Los personajes de estos cuentos de Sergio Pavez, son divertidos, patéticos, a veces cobardes, profundamente chilenos en sus dudas, sus silencios, sus mentiras y observaciones. Y en cada uno de las ocho narraciones estos ingredientes se combinan con una fluidez placentera de seguir.
La editorial «Libros de Mentira» acaba de publicar «Lavando Ropa Pensando en él», primer libro de cuentos del escritor Sergio Pavez (Santiago 1975). Llama la atención ciertos datos que aparecen en la breve biografía de la solapa. Durante los últimos años algunas de estas narraciones han sido finalistas de concursos (2008), el autor ha obtenido becas de creación literaria del fondo del libro (2016) y se adjudicó el premio a la mejor obra inédita del Ministerio de Cultura. (2018). Se podría concluir, que estos cuentos han tenido vida y aceptación en el competitivo mundo de los fondos y manuscritos no publicados. Nuevo. Fresco. Original. Ignorado. Son cuatro alternativas de sinónimos que me arroja el procesador de texto frente a la palabra: Inédito.
[cita tipo=»destaque»]Estos y a la vez el lector, son sometidos a circunstancias que comulgan entre la fantasía de una imaginación poderosa y el desaliento de un realismo sutil y preciso. Esta contradicción no es más que el reflejo de nuestra idiosincrasia. Y ahí radica otra gracia de este conjunto de cuentos. Independientes de nuestros deseos de e ideales, el ser humano abunda en fallas y bajezas. Pavez las saca a flote, las visibiliza, las explota, pero matizándolas con la ayuda del humor y el cinismo. Quizás el único antídoto efectivo para convivir.[/cita]
En el primer relato nos encontramos con el siguiente párrafo inicial:
«Un león africano jadeante camina sobre el muro que divide dos casas de un barrio de clase media en los suburbios del poniente de Santiago». La indiferencia es imposible frente a semejante imagen. Y la pregunta que se fija mientras seguimos los pasos del animal es en primera instancia la verosimilitud de la situación. ¿Es posible?: Sí. ¿Es probable?: No. El león baja y se recuesta en el patio de una casa. El ventanal se cierra de golpe. En su interior están Lorena y Rodolfo, los personajes del cuento. Pavez ya instaló a su león y nosotros dejamos de preguntarnos de dónde vino (posiblemente logró escapar de algún circo aledaño). En ese momento somos transportados con agilidad hacia la intimidad del hogar y el conflicto que vive la pareja que lo habita. Los personajes descritos por Pavez son de un patetismo hilarante. A veces, de un solo plumazo los describe de forma insólita y novedosa: «Según él, su peculiar contextura, su mal aliento y la saliva seca en la comisura de los labios son por culpa de los antidepresivos».
El segundo cuento, «Lavando Ropa pensando en él», nos presenta a una mujer que está haciendo exactamente lo que describe el titulo sacado de la canción de los Prisioneros. Pero al mismo tiempo oye atentamente un programa de consejos románticos en Radio Amorosa y de a poco va fraguando la idea de hacer esa llamada que podría significar una exquisita venganza. Los detalles en los que repara el escritor son inesperados y atrapantes. Haciendo que fijemos la mirada en situaciones de la vida cotidiana que tal vez pasaríamos por alto.
En el tercer relato «Bingo», nos encontramos con un personaje que pareciera tener relación con el tradicional «pícaro» del siglo de oro español trasplantado a la vida urbana del Santiago de hoy.
«Debo ser el único imbécil que va a un bingo deseando perder. Me aterra la posibilidad de gritar «Bingo» y que una multitud se voltee hacia mi. Lo peor es que tengo buena suerte»
Los personajes de Pavez son divertidos, patéticos, a veces cobardes, profundamente chilenos en sus dudas, sus silencios, sus mentiras y observaciones. Y en cada uno de las ocho narraciones estos ingredientes se combinan con una fluidez placentera de seguir.
Estos y a la vez el lector, son sometidos a circunstancias que comulgan entre la fantasía de una imaginación poderosa y el desaliento de un realismo sutil y preciso. Esta contradicción no es más que el reflejo de nuestra idiosincrasia. Y ahí radica otra gracia de este conjunto de cuentos. Independientes de nuestros deseos de e ideales, el ser humano abunda en fallas y bajezas. Pavez las saca a flote, las visibiliza, las explota, pero matizándolas con la ayuda del humor y el cinismo. Quizás el único antídoto efectivo para convivir.