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Milena Busquets y «Las palabras justas»: la capacidad de combinar lo frívolo y lo profundo CULTURA|OPINIÓN

Milena Busquets y «Las palabras justas»: la capacidad de combinar lo frívolo y lo profundo

Nicolás Bernales
Por : Nicolás Bernales Escritor y columnista literario. Ha publicado el libro de cuentos "La Velocidad del agua" (Ojo Literario 2017), por el cual se adjudicó el Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura en el área de creación. En 2023 publicó la novela "La geografia dell` esillio", Edizioni Ensemble. Roma.
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Se trata de un diario que abarca un año en la vida real de la creadora de los trabajos anteriores. Este es el año 2021 y en el asoman, a través de entradas de distintas longitudes, fragmentos de cotidianidad, o más bien pequeñas piezas que van armando una noción de vida. Al poco avanzar en la lectura comenzamos a sospechar que nos encontramos frente a un diario de vida sin mayores manipulaciones o trucos, donde se exponen pensamientos, hechos y reflexiones. No hay presencia de promesa narrativa o tensión dramática. En este libro habitan los hijos, los amigos, las clases de yoga, las visitas al psiquiatra, el amor y el erotismo, Barcelona, días buenos y días malos. Y una serie de disquisiciones sobre el pasado y la familia, sobre el correr del tiempo y particularmente sobre la literatura. Escribir y leer, o en el caso de Milena Busquets debiésemos cambiar el orden, leer y escribir. La suma de estas entradas va construyendo un personaje que se muestra de forma honesta y desnuda.


Milena Busquets (Barcelona 1972) logró un éxito arrollador con su segundo libro «También esto pasará», donde aborda la relación con su madre, la escritora y editora Esther Busquets, tomando como punto de partida la muerte de ella. A través de la autoficción o escritura biográfica, demostró manejar con honestidad y equilibrio el tejido de su experiencia entre lo trivial y lo profundo al interior del formato novelesco.

«Brillante, lúcida, conmovedora, desnuda y dolida memoria del adiós» según Juan Marsé.

Luego vino «Gema», donde hace uso de las mismas técnicas, pero explorando un pasado más difuso en conjunto con el presente de una escritora de su misma edad.

En «Las palabras justas», nos encontramos con un diario que abarca un año en la vida real de la creadora de los trabajos anteriores. Este es el año 2021 y en el asoman, a través de entradas de distintas longitudes, fragmentos de cotidianidad, o más bien pequeñas piezas que van armando una noción de vida. Al poco avanzar en la lectura comenzamos a sospechar que nos encontramos frente a un diario de vida sin mayores manipulaciones o trucos, donde se exponen pensamientos, hechos y reflexiones. No hay presencia de promesa narrativa o tensión dramática. En este libro habitan los hijos, los amigos, las clases de yoga, las visitas al psiquiatra, el amor y el erotismo, Barcelona, días buenos y días malos. Y una serie de disquisiciones sobre el pasado y la familia, sobre el correr del tiempo y particularmente sobre la literatura. Escribir y leer, o en el caso de Milena Busquets debiésemos cambiar el orden, leer y escribir. La suma de estas entradas va construyendo un personaje que se muestra de forma honesta y desnuda.

«20 de julio

Me parece que la búsqueda de la belleza se ha convertido en la búsqueda de la fealdad (lo llaman realidad y verdad, pero no, es fealdad a secas), pero en el arte solo se llega a la verdad a través de la belleza, por eso estos son tiempos no solo feos sino también falsos y mentirosos.
Para ciertas cosas, soy una burguesa de manual, la sordidez, la fealdad y la pobreza me repelen.»

Tampoco se trata del diario de un escritor, como aquellos que se publican luego de su muerte y sirven para investigación y conocimiento. En los cuales detectamos a veces un cálculo natural de parte del autor que irremediablemente piensa en la posteridad. En este libro da la impresión de que a la autora le importa un pepino lo que piensen de ella. Tiene la certeza de que si escribe en busca de aprobación o cariño, está pérdida. Lo que en cierta medida resulta atractivo y liberador, en tiempos donde hay un exceso de urgencia testimonial bañada de una asfixiante moralidad.

La capacidad de combinar lo frívolo y lo profundo es un ejercicio honesto, en especial cuando encontramos, como en este caso, un esfuerzo por alejarse de la autocomplacencia y la capacidad de retarse a sí misma.

«8 de octubre.

Escribir dos frases que no sean mentira al día. Tal vez esté siendo ambiciosa.»

El amor por los hijos, por el hermano, por el padre también ausente, son tratados con las complejidades que conllevan los afectos por los demás, complejidades que residen a veces en nosotros mismos. Sucede de igual forma frente a la pareja y las amistades, la autora las expone abiertamente, y en especial en la relación con la madre, a quién ya le dedicó un libro completo, pero algo persiste abierto. Tal vez por eso, en la literatura encuentra refugio y alivio, a pesar de las dificultades y las posibilidades de fallar, en su ejercicio hay mayor control que en la vida real.

Esa es la esencia que palpita por debajo de los acontecimientos del año, de los almuerzos con amigos, de los juegos olímpicos en la pantalla de la televisión, de las caminatas por la ciudad y la preocupación por el dinero. Esencia que reflota frente a la lectura de Proust y Chejov, frente a la hoja en blanco y la edición de lo ya escrito. Para volver a sumergirse, solo una capa abajo, mientras compra un postre en una pastelería específica de Barcelona.

El único problema o riesgo que podemos detectar en la forma, es que, a pesar de tratarse de un libro relativamente corto, no todas las entradas generan el mismo interés. A veces nos topamos con algunas que nos hace preguntarnos: ¿Por qué estoy leyendo esto?, pero luego, al dar vuelta la página, al cambiar de día, encontramos otras que revitalizan la lectura:

«La búsqueda de equilibrio entre elegancia (belleza, autocontrol, capacidad de mantener la distancia con uno mismo y de huir de la autocomplacencia) y brutalidad (honestidad, verdad, valor) no hay más. El deseo de ser capaz de unir ambas cosas (ya que por separado no sirven de nada) y de que el resultado sea una obra de arte.»

Esta es la propuesta de Milena Busquets en «Las palabras justas», ofrecernos un año de vida normal, sin acontecimientos extraordinarios, similares a los de cualquier persona, que debe por fuerza vivir y funcionar. Y quizás la verdadera búsqueda resida en encontrar la forma adecuada de expresarlo. En una de las entradas de septiembre, la protagonista pasa a recoger a su hijo adolescente luego de no haberlo visto por un par de días. Ella comienza a interrogarlo, pero solo recibe monosílabos como respuesta. Al insistir en su intento es interrumpida por la siguiente frase: «Mamá, las palabras justas.»

 

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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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