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Quintana y Flores: la sorpresiva dupla a la altura de las circunstancias PAÍS

Quintana y Flores: la sorpresiva dupla a la altura de las circunstancias

El analista de la UDP, Claudio Fuentes, explicó que “vivimos un momento muy particular, de presidencialismo sin Presidente. Se trata de un Mandatario fuertemente debilitado tanto por su baja aprobación, pero, ante todo, por su incapacidad de conducir políticamente la crisis. En este contexto los partidos políticos y el Congreso Nacional han adquirido mayor protagonismo. No es que estén conduciendo la solución al conflicto –aquello no se advierte con nitidez–, pero al menos han tratado de gestionar ciertas reformas para posibilitar una salida a la crisis. En este marco, creo que los presidentes de la Cámara y del Senado han cumplido un cierto rol de articuladores de determinados acuerdos. No advierto a ninguno de ellos ejerciendo un papel muy gravitante en la conducción política, sino más en un papel de articuladores y facilitadores de ciertos acuerdos, lo que en un contexto de crisis institucional no es menor”.


Ni remotamente se les pasó por la cabeza, a ninguno de los dos, que en su ruta de este año tendrían que jugar un rol tan protagónico para intentar sortear el profundo cambio del escenario político que se generó a partir del estallido social del 18 de octubre. Más allá de las formalidades protocolares, pocas veces los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado han logrado ejercer un papel de real peso político en la coyuntura, algunas duplas han funcionado mejor y, otras, pasaron totalmente inadvertidas o dejaron un gusto amargo de desencanto en la boca. Pero la que conformaron durante el 2019 el diputado Iván Flores (DC) y el senador Jaime Quintana (PPD), no solo ha sorprendido transversalmente a muchos, sino que además no dejó a nadie indiferente.

Desde Chile Vamos celebraron el “republicanismo” que ha mostrado Quintana, mientras que parlamentarios de la oposición lo han criticado por pecar de “individualista y hermético”. En el caso de Flores, para nadie ha pasado inadvertido el “empoderamiento” que adquirió a la luz del cargo, considerando el bajo perfil que tenía antes, aunque últimamente desde la derecha lo han fustigado por lo que consideran un manejo desastroso del orden y la seguridad en el hemiciclo en sesiones claves, puntualmente por el ingreso de manifestantes a la Sala durante la discusión de la paridad en el proceso constituyente.

Desde octubre, es indiscutible que el Gobierno de Sebastián Piñera perdió su capacidad para delinear el camino a seguir, la figura presidencial tiene el respaldo más bajo de las últimas décadas (12%) y hay una evidente pérdida de peso político del comité de ministros de La Moneda. Ese escenario llevó a que las decisiones políticas centrales se tomaran en Valparaíso y desde el Congreso se marcaron, durante los últimos meses, los tiempos y direcciones de los esfuerzos por destrabar los complejos nudos para avanzar en acuerdos significativos, como la reforma al capítulo XV de la Constitución que permitió la convocatoria al plebiscito del 26 de abril. Esa debilidad evidente de Palacio también generó que las otras dos más altas autoridades del país, elegidas democráticamente, jugaran un papel clave en estas semanas.

Un ejemplo fue la reunión que Flores y Quintana protagonizaron en La Moneda con el Presidente Piñera, donde el Mandatario quería el apoyo explícito –y firmado en un documento– de ambos para su idea de poner a las Fuerzas Armadas a proteger infraestructura crítica: «Lo del anuncio de poder llamar a las FF.AA. es el titular de la canción, cuando llegue el proyecto se le dará el justo debate (…). Cuando en un Estado de Derecho la sociedad se sienta a dialogar y busca finalmente un puerto para llegar y comprometerse, no se necesitan a las Fuerzas Armadas custodiando nada», sentenció en unos de los patios de Palacio el presidente de la Cámara Baja. La frase caló hondo en La Moneda, porque la posición del diputado DC “era clave” para la tramitación de la iniciativa.

