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Salmones y antimicrobianos: sinergia entre el periodismo de investigación y la ciencia Opinión

Salmones y antimicrobianos: sinergia entre el periodismo de investigación y la ciencia

Felipe Cabello Cárdenas
Por : Felipe Cabello Cárdenas MD Professor Department of Microbiology and Immunology, New York Medical College. Miembro de la Academia de Ciencias y de la Academia de Medicina, Instituto de Chile.
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Los resultados del periodismo de investigación, en algunos casos, pueden ir más allá de la aprehensión de la realidad lograda con la metodología de la investigación científica. En el reportaje «Salmon Leaks», El Mostrador ha complementado a la ciencia microbiológica en cuanto a dar una parcial respuesta acerca de la, hasta ahora, misteriosa epidemiología del SRS en Chile y el excesivo empleo de antibióticos. Las altas densidades encontradas en los centros de cultivos de Nova Austral, reveladas por este medio, refuerzan la tesis de que esto posiblemente también ocurre en los centros de otras compañías salmonicultoras y en otras regiones del país.


El periodismo de investigación es, sin lugar a dudas, una de las actividades cardinales que definen a una sociedad democrática y en algunas oportunidades sus resultados pueden ir más allá de la aprehensión de la realidad lograda con la metodología de la investigación científica.

Hace algunas semanas, el New York Times (04/08/2019) publicaba, por ejemplo, un artículo que indicaba cómo fue abortada una investigación sobre una epidemia de salmonelosis (patógeno intestinal y sistémico) resistente a los antimicrobianos, que afectó a cientos de personas en EE.UU., con enfermos muy graves, y que fuera originada por el consumo de carne de cerdos criados con antimicrobianos. Los criadores de cerdos se negaron a cooperar con la epidemiólogos para permitir la toma de muestras en sus granjas y además proporcionar información referente a los tipos de antimicrobianos y las cantidades usadas. 

En la aquicultura del salmón en Chile también han existido, y aún existen, limitaciones para la investigación de este tipo, porque, por ejemplo, más de la mitad de las salmonicultoras fracasan en trasparentar la información respecto al uso de antimicrobianos en sus actividades y el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) se niega, a su vez, a trasparentar información respecto de las cantidades de antimicrobianos importadas al país, para uso en la crianza industrial de animales, incluyendo a la salmonicultura.

En la salmonicultura en Chile, la mayor parte de los antimicrobianos son aparentemente usados para prevenir y tratar las infecciones por el patógeno Piscirickettsia salmonis que afecta a los salmones engordados en el mar y para el cual no existen vacunas efectivas.

Especie afectada por el síndrome rickettsial del salmón (SRS).

La enfermedad producida por esta bacteria, el síndrome rickettsial del salmón (SRS), produce millonarias pérdidas en la industria, especialmente por su fuerte incidencia y porque a menudo afecta a peces en etapas tardías de crecimiento y en cuya crianza se ha invertido ingente esfuerzo y capital. Lo interesante de este problema es que la misma bacteria, con aparentemente similares características biológicas, se encuentra en todas las partes del mundo donde existe salmonicultura, pero es Chile el único país en que la industria experimenta mortalidades por ella que hacen peligrar su éxito económico.

Desde un punto de vista ecológico, esto indicaría que probablemente estas altas mortalidades producidas por la bacteria son causadas por las condiciones de cultivo del salmón en Chile, y que la modificación de estas condiciones de cultivo, más que el uso de antimicrobianos, debiera ser probablemente el eje central de las medidas para prevenir y neutralizar a este patógeno y la enfermedad que produce.

En este contexto fue que la lectura del artículo en El Mostrador Salmon Leaks II (02/08/1019) vino a agregar información que apoyaría esta interpretación, que hasta ese momento era una hipótesis, ya que faltaban datos para confirmarla. 

La información confirmatoria que el artículo proporciona es que los organismos reguladores del Estado aparentemente fallan en controlar las densidades de cultivo de los salmones y que los productores siembran a densidades mayores que las adecuadas y autorizadas por estos organismos.

