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La retroexcavadora institucional de Piñera: desencanto y malestar Opinión

La retroexcavadora institucional de Piñera: desencanto y malestar

La baja del apoyo al Gobierno puede explicarse no solo por esta caída generalizada en la confianza en las instituciones sino también por lo que ha sido el desarrollo de su administración, que no ha estado exenta de polémicas, errores en materia política que afectan a las instituciones, faltas a la ética e incluso comportamientos que, si bien no están reñidos con normativa de probidad –siendo la última la participación de sus dos hijos en la gira oficial chilena a China, donde participaron en reuniones con gigantes tecnológicos de ese país, dejando abajo al director de Codelco por cupos en el avión presidencial–, dejaron un sinsabor en la ciudadanía en cuanto a que es un Gobierno desprolijo y falto de ética política, lo cual refleja un cambio en la mentalidad del chileno, cansado de los abusos y excesos de sus gobernantes.


“Un país que apenas a los cien años de vida está viejo y carcomido, lleno de tumores y de supuraciones de cáncer como un pueblo que hubiera vivido dos mil años y se hubiera desangrado en heroísmos y conquistas. Todos los inconvenientes de un pasado glorioso pero sin la gloria. No hay derecho para llegar a la decadencia sin haber tenido apogeo”. Con estas palabras el poeta vanguardista chileno Vicente Huidobro, inicia y concibe, en un ensayo magnífico, la época conmocionada y convulsa de 1925. Parece que tenderemos a repetir estas memorias en estos días, en que precisamente los profesores de Historia y Geografía luchan arduamente en las calles por resguardarla de la arremetida del Gobierno de Sebastián Piñera, que busca eliminar la obligatoriedad de la asignatura de Historia en 3° y 4° de Enseñanza Media.

La Cuenta Pública presidencial fue importante no solo por marcar prematuramente el fin de los tiempos mejores, leitmotiv de la elección, por parte de los ciudadanos, de Sebastián Piñera el 2017. Fue importante, pues se enmarca en una caída general en la confianza de los chilenos en las instituciones y en una al menos “negligencia grave” del Gobierno por intentar demolerlas.

La encuesta aplicada por la consultora CERC-Mori del mes de mayo de 2019, registró la caída más abrupta de la confianza en las instituciones centrales de la democracia y el Estado. La política se encuentra en su peor momento, lo cual no se apreciaba desde que la consultora comenzó a aplicar el instrumento hace más de 25 años.

La confianza en las Fuerzas Armadas cayó a un 21%, Carabineros al 17%, el Poder Judicial a un 18%, partidos políticos a un 10%, y la Iglesia católica descendió 23 puntos porcentuales, llegando a un 8%.  El sondeo también muestra que la confianza en los políticos alcanza un 6%, en los senadores y diputados un 7%, mientras que la Fiscalía alcanzó un 17% de confianza. Sin embargo, estos datos también deben relacionarse con el apoyo al Gobierno de Sebastián Piñera, que llegó tan solo al 27%, registrando una caída de 17% en el último año.

La baja del apoyo al Gobierno puede explicarse no solo por esta caída generalizada en la confianza en las instituciones sino también por lo que ha sido el desarrollo de su administración, que no ha estado exenta de polémicas, errores en materia política que afectan a las instituciones, faltas a la ética e incluso comportamientos que, si bien no están reñidos con normativa de probidad –siendo la última la participación de sus dos hijos en la gira oficial chilena a China, donde participaron en reuniones con gigantes tecnológicos de ese país, dejando abajo al director de Codelco por cupos en el avión presidencial–, dejaron un sinsabor en la ciudadanía en cuanto a que es un Gobierno desprolijo y falto de ética política, lo cual refleja un cambio en la mentalidad del chileno, cansado de los abusos y excesos de sus gobernantes.

El acuerdo nacional para “salir de la crisis institucional” que afecta a distintos organismos, como hizo Piñera durante su Cuenta Pública del sábado, quedó a cargo del ministro del Interior, Andrés Chadwick, lo cual fue visto por algunos en el Gobierno como “una señal de apoyo y continuidad a su gestión”. Sin embargo, creo que su labor fracasará, pues no está empoderado ni por la clase política ni por la ciudadanía, y está capturado por la agenda de su partido y la presidenta de la UDI, quien se manifestó contraria a rebajar sus privilegios congresales.

Chadwick de hecho es el ministro peor evaluado del gabinete, al igual que la presidenta de su partido, y el querer, por parte del Presidente, iniciar una reforma para lograr agilizar los tiempos del Congreso, reduciendo a 120 el número de diputados y a 40 el de senadores, no tiene otro propósito que le permita a futuro a “la élite empresarial” manejar mejor “los costos” de poner de acuerdo y alinear diputados y senadores, con el consecuente debilitamiento de la representación ciudadana y escaso contrapeso al ya excesivo poder presidencial.

El desencanto de la política tradicional y partidista, la falta de credibilidad de la ciudadanía hacia los parlamentarios y autoridades, además de los episodios de corrupción que marcaron gran parte de los últimos tres años, forman parte del mismo análisis y del cual el ministro Chadwick no tiene cancha política para empoderarse, pues es precisamente su partido el que se ha visto más complicado en estos temas.

