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Cómo La Moneda logró marginar a los alcaldes y Colmed de las decisiones importantes Opinión

Cómo La Moneda logró marginar a los alcaldes y Colmed de las decisiones importantes

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Las próximas semanas serán críticas para ver si el Gobierno es capaz de hacer un giro e involucrar más a otros actores claves, pero genuinamente. Este es un esfuerzo nacional y tratar de capitalizar solos parece ser más bien una revancha política del déficit que La Moneda mostró entre el 18-O y febrero. A medida que vaya avanzando abril y se acerque la etapa más crítica, se requerirá de una planificación territorial y médica en que los alcaldes y el Colegio Médico pueden aportar mucho, pero, además, el Gobierno, y en particular el ministro Mañalich, deberían entender que no solo se requieren soluciones técnicas, sino también un factor clave en tiempos de crisis: confianza de la gente. Y según la encuesta de Criteria, hoy un 54% evalúa positivamente los tiempos de respuesta de los alcaldes, 52% del Colegio Médico y solamente un 13% del Gobierno. Más claro, imposible.


La historia es más o menos así. Escena 1, presidenta del Colegio Médico (Colmed) y representantes de la Asociación de Municipalidades van a La Moneda y plantean inquietud por negativa del Gobierno a decretar cuarentena nacional. Escena 2, Izkia Siches visita a Piñera y le vuelve a hacer la misma petición. Escena 3, Blumel invita a alcaldes y a la dirigenta a formar parte de la “Mesa Social COVID-19”. Escena 4, pasan los días y jefes comunales e Izkia siguen pidiendo y justificando el confinamiento total. Escena 5, La Moneda decreta cuarentena para siete comunas. Escena 6, alcaldes y el Colmed se enteran por la prensa. Escena 7, alcaldes y Siches reiteran su postura. Escena 8, Mañalich cierra la puerta: “Los países que lo han intentado han fracasado estruendosamente”.

El dato curioso es que, entre los protagonistas, no ha habido ninguno de oposición –Siches está representando a Colmed–. Ninguno, pese a que entre los alcaldes son mayoría. Los que han liderado el movimiento son Codina, Lavín, Delgado. De hecho, hasta ahora, tal vez con la excepción de Sharp y Jadue, difícilmente alguien podría identificar a otros en una encuesta. Cero protagonismo, ni para bien ni para mal, ni por sumarse a las iniciativas colectivas que lidera el Ejecutivo para enfrentar el coronavirus, ni para sugerir nuevas medidas. Una oposición en cuarentena total.

Si decíamos en la explosión del 18-O que la derecha fue capaz de lanzar nuevos liderazgos, hoy los partidos opositores parecen no tener ninguna capacidad de promover otros rostros. Es en las emergencias, en las crisis, que las coaliciones proyectan lo que son capaces, y no solo opinando de proyectos –también importantes– como el que posibilitaría que algunos violadores de DDHH puedan tener pena remitida por edad

Lo cierto es que, luego de un par de semanas de fuego cruzado, la dupla Piñera-Mañalich logró doblarles la mano a los alcaldes y también al Colegio Médico. La jugada del Gobierno fue astuta, impecable. Bajaron la presión, consiguiendo involucrarlos en las conversaciones y llevarlos más bien a un nivel de discusiones secundarias como protocolos, normas, estadísticas. Eso que en política se llama “entretener al rival”. En el intertanto, y mientras se desarrollaban las dos reuniones semanales de la “Mesa Social COVID-19”, La Moneda prolongó el confinamiento en 6 de las 7 comunas de la Región Metropolitana, levantó la restricción a Independencia –una cuarentena de siete días, algo inédito a nivel mundial– con la indignación de su alcalde, y sumó a otras comunas a la restricción, sin preguntar ni pedir ayuda a los dueños de casa.

En estos últimos días hemos observado un fuerte movimiento de alcaldes que han vencido todas las diferencias políticas para exigir que algunas regiones sean “cerradas” y evitar el tránsito de personas que se desplazan desde otros puntos del país. También, a otros jefes comunales que, con un pésimo sentido de la solidaridad y empatía, bloquearon los accesos a sus comunas para impedir el ingreso de personas, incluidos unos ancianos contagiados, y que les valió la presentación de una querella por Ley de Seguridad del Estado, algo que no veíamos desde que el Gobierno lo hizo con los dirigentes de la ACES que boicotearon la PSU.

Los alcaldes reclaman porque no han sido integrados en decisiones que involucran a sus territorios, una queja más que razonable. De hecho, cuando se decretó el cierre de las comunas del sector oriente y ante las múltiples dudas que surgieron de inmediato, fueron los jefes comunales los que empezaron a entregar ideas y soluciones, que el Gobierno se vio obligado a recoger.

Lo concreto es que una mesa de trabajo sin que los alcaldes tengan peso, es totalmente decorativa e inútil. Y aunque el Ejecutivo ha reiterado en todos los tonos que no va a declarar una cuarentena nacional, los lídes comunales siguen insistiendo en que esa medida podría ayudar a bajar la curva que llegará a su peack, de acuerdo a Mañalich, la primera semana de mayo. Pero el que perdió total peso político fue el Colegio Médico. La arremetida del ministro y de Paris –jefe de programa de la campaña de Piñera– fue brutal contra Izkia Siches. El principal argumento que han dado es que el Gobierno estaba técnicamente en lo correcto al pronosticar el avance del virus, a diferencia de la visión “catastrófica” del Colmed.

Más allá de la disputa técnica entre Mañalich y alcaldes/Colmed, de fondo el Gobierno parece haber asumido un triunfalismo anticipado que puede ser muy peligroso. El ministro declaró el sábado pasado que estábamos mejor preparados que nadie –“la mejor salud del planeta”–, que el stock de ventiladores será adecuado (2.600) y que el virus se comporta con un contagio de 2.2 personas vs. el 3.3 de otros lados. Y claro, el Presidente se nota ahora más preocupado de subir en las encuestas, por algo sacó a su director de comunicaciones, se trajo de vuelta a la nuera de Chadwick para manejar RRSS y a Magdalena Díaz. Pero Piñera seguirá siendo el mismo. Sin capacidad de escuchar, provocador, y con esa necesidad de reconocimiento que lo hace cometer autogoles y errores tan torpes como su selfie en la Plaza de la Dignidad, en plena cuarentena.

Las próximas semanas serán críticas para ver si el Gobierno es capaz de hacer un giro e involucrar más a otros actores claves, pero genuinamente. Este es un esfuerzo nacional y tratar de capitalizar solos parece ser más bien una revancha política del déficit que La Moneda mostró entre el 18-O y febrero. A medida que vaya avanzando abril y se acerque la etapa más crítica, se requerirá de una planificación territorial y médica en que los alcaldes y el Colegio Médico pueden aportar mucho, pero, además, el Gobierno, y en particular el ministro Mañalich, deberían entender que no solo se requieren soluciones técnicas, sino también un factor clave en tiempos de crisis: confianza de la gente. Y según la encuesta de Criteria, hoy un 54% evalúa positivamente los tiempos de respuesta de los alcaldes, 52% del Colegio Médico y solamente un 13% del Gobierno. Más claro, imposible.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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