diplomática del Vaticano contra los rojos?

Hablamos sobre una institución que ya en otros siglos vivió escenas tan sórdidas como las presentes, de la mano de papados aberrantes.

Sergio III en el siglo X asesinó a su predecesor Leo V y heredó el trono a su hijo. Juan XII, en el mismo siglo, violaba a mujeres en la Basílica de San Pedro.  León X en el siglo XVI vendía al mejor postor la salvación eterna, sin olvidar al más roñoso de todos, Alejandro VI (Rodrigo Borgia) quien ofició más orgias que misas, en paralelo a su caravana de nepotismo e incesto.

Sin embargo, entre 1545 y 1563 el Concilio de Trento estableció el celibato. Desde ese momento el Vaticano consolida la idea de que un clérigo no tenga familia, con lo cual se logró más control sobre el poder y las dinastías.

Desde Trento el Vaticano es más poderoso que sus enemigos, pues no debe lidiar con la institución más difícil: la familia. Tal vez sus enemigos desean derribar este precepto, centrando en el celibato la causa de la pedofilia.  Quizás desean a un Papa con hijos y esposa, para tenerlo tan débil como un presidente o un magnate.

En el libro epistolar “En qué creen los que no creen”, Umberto Eco pregunta por el sacerdocio femenino o el matrimonio para los curas y el obispo Carlo María Martini le responde que esas materias implican para el Vaticano “administrar misterios”. Como Jesús no escribió ningún libro, son asuntos a desarrollarse espontáneamente, en un eterno enigma místico. Brillante la respuesta del prelado.

¿Los horrores denunciados derribarán a esta iglesia? Para tragedia y dolor de los miles de miles de víctimas inocentes, la historia enseña que no. Las manzanas podridas serán expulsadas en su ocaso y la verdulería misógina continuará.

El poder del Vaticano radica en sus milenarias potestades inmobiliarias, políticas, diplomáticas, educacionales, académicas, intelectuales, artísticas, comunicacionales o morales y no en el ranking de asistencia a la misa del domingo o en el número de parejas en matrimonio.

Quienes anhelen destruirlo sólo desde la cintura para abajo, se encontrarán con un Estado Pontificio que administra secretos y no razones.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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