CULTURA
Para el autor de “Fuimos campeones: la dictadura, el Mundial 78 y el misterio del 6 a 0 a Perú” (Edhasa, 2008) y “Cábalas del Fútbol, desde el ’86 hasta hoy” (Edhasa, 2018), la selección trasandina supo sobreponerse a una derrota inicial inesperada y fue madurando su juego para terminar de manera muy vistosa en una final «absolutamente emocionante, la más sufrida y vertiginosa que yo recuerde por los cambios que se fueron produciendo». Para el escritor, las penurias durante el partido con Francia además son una de las razones que explican la alegría desbordante al terminar el juego, más allá de que las finales de 1978 contra Holanda y 1986 contra Alemania también se padecieron. Además, considera la frustración de las finales perdidas de 2014 (Mundial), 2015 y 2016 (Copa América), como otra razón del fervor por la final ganada en esta ocasión, al igual que los 36 años que pasaron desde el último título mundial. Respecto a los cinco millones de personas que salieron «de manera inusitada» a recibir a su selección, comenta que «la población argentina no lo está pasando bien en términos generales y esto le da posibilidad de salir a la calle a festejar, también por la necesidad de saludar a quienes le dieron una alegría muy importante». «Fue una expresión popular extraordinaria, maravillosa», aunque «la deuda mayor» del festejo, a su juicio, fue no ir a saludar a la gente desde la Casa Rosada como sede institucional de la democracia, en medio de las «internas políticas», más allá de las fallas en la organización de la celebración.
