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¿Qué está esperando Beatriz Sánchez? Opinión

¿Qué está esperando Beatriz Sánchez?

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Que la periodista se mantenga entre los tres primeros presidenciables en las encuestas se explica por un efecto “vegetativo”, es decir, una suerte de vuelo con que quedan los candidatos que han logrado una buena votación y que los deja, por un tiempo, con un halo de protección. Pero yendo al fondo, parece aún mantener vivas las expectativas en la promesa de cambio que le hizo al país en 2017 y que el Frente Amplio se ha encargado de demostrar que no pasaba de un sueño romántico. Tal vez, haberse mantenido al margen del FA en esta etapa le juega a favor y le devuelve la oportunidad a ese sector, siempre y cuando ella quiera asumir ese desafío –hoy no es claro– y hagan un cambio radical en el relato.


No es fácil explicar el porqué Beatriz Sánchez se mantuvo durante 18 meses en todas las encuestas en el primer lugar. De hecho, hasta hace solo tres semanas, cuando a las personas se les preguntaba: “¿quién le gustaría que fuera el próximo (a) presidente (a)?”, mencionaban espontáneamente a la exabanderada del Frente Amplio, seguida por José Antonio Kast y Joaquín Lavín.
Aunque hoy el orden se ha invertido y tenemos al alcalde UDI de Las Condes tomando ventaja, lo curioso es que la periodista se ha mantenido en esa posición, expectante, pese a –en la práctica– no haber hecho nada en este período o, al menos, no gran cosa que permitiera justificar la situación. Eso es solo comparable a lo que ocurrió con Marco Enríquez-Ominami entre 2009 (obtuvo el 20,13%) y las elecciones del 2017 (5,71%), que le permitió presentarse en tres ocasiones como candidato a La Moneda.
Beatriz Sánchez obtuvo en las últimas elecciones una cifra casi idéntica a MEO: 20,27%. Pero, a diferencia del exsocialista, que se mantuvo “en campaña” permanente y ocupó la plataforma del PRO para tener vigencia política, la periodista casi desapareció de escena. Salvo su participación esporádica en programas políticos de TV o en uno que otro lanzamiento de libros, con los medios muy atentos para escuchar sus opiniones, lo cierto es que hasta hace un par de semanas en que volvió a reaparecer políticamente, el único tema por el que estuvo en primera plana fue debido a un rumor que se esparció por la Región de Valparaíso –relativo al hecho de que se cambió de padrón electoral– y que la indicaba como candidata a gobernadora regional o alcaldesa para los comicios de 2020.
[cita tipo=»destaque»]Sin embargo, Beatriz Sánchez parece haber dado un paso que marcó su regreso a la arena política al respaldar el informe sobre Venezuela que emitió Bachelet. Fue un gesto evidente al bacheletismo, se desmarcó de la posición del PC y se leyó bien en la oposición, incluso en el oficialismo. Una buena plataforma de entrada si consideramos que la excandidata es, por el momento, la única competitiva de la centroizquierda. Falta, claro, que se decida a competir, que el FA lo permita y, por supuesto, que puedan construir un relato y programa más realista. Los sueños y la utopía ya los conocimos en 2017.[/cita]
Aunque ella ni nadie del Frente Amplio se encargaron de corroborar o desmentirlo, el tema desapareció de los medios de la misma forma que llegó. Pero la verdad es que era muy poco para mantenerse en primer lugar.
Lo cierto es que «Bea» terminó la campaña electoral y es como si se hubiera jubilado del Frente Amplio. Dejó de ser la líder que los condujo al interesante resultado que obtuvieron –20 diputados y un senador electos– en 2017. Lo que nunca supimos es si fue por decisión personal o del propio FA, pero el hecho es que luego de su alejamiento, el conglomerado inició una etapa oscura. Peleas internas, disputas de liderazgo algo infantiles y las declaraciones de “pensamiento hablado” de sus dirigentes, ventilando historias personales, líos de pareja, viajes al Caribe y cafés inoportunos en París. Pero, principalmente, sufrieron el peor de los males: la intrascendencia.
Convengamos que a la salida de Beatriz Sánchez de la escena política le faltó una explicación. No estuvo a la altura para los 1.336.824 de personas que votaron por ella, porque vieron en el Frente Amplio –y lo que ello representaba– una esperanza de cambio para el país y por supuesto, de la política chilena. Creo que quienes se la jugaron por Sánchez deben estar hoy algo decepcionados. Los parlamentarios del FA han caído en las mismas prácticas que le criticaban al resto, las expectativas que generaron de hacer las cosas “distintas” están lejos de la realidad y, para colmo, si algo ha destacado de su bancada parlamentaria es el espectáculo, representado en Florcita Motuda, así como por las ambivalencias y contradicciones de dos de sus principales íconos: Giorgio Jackson y Gabriel Boric. De no ser por el senador Latorre, el alcalde Sharp y uno que otro diputado –porque de las bases, nunca más se supo–, el Frente Amplio se habría convertido en una caricatura de lo que propusieron en la campaña hace menos de dos años.
Que Sánchez se mantenga entre los tres primeros presidenciables se explica por un efecto “vegetativo”, es decir, una suerte de vuelo con que quedan los candidatos que han logrado una buena votación y que los deja, por un tiempo, con un halo de protección. Pero de fondo, parece mantener vivas las expectativas en la promesa de cambio que le hizo al país en 2017 y que el Frente Amplio se ha encargado de demostrar que no pasaba de un sueño romántico. Tal vez, haberse mantenido al margen del FA en esta etapa le juega a favor y le devuelve la oportunidad a ese sector, siempre y cuando ella quiera asumir ese desafío –hoy no es claro– y hagan un cambio radical en el relato.
Beatriz Sánchez deberá tomar una decisión pronto si es que quiere mantenerse competitiva. Es un hecho que Joaquín Lavín decidió poner el pie en el acelerador, pese a que tampoco es claro que vaya a ser candidato presidencial e incluso ha señalado que seguirá de alcalde. Pero para la etapa que viene –y considerando que la propia derecha adelantó la carrera a La Moneda– el “vuelo” ya no le servirá a la periodista, considerando también que JAK lanzó su campaña al presentar a Republicano y que Manuel José Ossandón está compitiendo hace rato.
Sin embargo, Beatriz Sánchez parece haber dado un paso que marcó su regreso a la arena política al respaldar el informe sobre Venezuela que emitió Bachelet. Fue un gesto evidente al bacheletismo, se desmarcó de la posición del PC y se leyó bien en la oposición, incluso en el oficialismo. Una buena plataforma de entrada si consideramos que la excandidata es, por el momento, la única competitiva de la centroizquierda. Falta, claro, que se decida a competir, que el FA lo permita y por supuesto, que puedan construir un relato y programa más realista. Los sueños y la utopía ya los conocimos en 2017.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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