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Relanzan libro de ciencia ficción que anticipó hace 30 años Chile actual: “La humanidad a la deriva” CULTURA

Relanzan libro de ciencia ficción que anticipó hace 30 años Chile actual: “La humanidad a la deriva”

Plantas de hidrógeno, kilométricos pozos y un volcán artificial son las claves de “Colmo”, publicado por primera vez en 1994 por el ingeniero y escritor Juan Antonio Bley. Será presentado este martes en Providencia.


Treinta años han pasado desde que, en 1994, el ingeniero y escritor Juan Antonio Bley (1957) publicara su novela “Colmo”, un texto de ciencia ficción ambientado en las tranquilas planicies de Concón, junto al río Aconcagua, donde tiene lugar una impresionante utopía tecnológica.

Lo que Bley no sabía es que, tres décadas después, algunas de las premisas de su creación tendrían reflejo en la realidad, convirtiendo a “Colmo” en una novela de anticipación.

Heredera de la mejor tradición de Julio Verne y Arthur C. Clarke, la novela se sitúa en las primeras décadas del siglo XXI, cuando estalla una revolución energética: la “era del hidrógeno”, que viene a reemplazar los contaminantes combustibles fósiles.

Gracias a la disposición de esta nueva fuente de energía, un hábil y creativo ingeniero nacido en Valparaíso desarrolla un proyecto impensable: aprovechar el calor de la Tierra para generar energía geotérmica directamente desde las profundidades del planeta.

Para ello, el ingeniero Axel Gutiérrez, apoyado por una poderosa corporación, lidera la construcción del pozo más profundo del mundo en la localidad de Colmo, con el fin de obtener vapor subterráneo. Su ambiciosa utopía irá aún más allá cuando se tope con un río de magma que le permita crear el primer volcán artificial del planeta y, de paso, cambiar para siempre la faz de la costa chilena.

A través de su novela, Bley se anticipó no solo a los problemas del cambio climático que afectan al planeta por el uso de combustibles fósiles, sino que además concibió un mundo donde la energía del hidrogeno, hoy tan en boga, surge como una alternativa concreta y limpia, y donde las innovadoras tecnologías para excavar hacia corazón del planeta ya son una realidad. Y, a diferencia de otras oscuras distopías, concibió un futuro que se hace cargo de los problemas urbanos y sociales que afectan al país, proyectando un porvenir más prometedor, a través de una apasionante aventura tecnológica.

La novela “Colmo” (Editorial Emergencia Narrativa) será presentado este martes 23 de abril, a las 18.00 horas, en la Biblioteca Municipal de Providencia, como parte de las actividades del Día del Libro y la Lectura. En la oportunidad, el autor dialogará con la editora y periodista Marcela Küpfer.

El uso de hidrógeno

-¿Qué te inspiró a escribir “Colmo” hace treinta años?

-Como a los 10 u 11 años de edad leí “Viaje al centro de la Tierra”, de Julio Verne, y quedé tan fascinado, que toda la vida me quedé pensando en qué clase de viaje fantástico podría escribir yo alguna vez. Y como todo estaba agotado desde el propio Julio, no me quedó otra alternativa que imaginar y luego escribir “Colmo”. Y todo eso se fraguó en mi vida hacia 1993.

-¿Por qué elegiste esa localidad para ambientar tu novela?

-Mis vacaciones de niño a Viña eran siempre muy breves, pero los paisajes de la V Región se me quedaron grabados a fuego. Y creo que la vista de la propia refinería de Concón fue determinante. Para matizar un poco, recordarás que los lugares que imaginé en la novela para efectuar exploraciones fueron nueve. Pero Concón y la misteriosa comarca de Colmo estaban predeterminados.

-Hace 30 años, el hidrógeno aún no se proyectaba como un combustible que formara parte de nuestra matriz energética, al contrario de lo que ocurre hoy. ¿Cómo llegaste a esta anticipación?

-Nunca me gustó la sucia combustión de hidrocarburos para impulsar el transporte y jamás acepté que el motor a pistones le hubiera ganado al motor eléctrico, que es rotatorio y mucho más sencillo. Yo conocía la existencia de las celdas de combustible (las famosas fuel cells) y sabía que se habían usado algunos prototipos en las misiones espaciales Apolo, en los años sesenta. Entonces era cosa muy sencilla anticipar el uso futuro masivo de estas tecnologías que usan hidrógeno, aparentemente nuevas, pero que en realidad no lo son. Todo esto está dicho en la propia novela y esa es la gracia del asunto: narrarlo en forma coherente y divertida.

Puntos débiles

-¿Qué características resaltas del protagonista de tu novela, el ingeniero Axel Gutiérrez? ¿Y cuáles son sus puntos débiles?

-Bueno, claramente Axel Gutiérrez es mi alter ego, el otro yo que me hubiera gustado ser, vale decir un tipo provisto de una biología con pila de hidrógeno inagotable, incansable, autoconfiado, voluntarioso y seco para las matemáticas, todo lo contrario de lo que yo soy. Y fíjate que los puntos débiles de Gutiérrez los estoy viendo recién ahora que ya envejezco y son machista, egocéntrico y obsesivo.

-“Colmo” es una utopía positiva que de alguna manera es el contrario de lo que ocurre en las sociedades actuales, donde falta el consenso y la mirada a largo plazo para llevar a cabo planes como los que proyecta Axel. ¿Crees que es posible acercarse a lo que anticipa “Colmo” como forma de desarrollo?

-La curación de los males del mundo está como siempre en manos de la política. Las religiones no sirven. Por desgracia, el pensamiento y comportamiento de los políticos de hoy se aprecia, por todo el planeta, cada vez menos noble, menos ético, menos comunitario, más inmoral, más egoísta y más salvaje. La educación en todas partes es competitiva, no humanista. El esperanzador impulso racional y humanista de la posguerra mundial se ha trocado en el caos de hoy que tiene a la humanidad a la deriva. Si te fijas en “Colmo”, las reuniones políticas al final de la novela llegan a resultados racionales, rápidos y tendientes al bien común. No sé si la especie humana pueda lograr ese tipo de consensos, pero yo intenté contribuir con un granito de arena.

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