Exposición “Estar en el mundo” de Constanza Ragal
A partir de una investigación que entrecruza botánica, anatomía y neurociencia, la artista establece una relación filosófica y poética entre el ser humano y la naturaleza.
“Estar en el mundo” nos remite a la condición básica de todo ser viviente. Las plantas encarnan el lazo más íntimo y elemental que la vida puede establecer con el mundo, se abren y se funden con él. Precisamente desde este principio, Ragal compone una serie obras que representan órganos humanos -entre ellos cerebros, corazones y úteros- que brotan de las plantas, confundiéndose con la naturaleza.
La exposición consta de una serie de pinturas, esculturas, neones y una instalación viva. “Las obras nacen de una inquietud por volver a nuestro entorno natural, porque allí están contenidas todas las posibilidades de la existencia. Para mí todo está conectado, las plantas, la tierra, la atmósfera, el universo, el ser humano. La existencia de todo ser viviente es un acto cosmogónico. Y lo olvidamos”.
Las plantas son las responsables de “hacer mundo”, encontrando vida allí donde ningún otro organismo la alcanza. Todo lo que tocan lo transforman en vida. Es por ellas y a través de ellas que nuestro planeta es una cosmogonía en acto. La artista propone un repensar lo humano desde las relaciones entre el mundo y todo lo viviente.
Hay experiencias que son comunes a todos los seres humanos. Una de éstas es la toma de conciencia existencial, la percepción de tener un sí mismo separado del entorno y de los otros. Ragal problematiza la ruptura y su vuelta a la alineación con el mundo:
“Me preocupa qué tan conscientes estamos en el momento presente y en la existencia. Represento el cerebro humano como un pretexto para hablar de la conciencia, especialmente de la toma de conciencia horizontal, característica de la etapa nómade del hombre originario que aceptaba el mundo tal y como es, confiando en que éste proveería lo necesario para la sobrevivencia y en ese sentido requería un alto nivel atención y confianza en su entorno”.
Todo ser viviente se constituye a partir de la misma materia que compone las estrellas, las montañas, las nubes, las plantas etc… principio que resume la simultaneidad de la experiencia humana. “Así, cada obra que vemos, es vernos a nosotros mismos. Toda obra retrata nuestro propio misterio”.