Estas altas densidades de cultivo, a través del estrés que producen en los peces, potencialmente aumentan la posibilidad del SRS y elevan además el uso de antimicrobianos para su prevención y tratamiento. Por ejemplo, en la Tabla 2 del artículo citado se demuestra que el centro Aracena 9 sembró aproximadamente un 27% más de lo declarado y probablemente autorizado y que el Aracena 12 aproximadamente un 34% más, y lo mismo sucede con otros centros de cultivo. Como era dable esperar, estos aumentos de la densidad coincidieron con altas mortalidades de 29.1% y de 32. 4 %, respectivamente, las cuales fueron encubiertamente minimizadas.

Si bien es cierto que pareciera que la enfermedad responsable de las mortalidades en este caso es la enfermedad bacteriana del riñón producida por la bacteria Renibacterium salmoninarum, las densidades demasiado altas de cultivo constituyen un factor que habitualmente favorece el desarrollo de enfermedades por múltiples patógenos de peces, incluyendo P. salmonis y el piojo de mar.

La importante frecuencia del SRS y el prominente uso de antimicrobianos teóricamente usados para prevenirlo y tratarlo en Chile, indicarían que las altas densidades encontradas en los centros de cultivos blancos, que reveló la investigación de El Mostrador, posiblemente también ocurren en los centros de otras compañías salmonicultoras y en otras regiones del país, explicando parcialmente la aparentemente inusual epidemiología del SRS en Chile y el excesivo uso de antimicrobianos generalmente inefectivos para combatirlo.

Recientemente se ha comunicado que la salmonicultura chilena ha disminuido en 24% el uso de antimicrobianos. Aun con esta reducción este uso es todavía aproximadamente 700 veces mayor que la utilización de estas drogas en Noruega, en la misma industria, y su negativo impacto se aprecia en Chile en varios aspectos del entorno salmonicultor. 

Por ejemplo, la investigación científica ha demostrado que han aparecido nuevos patógenos del salmón resistentes a los antimicrobianos e incluso la Piscirichettsia salmonis se ha hecho resistente a ellos, los sedimentos de los lagos y del mar usados en salmonicultura contienen altos niveles de bacterias resistentes a los antimicrobianos y residuos de estos, la flora normal del salmón tratado con ellos contiene elevados números de bacterias resistentes, que potencialmente pueden pasar al consumidor, y se ha seleccionado en todos estos ambientes una serie de elementos genéticos capaces de trasmitir la resistencia entre estas bacterias.

La presencia de elevados niveles de bacterias resistentes y de residuos de antimicrobianos en todos estos nichos ecológicos, incluyendo peces silvestres, más la presencia de elementos genéticos transmisibles entre ellas, crea las condiciones para que la resistencia generada en el ambiente acuático y en peces se propague a bacterias humanas, incluyendo patógenos, y que también resistencias generadas en ambientes humanos se difundan hacia el ambiente marino y patógenos de peces.

Sin embargo, como en Chile la salmonicultura es la actividad que más usa antimicrobianos, sobrepasando con creces a la medicina humana, será el ambiente acuático salmonicultor el más importante generador y diseminador de resistencias bacterianas nuevas y antiguas en el país. 

De esta forma, creemos que la investigación periodística de El Mostrador ha complementado a la ciencia microbiológica en dar una parcial respuesta acerca de la, hasta ahora, misteriosa epidemiología del SRS en Chile y el excesivo empleo de antimicrobianos para prevenirlo y tratarlo y, tal vez, también ha provisto de una potencial solución.

Esta solución pasaría por el control estricto de las densidades adecuadas de cultivo por los organismos del Estado y por la implementación y la regulación de otras medidas generales de higiene, incluyendo apropiada selección y densidad de sitios de cultivo, prevención de la eutroficación, detección rápida y procesamiento adecuado de las mortalidades, prevención de las infecciones por piojos de mar y adecuadas barreras sanitarias, separando sitios y regiones, entre muchas otras.

Creemos que la colaboración entre la industria, los organismos del Estado encargados de su cuidado, los científicos y los trabajadores de ella, los consumidores y los periodistas, en el marco del concepto «Una Salud», es esencial para corregir este problema, que atenta contra el éxito económico de ella, la salud humana y la animal, así como del ambiente.         

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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