[cita tipo=»destaque»]El analista político y exdirigente de la DC, Víctor Maldonado, dijo que Flores es “un ejemplo de personas que en situación normal no parecen tener ningún atributo en particular, pero que ante una situación especial, como una conmoción, se ponen a la altura de las circunstancias. Es casi al revés del Presidente Piñera, quien es un personaje del Chile del bienestar, pero cuando llegamos al Chile del malestar, él es un extranjero en Chile, no entiende los códigos, no sabe para dónde va la micro (…). Afortunadamente, los dos presidentes de las Cámaras tuvieron esta capacidad, de ponerse sobre su posición, pero, al mismo tiempo, encarnar bien lo que es la oposición”.[/cita]

El analista de la UDP, Claudio Fuentes, explicó que “vivimos un momento muy particular, de presidencialismo sin Presidente. Se trata de un Mandatario fuertemente debilitado tanto por su baja aprobación, pero, ante todo, por su incapacidad de conducir políticamente la crisis. En este contexto los partidos políticos y el Congreso Nacional han adquirido mayor protagonismo. No es que estén conduciendo la solución al conflicto –aquello no se advierte con nitidez–, pero al menos han tratado de gestionar ciertas reformas para posibilitar una salida a la crisis. En este marco, creo que los presidentes de la Cámara y del Senado han cumplido un cierto rol de articuladores de determinados acuerdos. No advierto a ninguno de ellos ejerciendo un papel muy gravitante en la conducción política, sino más en un papel de articuladores y facilitadores de ciertos acuerdos, lo que en un contexto de crisis institucional no es menor”.

Críticas y aplausos

Cuando en marzo de 2019 el senador PPD asumió la presidencia de la Cámara Alta, en el Gobierno hubo preocupación, cierto dejo de miedo. Es que se trataba del creador de la polémica frase de la «retroexcavadora», lo que  marcaba un perfil más confrontacional. Su llegada en momentos en que se discutían fórmulas para tratar de convencer a la oposición de dar viabilidad a las reformas gubernamentales, fue tema obligado de conversación, ya que era visto como una figura “conflictiva”. En Palacio jamás se imaginaron que el parlamentario sería un actor e interlocutor relevante en estos meses.

En el propio sector del presidente del Senado destacaron que, pese a que había esperanza de que fuera un factor de unidad en la oposición, para algunos de sus pares eso no ha sucedido, dicen que su par PPD actúa solo y no ha compartido los contenidos de las reuniones con el Gobierno e, incluso, afirmaron que si durante la presidencia del senador PS Carlos Montes hubo críticas, en la gestión de Quintana se han maximizado. “Por mucho menos la bancada del PPD se bajó de los almuerzos con el senador Montes, que lideraba el Senado”, aseguraron.

Las principales críticas apuntaron a lo que en la derecha es considerado un insumo: el dar viabilidad a las peticiones presidenciales en momentos de crisis. En sectores de la oposición cuestionaron que ha puesto en tabla proyectos –35 con discusión inmediata– que solo le interesan al Gobierno y que, a raíz de lo mismo, habría tensionado a la oposición en varias oportunidades. “Ha sido el principal aliado de Piñera en el Congreso”, acusaron.

Para varios en la oposición, el mejor ejemplo es la agenda de seguridad, cuando Quintana anunció la firma de un acuerdo en la materia entre la oposición y el oficialismo, pero que al final terminó en una carta de voluntades.

«Se hizo un acuerdo en materia de presupuesto, se fue a la Cámara de Diputados en donde lo rechazaron, cuando vuelve se hizo otro proceso de negociación, un nuevo anuncio y no se dio cuenta en la Sala del acuerdo, por lo tanto, el PS se bajó de la foto, solo participaron los integrantes de la comisión de Trabajo», agregaron. Los detractores de Quintana ha insistido en que la oposición «no ganó ni un centímetro» con su gestión este año.

El senador independiente Alejandro Guillier, dijo que “varios senadores hemos reclamado contra esta forma de legislar, porque no se da tiempo para estudiar los proyectos. Es nuestra obligación saber lo que se está votando y no se nos está permitiendo. Si uno no vota, apareces como obstruccionista. Entonces nos tienen apretados y sacando proyectos de ley sin estudiar, después vienen los reclamos de la gente y uno no puede decir: no tuve tiempo de estudiarlo».

En el entorno del presidente del Senado tienen claras estas críticas. Explicaron que efectivamente hubo sesiones para ver iniciativas en general que Quintana respaldó, como el proyecto antisaqueos. Si bien lo consideraba un mal proyecto –y por eso ahora está archivado–, tenía discusión inmediata y, dado el cargo que ocupa, estimó que no existe el escenario para “gustos personales”, sino que debe hacer primar las decisiones institucionales por sobre cualquier consideración política coyuntural.