Con respecto al cuidado de las instituciones, llama profundamente la atención que el mensaje presidencial no esté alineado con la gravedad de la crisis, criticando el supuesto obstruccionismo de la oposición, pero negándose al cambio de la Constitución Política.

Las dudas que surgen frente a la cuenta presidencial dicen relación no solo con cómo recuperar la confianza en las instituciones sino también por la coherencia del relato gubernamental frente a la opinión pública, principalmente respecto a la idea de poner “a los niños primero en la fila” y el ya manoseado relato de los “tiempos mejores”, los cuales se ven en cuestionamiento frente a la caída de la economía y la producción y el alto endeudamiento de los hogares chilenos, según los últimos datos entregados por el Banco Central, los cuales son preocupantes.

Respecto a lo anterior, la idea del Ejecutivo de no entregar recursos a educación superior porque no alcanzan, mientras que paralelamente se hace público que el hijo del ministro José Tomás Valente también viajó a China con el hijo de Sebastián Piñera y se adjudicó con Becas del Estado un Máster en la Universidad de Harvard en Estados Unidos, con todos los gastos y matrículas pagados el año 2017, hace cuestionable al Gobierno, pues es el ministro Valente dueño de Econsult, una empresa que le renta millonarias ganancias que no justifican la beca hacia su hijo y además porque la Universidad de Harvard se caracteriza por sus altos costos, que podrían haberse utilizado precisamente en los niños más vulnerables de Chile.

Lo anterior también es cuestionable, pues el Gobierno hizo público este año su recorte de recursos a los profesionales que realizan doctorados y posdoctorados en el extranjero. Es así como este año 241 investigadores quedaron fuera de los beneficios complementarios que permiten dedicarse exclusivamente a los trabajos de tesis de doctorado y posdoctorado en Ciencia y Tecnología.

También se hace flanco de críticas y cuestionable la gestión presidencial, pues el año pasado se creó el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, el cual no ha significado una mejoría real para el área de la investigación científica y, de hecho, con el recorte de recursos más bien parece haber un retroceso. Es más, en Ciencia y Tecnología e incluso en Cultura, no hubo ningún proyecto, más allá de la renovación del satélite con que cuenta el país, el cual tendrá que dejar de ser operativo por antigüedad.

Respecto a la idea de “los niños primero en la fila” el proyecto de Admisión Justa, que busca modificar la ley de la ex-Presidenta Bachelet, restaurando la selección, hizo que la élite del Gobierno y la ministra de Educación, Marcela Cubillos, salieran a principios de año a realizar una extensa gira por el país, tratando de convencer a la ciudadanía de que el mérito debe imponerse por sobre el azar al momento de postular a un colegio, lo cual la tiene con un requerimiento en Contraloría para pronto pronunciamiento, respecto a la legalidad del gasto incurrido.

En el plano más político los proyectos emblemáticos del Gobierno muestran una discusión de una derecha muy acorralada y confundida, que abusa del concepto de libertad, pues la entiende solo como una libertad de “no interferencia”, pero no entendida como libertad para “realizar algo”, ideas añejas, propias de Guerra Fría, propias de Jaime Guzmán.

Por otra parte, si se entiende el proyecto de Gobierno desde el punto de vista de principios como la igualdad, el punto que desplomó al Presidente fue su viaje con sus hijos a China para realizar negocios, dejando fuera a la minera estatal Codelco, llevando a una minera privada de un amigo empresario del Mandatario, como es Antofagasta Minerals de Andrónico Luksic, y también el desplome pasa por las trenzas políticas de los hijos de personeros gubernamentales y de la derecha, sacando provecho del Estado –como es el caso del hijo de Carlos Larraín, que pasó a ocupar un alto cargo en el Ministerio de Educación–, pues a ojos de la gente ya no es indiferente que esa misma élite sea la que está dispuesta a “saltarse la fila” de los niños primero cuando los privilegios no son suficientes.

Para ellos, en el ejemplo de Valente y Piñera, más que el mérito, son las redes lo que te llevan lejos, por lo cual su reforma tampoco ha tenido el calado que espera tener en la ciudadanía. Ya no hay mérito que valga. Mucho menos igualdad, hay hombres que son más iguales que otros, al más clásico estilo orwelliano.

La caída en la confianza que refleja la encuesta CERC-Mori de mayo también se explica por los casos de corrupción de la derecha que afectan la línea de flotación del Gobierno y su discurso de hacer mejor las cosas. El lobby descarado de la empresa eléctrica Enel, por el caso del cambio de medidores y el que se haya hecho público que el primo del Presidente Piñera trabaje como gerente en dicha compañía; el eventual tráfico de influencias de los fiscales del Ministerio Público, por ejemplo, del fiscal Emiliano Arias, de quien por propia declaración sabemos que el Gobierno le ofreció la subsecretaría de Prevención del Delito, potenciando los vínculos de este persecutor de Rancagua con el ministro Chadwick, lo cual dinamitó la autonomía y credibilidad de la Fiscalía, creando un desorden institucional en dicho organismo.

