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El «precariado» chileno Opinión

El «precariado» chileno

Daniel Manzano Méndez
Por : Daniel Manzano Méndez Sociólogo, Doctorante en Ciencias Sociales (UdeChile)
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Consiste en personas que viven de empleos inseguros, entremezclados con periodos de desempleo, de retiro de la fuerza de trabajo, de una vida de inseguridad con un acceso incierto a la vivienda y a los recursos públicos. Según el análisis de Standing, tienen la particularidad de no tan solo situarse marginados en términos de sus condiciones económicas, sino también en términos de derechos políticos, pues muchos de ellos tienen una condición de “residentes” y no de “ciudadanos”. En Chile, son los más golpeados por la pandemia, aquellos con contratos inestables, trabajos flexibles y condiciones precarias, aquellos que no tienen posibilidad de generar teletrabajo ni tampoco de constituirse como ciudadanos o afiliarse a un sindicato.


En Chile, a raíz de la profundización del neoliberalismo avanzado, con una mercantilización de las condiciones de vida de la gente a través de la salud, educación, vivienda y pensiones, se ha producido una sociedad segmentada con una profunda desigualdad. Dicho escenario ha generado la acumulación del malestar social, expresado en las movilizaciones del pasado octubre y, también, en las actuales protestas por las desiguales condiciones para enfrentar la pandemia.

El trabajo inestable y precario de aquellas familias despojadas de la “libertad de elegir” que tanto defiende el discurso oficial, ha exacerbado el malestar en los últimos meses. Para comprender quiénes son aquellas personas y familias golpeadas, que vuelven a copar las calles tras el estallido social y, a su vez, que permanecen manifestándose en el contexto actual, me remitiré al concepto de “precariado”, del investigador Guy Standing.

Este autor, quien desarrolló el concepto de «precariado» como una nueva clase social, señala que su principal característica, que lo diferencia de la clase “obrera” tradicional, es que estos últimos tienen jornadas de trabajo fijas o vías bastante claras de mejora, sindicatos y convenios colectivos, cuyos puestos de trabajo tenían un nombre que sus padres y madres habrían entendido” (Guy Standing, 2013).

[cita tipo=»destaque»]En Chile, estos grupos son los más golpeados por la pandemia, son aquellos con contratos inestables, trabajos flexibles y condiciones precarias, aquellos que no tienen posibilidad de generar teletrabajo ni tampoco la de constituirse como ciudadanos o de afiliarse a un sindicato. Son aquellos que no pueden acudir a una educación y salud dignas, ni menos la posibilidad de ahorrar dinero para sus futuras pensiones. Son los nadie, los invisibilizados del sistema, los marginados, el «precariado».[/cita]

Al contrario de esta clase obrera tradicional, el precariado consiste en personas que viven de empleos inseguros, entremezclados con periodos de desempleo, de retiro de la fuerza de trabajo, de una vida de inseguridad con un acceso incierto a la vivienda y a los recursos públicos. Según el análisis de Standing, el precariado tiene la particularidad de no tan solo situarse marginado en términos de sus condiciones económicas, sino también en términos de derechos políticos, pues muchos de ellos tienen una condición de “residentes” y no de “ciudadanos”.

Para operacionalizar el concepto, el autor menciona tres grupos distintos que configuran el “precariado”, los cuales, según mi parecer, son pertinentes para entender al sujeto social más golpeado por la pandemia.

El primer grupo son aquellas personas que antes se encontraban seguras en la clase obrera tradicional, pero la trayectoria del desarrollo capitalista los ha marginado. La segunda, consiste en tradicionales residentes (inmigrantes, gitanos, minorías étnicas, solicitantes de asilo en limbo o, como es en el caso de Chile, los niños y niñas del Sename o personas de nacionalidad haitiana, venezolana, etc.). En tercer lugar, los bien formados que fueron arrojados a una precarizada vida después de que se les prometiese lo contrario.

En estos grupos se encuentran los profesionales de bajos salarios que cuentan con una enorme deuda universitaria y, al mismo tiempo, quienes tienen condiciones inestables y precarizadas de trabajo. En Chile, corresponde a aquellos que se encuentran trabajando a través de las boletas de honorarios, siendo contratados por un tiempo acotado. Según Standing, el precariado es potencial de convertirse en una clase peligrosa para los sectores dominantes, lo cual no está tan lejos de lo ocurrido en las manifestaciones del último tiempo.

En Chile, estos grupos son los más golpeados por la pandemia, son aquellos con contratos inestables, trabajos flexibles y condiciones precarias, aquellos que no tienen posibilidad de generar teletrabajo ni tampoco la de constituirse como ciudadanos o de afiliarse a un sindicato. Son aquellos que no pueden acudir a una educación y salud dignas, ni menos la posibilidad de ahorrar dinero para sus futuras pensiones. Son los nadie, los invisibilizados del sistema, los marginados, el «precariado».

Finalmente, si bien considero que la caracterización de Standing sobre dichos grupos sociales tiene mucho rendimiento en los tiempos actuales, comparto la aseveración y discrepancia del sociólogo Eric Olin Wright, respecto a analizar al «precariado» como una nueva clase social diferente a la clase obrera tradicional, puesto que no responden a intereses materiales distintos, haciendo difícil su definición como “clase social”. Sin embargo, la caracterización de este como un nuevo “segmento” particular de la clase trabajadora, permite situar con mayor claridad aquel sujeto más marginado y golpeado en el Chile neoliberal y, en particular, durante la pandemia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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