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“Al otro lado del vidrio” de Antonia Bañados: Un viaje plagado de emociones y abstracciones CULTURA|OPINIÓN

“Al otro lado del vidrio” de Antonia Bañados: Un viaje plagado de emociones y abstracciones

En definitiva, esta obra alude a un cúmulo de experiencias, recorridos urbanos y rurales, lo difícil de estar afuera, adaptarse. El miedo al fracaso. De hecho, es interesante el paralelismo que hace la ilustradora al comienzo del libro entre los gabinetes de curiosidades tan propios del siglo XVIII con este viaje: ambos conjugan, más que objetividad, erudición o ciencia; gustos, devaneos y emociones (más allá del sentido colonialista que implicaban estos gabinetes para los exploradores europeos). Un bestiario personal. Magia. Artesanía.


«Al otro lado del vidrio» (Editorial Archipiélago, 2021) es una novela gráfica de Antonia Bañados (Santiago, 1990) donde se funde la ensoñación con fuertes tintes autobiográficos.

Sebastian Lelio, director de cine y ganador de un Óscar por «Una mujer fantástica», dice, en el prólogo, que “este es un libro gozosamente abstracto, de dibujos simples y cargados de emoción, de elipsis provocadoras e inesperadas, de orquestada desorientación, de trazos firmes y capaces de retratar un mundo frágil y extremadamente sensible”.

Y no podría ser de otra forma: hay sugerencias, intuiciones, ese deseo por descubrir el mundo, porque el vaivén de la vida no está hecho de blancos o negros, sino de a intersticios muchos de los cuales podrían identificarse las y los lectores. Imaginaciones varias. Esa capacidad de asombrarse con lo sencillo de la vida que a su vez es muy complejo: ser artista y vivir de ello.

La historia se centra en Antonia, quien obtiene una beca para especializarse en arte en Edimburgo, Escocia. Antes del viaje, le propone matrimonio a Diego, su pareja, para que pueda acceder a la visa y así acompañarlo. Ya en Escocia, la protagonista debe adaptarse a la ciudad, y todo lo que ello implica: la lengua, la idiosincrasia. Por si fuera poco, surgen dudas acerca de su trabajo artístico como proyecto para la exposición final de egreso.

Finalmente se decanta por crear, a partir de piezas de vidrio, “un paisaje futurista”, una especie de ciudad-acuario, habitado por un axololt (que bien nos recuerda explícitamente a Cortázar y su cuento homónimo), bautizado como Charlie. De ahí surgen una serie de dificultades técnicas (el tipo de acuario, el filtro de agua, la ventilación del lugar), incluso morales, al usar un ser vivo como parte de una obra. ¿Cómo cuidarlo? ¿Si viven cerca de 15 años, qué haría con él después? ¿Se lo llevaría a Chile?

“Quiero que contemplar el acuario provoque un vértigo como si se estuviera viendo los restos de una civilización desaparecida. Que haya algo mágico en este paisaje de ruinas futuristas luminosas. Que sea irreal pero que la criatura habitante lo vuelva real y que quede en ese limbo indefinible”.

Se destaca el especial vínculo que entablan ambos: la relación entre ese mundo interior que sería tanto el de Antonia como el de Charlie (en una suerte de identificación mutua), así como el exterior, constituido por la opinión de los otros, los plazos, la preocupación por su cuidado. También cabe una reflexión acerca de lo poshumano y el desdibujamiento de los géneros. Cabe recordar que los axololt no tienen sexo definido, por tanto, la ambigüedad y la hibridación son tópicos para tener en consideración no solo en el ámbito de la producción artística, sino en la constatación de “la presencia de una vida diferente”.

En definitiva, «Al otro lado del vidrio» alude a un cúmulo de experiencias, recorridos urbanos y rurales, lo difícil de estar afuera, adaptarse. El miedo al fracaso. De hecho, es interesante el paralelismo que hace la ilustradora al comienzo del libro entre los gabinetes de curiosidades tan propios del siglo XVIII con este viaje: ambos conjugan, más que objetividad, erudición o ciencia; gustos, devaneos y emociones (más allá del sentido colonialista que implicaban estos gabinetes para los exploradores europeos). Un bestiario personal. Magia. Artesanía.

“La gente fuera del mundo del arte siempre nos pregunta ¿qué es el arte? Y nadie quiere o nadie puede responder esa pregunta. Es un terreno incierto. Sin embargo, una de las cosas más claras sobre el arte es que muy poca gente que estudia arte puede realmente dedicarse a ser artista. Todos lo sabemos y tenemos la esperanza de ser de esos pocos. Esos pocos que no se pierden”.

Antonia Bañados nos conmueve. Cómo no. Hay una mirada gentil, sin pretensiones altivas. En esta aventura cabemos todos, sin duda.

Ficha técnica

Antonia Bañados.

Al otro lado del vidrio.

Editorial Archipiélago,

2021. 220 páginas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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