Por otro lado, están las salidas alternativas a principios de año que evitaron la cárcel efectiva de gran parte de los personeros de la UDI y que también favorecieron a financistas irregulares de la política para que salieran libres con multas y cursos de ética, como es el caso de los conocidos empresarios dueños de Penta, Délano y Lavín, financistas de la derecha y paradójicamente de la Fundación Teletón; las desprolijidades en el uso de recursos públicos de la ministra Cubillos, promocionando un «proyecto de ley”  denominado Admisión Justa, que la tiene con un requerimiento en la Contraloría; el verdadero espectáculo montado con fondos fiscales del Presidente Piñera en Cúcuta, enviando medicamentos a Venezuela, faltando muchos recursos aún en Chile en diversos consultorios; las nefastas declaraciones del ministro del Interior Andrés Chadwick, mintiendo públicamente sobre las circunstancias de la muerte del comunero mapuche Camilo Catrillanca.

Y qué hablar del caso de las concesiones marítimas menores del Mandatario que le permitieron usar una playa en el lago Caburgua, en pleno escándalo por el uso de las mismas por parte del presidente de la empresa Gasco en el lago Ranco, expulsando de la playa a dos mujeres con prepotencia en el verano; los comentarios del Presidente Piñera, que le reclama patriotismo a la oposición, mientras él evita pagar impuestos por sus construcciones en su casa de veraneo en Caburgua, beneficiándose por más de 30 años al no ser pillado y siendo condonado por el Servicio de Impuestos Internos por 27 años, e incluso impulsando una Reforma Tributaria que rebaja impuestos y “evita la evasión”; las adulteraciones de la inflación en el Instituto Nacional de Estadísticas que hacen caer la confianza en los mercados; una reforma de pensiones que gran parte de los chilenos rechaza, en un 53%, según la encuesta Cadem entregada el 19 de mayo; y en el plano político la Constitución política chilena actual, que es ampliamente rechazada por la ciudadanía y no se ha avanzado en cambiarla.

En lo electoral la soberanía popular ya no se expresa plenamente como antes en la política, pues el Presidente Piñera fue elegido con  un 49% de participación. Como dato, Nicolás Maduro fue reelegido con una participación muy cercana al 48%. El uso de estrategias de marketing digital en las municipales y parlamentarias pasadas por Renovación Nacional, hizo que fuese el partido más votado. Parte de ese éxito estuvo en el uso de un software de la empresa Instagis, capaz de identificar el RUT, domicilio y preferencia política de una persona. Instagis, que recibió $1.400 millones de Corfo, fue también pieza clave en la exitosa campaña de Sebastián Piñera.

El problema es que expertos advierten que, aunque su uso no es ilegal, estas herramientas aprovechan los forados de una norma que gracias al lobby terminó favoreciendo el negocio del tráfico de datos personales, en vez de proteger la privacidad de los ciudadanos y, al tener precargado el padrón electoral, le fue posible descubrir la concentración de votantes, su caracterización socioeconómica y tendencia política, para desarrollar un trabajo territorial eficiente dentro de las comunas.  

Pero si bien para un aspirante a concejal, alcalde, parlamentario o incluso para un candidato a Presidente, conocer la ubicación y tendencia política de un grupo de votantes meses antes de una elección puede transformarse para él en una poderosa arma de campaña, el tratar de agradar en el discurso vuelve el voto voluble y no genera fidelidad en el electorado y hace más difícil la predicción de escenarios futuros y comportamientos.

Dentro de estas estrategias de manipulación por parte de la derecha, la asistencia de “barras bravas” al Congreso, (adherentes al gobierno, animando y vitoreando como si fuese un set de televisión los mensajes y énfasis ya estudiados del discurso del Presidente), manifiestan un nulo respeto republicano hacia otro poder del Estado y es un burdo ejercicio de manipulación mediática. Como señal, la puesta en escena del Gobierno es nefasta: una intervención insoportable, un “seudorruido de sables” al estilo del histórico 4 de septiembre de 1924 realizado al Congreso durante el Gobierno de Alessandri, con las proporciones históricas correspondientes y jocosamente esta vez “sin sables” sino “con cámaras de televisión”, pero con la gran diferencia de que a casi 100 años de dicho evento, el descrédito también es hacia la figura presidencial, reflejado en las protestas de quienes lo esperaban en los alrededores de las calles de Valparaíso, sitiado e inundado por el irrespirable aire de las lacrimógenas.

Todo lo anterior vuelve muy peligrosa la estabilidad de la democracia, por el desencanto precisamente en la marcha del estado administrativo y político del país que ni las encuestas más oficialistas son capaces de ignorar.  

En fin, son diversas explicaciones respecto a la caída no solo de la confianza en el Gobierno sino también respecto al desprestigio en que ha caído la política y las instituciones justamente por el mandato de Sebastián Piñera. Como concluyó precisamente el difunto Presidente Patricio Aylwin el primer discurso del 21 de mayo en 1990, a solo meses del retorno a la democracia tras 17 años de régimen militar en nuestro país: «¡Que Dios nos ayude!».

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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