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¿Fractura tectónica en la derecha? Opinión

¿Fractura tectónica en la derecha?

Mario Waissbluth
Por : Mario Waissbluth Ingeniero civil de la Universidad de Chile, doctorado en ingeniería de la Universidad de Wisconsin, fundador y miembro del Consejo Consultivo del Centro de Sistemas Públicos del Departamento de Ingeniería de la Universidad de Chile y profesor del mismo Departamento.
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Esta fractura ideológica ya no es incipiente, sino que se está desarrollando nítidamente. Si ganan las facciones larrouléticas, me adelanto a predecir que tendremos violencia en las calles por a lo menos un par de años, hasta que Piñera termine su período en forma triste y con el país hecho pedazos. Nunca me hubiera imaginado que yo estaría deseando fervientemente un terremoto. Ojalá grado 10 y con réplicas. En ese caso, se inaugura una nueva y más promisoria etapa en nuestra historia. Vamos que se puede.


En su libro del año 2012, Chile, Camino al Desarrollo, Cristian Larroulet –el cardenal arzobispo de la iglesia de san Milton Friedman en Chile– señalaba que el punto de partida es la alternativa entre tres modelos posibles: el socialismo, el Estado de Bienestar y el capitalismo en su versión chilena, es decir, el neoliberalismo más extremo del mundo mundial. Él descarta de entrada al socialismo porque, a su entender, disminuye el ingreso per cápita, la libertad política retrocede y la criminalidad aumenta (lo comparto). Respecto del modelo de bienestar europeo, precisa que se trata de un sistema que “no incentiva el empleo, sofoca la innovación y lleva a una política fiscal insostenible”.

Por descarte, Larroulet concluye que “no hay un modelo alternativo mejor para Chile” que “el que tenemos”. En su soberbia ideológica, considera que el modelo socioeconómico de Dinamarca, Holanda, Finlandia, Suecia o Alemania “sofoca la innovación”. ¡Oh my God!

[cita tipo=»destaque»]¿A quién se referirá con el “no somos”? Esta no parece ser, al menos hasta hoy, la opinión del Presidente Piñera ni de la UDI comandada por otra durísima, Jacqueline van Rysselberghe. Le recomendaría a algún periodista entrevistar a Larroulet –si se deja en su habitáculo del 2º piso– y preguntarle, así como que no quiere la cosa, si acaso está de acuerdo con Briones en que la carga tributaria tarde o temprano deberá aumentar y si le gusta el modelo neozelandés, tan suciamente socialdemocrático.[/cita]

Otro duro entre los duros, Andrés Allamand, que imagino que se debe retroalimentar con su esposa dura entre las duras, Marcela Cubillos, declaró recientemente: “Debemos volver a plantear con fuerza nuestro ideario y que la centroderecha no se acompleje frente a la izquierda radical”, eliminando así de su ecuación a la centroizquierda y/o socialdemocracia de un solo plumazo. Para muchos en la derecha, tal vez la mayoría hoy, es ellos o Venezuela, nada avizoran como solución intermedia.

Bajo estas premisas, la derecha gobernó con su hoja de ruta ideológica muy clara durante el primer período de Piñera y también el segundo, hasta el… 17 de octubre, pues al día siguiente, el 18, se les propinó un remezón que no solo los ha dejado confusos y contusos, sino que con una incipiente grieta tectónica en su interior, cuestión que no me podría proporcionar un placer más epicúreo. ¿Habrá terremoto?

Para demostrarlo transcribiré algunas declaraciones recientes de sus integrantes:

El mismo día de las duras declaraciones de Allamand, 12 de enero, Joaquín Lavín escribió sobre la necesidad de una “reunificación de un Chile segregado y el cambio de modelo”, mostrando así las incipientes fisuras. Pero hay mucho más.

El 25 de octubre, temprano en la crisis porque agarró muy rápido la onda, el diputado Mario Desbordes, nada menos que presidente de RN, manifestó “su convicción sobre la necesidad de transitar a un modelo tipo Alemania”.

El 31 de diciembre, el ministro de Hacienda, Ignacio Briones, declaró: “Nueva Zelanda y Australia están alejados del mundo, pero integrados a él. Sin renunciar a sus recursos naturales, complejizan su matriz productiva, logrando alto crecimiento e ingreso per cápita, junto a una elevada cohesión social”. Por si no quedó claro, posteriormente remachó durante su interpelación con un planteamiento jamás visto en la derecha: “La evidencia empírica muestra que los países aumentan su carga tributaria a medida que se van desarrollando, precisamente para cubrir demandas sociales más exigentes… lo que nosotros hemos planteado es que eso, sí o sí, va a tener que ocurrir y no hay que hacerle el quite a esa discusión. Yo creo que, por mucho tiempo, mucha gente le ha hecho el quite a esa discusión, no somos de los que estamos en esa parada”.

¿A quién se referirá con el “no somos”? Esta no parece ser, al menos hasta hoy, la opinión del Presidente Piñera ni de la UDI comandada por otra durísima, Jacqueline van Rysselberghe. Le recomendaría a algún periodista entrevistar a Larroulet –si se deja en su habitáculo del 2º piso– y preguntarle, así como que no quiere la cosa, si acaso está de acuerdo con Briones en que la carga tributaria tarde o temprano deberá aumentar y si le gusta el modelo neozelandés, tan suciamente socialdemocrático.

En su interpelación, la ministra del Trabajo, María José Zaldívar, declaró refiriéndose a las AFP que “es relevante reescribir las bases del sistema; que ingresen nuevos actores, sin fines de lucro; que exista una entidad fiscal que administre completamente la cotización adicional del 5%; que los afiliados tengan una mayor participación y una suerte enlazada con sus administradoras, y generar un tercer pilar basado en el ahorro colectivo solidario. Solo así podremos mejorar pensiones». Sospecho que si José Piñera –otro cardenal arzobispo ya retirado– vio esto en la televisión, le dio una dispepsia que duró una semana. Me lo imagino encerrado en el baño gritando “traidoraaaaa”.

Enero 5. El ministro Jaime Mañalich, refiriéndose a la reforma de salud, señaló: “Soy partidario de una propuesta a la holandesa”. Ufff. Alemania, Australia, Nueva Zelanda, Holanda. ¿Qué pasó, don Cristián?

Por cierto, si se miran las opiniones de estos diversos personajes de la derecha respecto a la controversia entre el Sí y el No a la reforma constitucional, las líneas de tensión telúrica coinciden razonablemente bien y no es a lo largo de fronteras partidarias.

Esta fractura ideológica ya no es incipiente, sino que se está desarrollando nítidamente. Si ganan las facciones larrouléticas, me adelanto a predecir que tendremos violencia en las calles por a lo menos un par de años, hasta que Piñera termine su período en forma triste y con el país hecho pedazos. Nunca me hubiera imaginado que yo estaría deseando fervientemente un terremoto. Ojalá grado 10 y con réplicas. En ese caso, se inaugura una nueva y más promisoria etapa en nuestra historia. Vamos que se puede.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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