“He sido tremendamente crítico del Gobierno cuando ha habido que serlo, especialmente en materia de Derechos Humanos. No nos ha temblado la voz para hablar con claridad sobre cómo este Gobierno ha violado DDHH, según relatan los informes de organismos internacionales, pero tampoco se trata de pegarle al Gobierno todos los días, un Gobierno que además está desplomado desde el punto de vista del apoyo ciudadano. El Senado tiene que ser un actor que ayude en la conducción, en el encauzar la crisis y no profundizarla”, se defendió el mandamás de la Cámara Alta.

Acto seguido, Quintana precisó que lo que a algunos en la oposición no les gustó y que eso motiva los cuestionamientos a su gestión, fue “que generáramos un acuerdo por la paz y los DDHH, porque hubo senadores que se restaron». Y añadió: «Te puedo decir que ese acuerdo marcó una inflexión importante en distintas cosas, pero además yo recuerdo que la oposición durante mucho tiempo venía señalando que había una suerte de trauma con los temas de seguridad, bueno, los traumas tú los superas cuando te encuentras en las circunstancias similares y tienes la posibilidad de hacerlo. Había que tener una respuesta muy clara para condenar la violencia y resguardar los Derechos Humanos y es lo que hicimos durante ese acuerdo”.

No todo son críticas para el rol que ha tenido desde la presidencia del Senado. El académico de la Usach, René Jara, acotó que Quintana «ha sido una de las figuras más relevantes que han surgido en el último tiempo, sobre todo porque él tiene detrás, primero, una cierta coalición de senadores que han actuado bastante alineados. A diferencia de lo que ha ocurrido en la Cámara, Quintana ha navegado por aguas más calmas (…). Finalmente, en un conflicto donde el Presidente ha sido cuestionado o, incluso, en el escenario de que pueda renunciar, es a él a quien le compete asumir funciones. En ese sentido, se ha mostrado bastante calmo y ha podido dar cierta señal de institucionalidad, por fuera del debilitamiento de la figura del Presidente”.

El 12 de noviembre fue una jornada muy tensa, dura, hubo huelga general, manifestaciones y violentos disturbios. Todo apuntaba que La Moneda estaba barajando decretar otro estado de emergencia y los rumores sobre un estado de sitio –que implicaba el despliegue de militares en la calle– inundaron todas las conversaciones políticas de ese día. Durante varias horas de esa tarde, solo imperó la tensión. Pasadas las 21 horas, mientras desde Palacio solamente había silencio, el senador Quimtana advirtió en su cuenta de Twitter: “Un eventual estado de excepción sería un portazo a salida política y pacífica que requiere Chile, para la cual la oposición –con distintas propuestas–ha manifestado estar plenamente disponible. Ante un conflicto social, la respuesta no puede ser militar. Es una receta fracasada”.

Fuentes políticas confirmaron que Quintana sí se comunicó con el ministro del Interior y le advirtió que la decisión que pretendía La Moneda en esos momentos, de decretar un estado de sitio, “iba a llevar todo al despeñadero”, que iban a quebrar el incipiente diálogo político que se generaba en esos días y que irremediablemente dicha decisión significaría más muertos.

Luego vino la cadena nacional de Piñera, donde no dijo mucho, pero tampoco decretó estado de sitio. Después de sus palabras y pasadas las 23:00 horas de esa noche, Quintana nuevamente puso en Twitter: “Reconforta que el Pdte. no se haya inclinado por decretar nuevo estado de emergencia. Los refuerzos policiales deben enfocarse en frenar enérgicamente a delincuentes y no en reprimir manifestantes. Reitero nuestra disposición a una #NuevaConstitución construida con la ciudadanía”. Tres días después, durante la madrugada del 15 de noviembre, se firmó en el Congreso el llamado Acuerdo por la Paz, que marcó el inicio de un proceso para generar una nueva Carta Magna y que partirá con el plebiscito del 26 de abril.

Un giro inesperado

En el caso de Flores, su llegada a la presidencia de la Cámara Baja fue de rebote, después que el diputado democratacristiano Gabriel Silber, forzadamente, tuvo que dar un paso al costado. La verdad, había pocas expectativas respecto de lo que haría el parlamentario del sur desde la testera, más aún con el perfil que había mostrado en los primeros meses, con salidas como su negativa de asistir al Te Deum ecuménico, en momentos en que le habían advertido que no estaban las cosas para tensionar la relación con La Moneda, y frases cuestionables, como aquella sobre la adopción homoparental, en donde afirmó que “podía marcar para siempre” a niñas y niños, una expresión de la que tuvo que desdecirse después.

Con los meses –especialmente desde el 18 de octubre– ha cambiado su tono, sus declaraciones y su estilo. En el mundo parlamentario, afirmaron que el diputado DC ha logrado mantener un “espíritu colectivo” y un buen diálogo con el Gobierno, sin necesariamente ceder en todas las disposiciones.

Durante estos dos meses y medio, Flores ha puesto el acento en la necesidad de una mayor justicia social, ha cuestionado «la megaeconomía del abuso” y ha puesto el foco en las abultadas utilidades de las AFP, los bancos e Isapres.

En el círculo cercano del diputado afirmaron que su nuevo perfil de “más en sintonía con la calle” lo ha llevado a recibir respaldos de dirigentes sociales de los que nunca se imaginaron, como también ha sacado ronchas en la derecha, que antes no lo criticaba. Ahora lo consideran permisivo y falto de carácter, muchas veces sobrepasado, apoyado «más de la cuenta» en el secretario general de la Corporación, Miguel Landeros, lo que atribuyen a su «falta de manejo en la Constitución».

Es que en sectores de Chile Vamos no le perdonan las manifestaciones en el hemiciclo ni que dejara que la vicepresidenta, Loreto Carvajal (PPD), haya puesto carteles con consignas en el escritorio o «chapitas» alusivas a distintas temáticas. De hecho, trataron de sancionar a la mesa, para pasar la factura al diputado DC, lo que finalmente no resultó.

El jefe de bancada RN, Alejandro Santana, comentó que le tiene «harto cariño» a Flores, pero que «ha cometido errores. En situaciones equivalentes no siempre ha aplicado la misma regla, entiendo que está bajo la línea de fuego de su propia coalición, donde está el PC y el Frente Amplio. En eso, ha mostrado una debilidad (…) se necesitan decisiones rígidas, como cuando se desaloja la Sala, no puedes dar aviso cinco veces”.

Flores sigue sacando ronchas a la derecha. Si bien a principios de la semana efectivamente cuestionó la idea de acusar constitucionalmente al intendente de la Región Metropolitana, Felipe Guevara, por su cuestionada estrategia del “copamiento policial” de Plaza Italia, el último día del año fustigó a la autoridad por querer insistir en ese tipo de despliegue policial y dijo que eso era “una provocación” a la gente, que era apagar el fuego con bencina y que los parlamentarios que lo quieren acusar “están en su derecho”.

El analista político y exdirigente de la DC, Víctor Maldonado, dijo que Flores es “un ejemplo de personas que en situación normal no parecen tener ningún atributo en particular, pero que ante una situación especial, como una conmoción, se ponen a la altura de las circunstancias. Es casi al revés del Presidente Piñera, quien es un personaje del Chile del bienestar, pero cuando llegamos al Chile del malestar, él es un extranjero en Chile, no entiende los códigos, no sabe para dónde va la micro (…). Afortunadamente, los dos presidentes de las Cámaras tuvieron esta capacidad, de ponerse sobre su posición, pero, al mismo tiempo, encarnar bien lo que es la oposición”.

En marzo, tanto Flores como Quintana dejarán de presidir las testeras de la Cámara de Diputados y el Senado, respectivamente, pero aún les resta un tramo no menos tenso. Un último mes y medio de trabajo legislativo marcado por interpelaciones a ministros, la posible acusación contra Guevara –que debería presentarse hoy– y la complicada tramitación de los cupos para independientes, paridad de género y escaños reservados para el proceso constituyente.

El decano de la Facultad de Gobierno y Comunicaciones de la Universidad Central, Marco Moreno, precisó que “en este escenario de semiparlamentarismo, en los hechos los presidentes de ambas cámaras han asumido –aunque con matices– un protagonismo en la actual crisis, al posibilitar caminos institucionales, como la articulación de acuerdos (como el del 15N), y tramitación exprés de leyes, como ocurrió con la reforma al capítulo XV (…). Quintana, más que Flores, lee mejor la actual coyuntura en donde, frente a un Presidente sin apoyo ciudadano, con divisiones en su coalición, queda sujeto a las decisiones políticas del Congreso”.

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