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Vida o muerte: lo que se juegan los partidos y coaliciones en los comicios de gobernador en la RM PAÍS

Vida o muerte: lo que se juegan los partidos y coaliciones en los comicios de gobernador en la RM

Nicole Martinez
Por : Nicole Martinez Periodista El Mostrador
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Son ocho nombres los que estarán en la papeleta este fin de semana en la elección de gobernador para la Región Metropolitana y, más allá de las figuras, son las fuerzas políticas, los partidos y los independientes los que se juegan los pases más preciados, que podrían permitirles llegar con algo de piso a la elección presidencial, así como a la legislativa, todo ello en medio de la crisis política más dura de los últimos años. Analistas coinciden en que el proceso evidenciará el pulso presidencial y que dará luces respecto a si los partidos tradicionales logran sobrevivir a las encuestas.


Es la primera elección de este cargo, y podría ser el primer indicio de un mapa más claro del poder, en el incierto escenario político de las últimas décadas. Lo que está detrás de los comicios para elegir gobernadores en la Región Metropolitana, no son solo números sino que se trata también de un termómetro para medir concretamente el poder, a través de la confianza o desconfianza de la ciudadana en los partidos, y la influencia –asegurada o no– de las colectividades en los siguientes procesos electorales.

“Lo que está en juego es el poder de cada una de las coaliciones y la distribución territorial de ese poder” y puede ser un predictor de la elección presidencial, enfatizó el analista político y académico de la Universidad de Talca, Mauricio Morales, quien además subrayó que los resultados de esta elección harán que el ganador tenga “mucha fuerza para incidir en la nómina de candidatos al Parlamento de su respectivo partido y pacto”.

El pronóstico más común en los comandos es que habrá una segunda vuelta, en donde Claudio Orrego se prevé como una carta probable contra la que podrían competir candidatos del oficialismo, abriendo la posibilidad de resucitar la lógica binominal tanto de la ex Concertación como la derecha en esta elección, a pesar de la disputa de votos que habrá por la cantidad de candidatos.

Partidos, conglomerados y los independientes coinciden en que estas elecciones pueden significar un respiro y ganancias, o el derrumbe de un naipe incierto que hasta ahora se sostiene sobre la base de especulaciones.

La centroizquierda y el ingrediente Maltés

En las oposiciones, diversas fuentes consultadas coinciden en que Claudio Orrego difícilmente logrará el 40% de los votos y que pueda diluirse la sombra de una segunda vuelta. Y eso es algo en lo que él coincide.

El exintendente afirmó que «con 8 candidatos lo más probable es que tengamos segunda vuelta, ya que es muy difícil que una sola candidatura llegue al 40%».

En Unidad Constituyente creen que un triunfo de Orrego será beneficioso para las aspiraciones del bloque en lo que viene: puede dar mayores certezas a la opción presidencial y una visión de mayor gobernabilidad en las parlamentarias. La gran ganadora –dicen– sería también la DC, que podría intentar acaparar cupos, aludiendo a la legitimidad que pudiera darle esta elección.

Por su parte, Karina Oliva, la candidata del Frente Amplio –que dio una sorpresa en las primarias, venciendo al candidato de Revolución Democrática–, resaltó que como bloque es la segunda elección más importante que afrontan desde el 2019, y que lo que se juega es “la responsabilidad de convocar a la ciudadanía y la capacidad de crecimiento político con otros sectores”, lo que hasta ahora no han logrado.

La mirada más escrutadora de las oposiciones está en los resultados que pueda obtener Pablo Maltés, el candidato del Partido Humanista y pareja de Pamela Jiles, en especial si se logra o no un traspaso de votos de la diputada hacia su persona, lo que podría dar indicios de la real fuerza electoral ante una eventual aventura presidencial de la autodenominada «Abuela»

En un afán de restarle peso a lo que se juega en su candidatura, que en ningún caso tiene que ver con sí mismo ni con los méritos propios de su aventura a gobernador, Maltés manifestó que ganar la elección sería un paso importante para ella, pero “no un es indicio definitivo sobre la opción presidencial de la diputada Pamela Jiles”. A su juicio, el alto apoyo y bajo rechazo de la diputada podrían seguir creciendo “y se vea aumentado adicionalmente por los resultados que se obtengan en la votación por la Gobernación Regional».

Analistas coincidieron en que, si le va bien a Maltés, no necesariamente será un indicador de éxito de Pamela Jiles, pero si, por el contrario, le va mal, significará una caída de los réditos políticos de la diputada, decolorando su ambición presidencial. El analista y académico de la Universidad Central, Marco Moreno, coincide con ello, ya que si no existe, de manera clara y categórica, una correlación en votos entre Jiles y Maltés, ya sea por la dificultad de movilizar electores del Partido Humanista o la ineficacia de la propia diputada para convertir a sus seguidores digitales en votos propiamente tales, “se diluye el poder real de Jiles y queda reducido a una pulsión emocional sin correlato de poder que se exprese en las urnas”.

¿Quién pierde con una buen resultado de Maltés? Moreno apunta a que es difícil que pueda quitarle votos al centro, por lo que es Karina Oliva la que disputa un electorado similar: de quienes impugnan a los partidos tradicionales, a la ex Nueva Mayoría y quienes reniegan de la transición. «Si pasa a una segunda vuelta, el problema lo tendrán el Frente Amplio y el Partido Comunista, más que la centroizquierda», afirmó.

La prueba de Chile Vamos

En el caso del oficialismo, es el que tiene las mayores barreras. Será la prueba de fuego para ver si la molestia con el Gobierno se traspasa a los votos en señal de castigo, que ha sido la mayor preocupación de los partidos de Chile Vamos, cuando además no han sido capaces de ordenar a sus filas en discusiones de proyectos que se han tomado la agenda, como el retiro de fondos previsionales.

A eso se suma la figura de José Manuel Rojo Edwards, que entra a disputarle al conglomerado votos de la derecha más dura, lo que –de lograrlo– podría ser una cortapisa para las aspiraciones presidenciales de Joaquín Lavín y una gran piedra en el zapato para la derecha más moderada, que podría derivar en una «derechización» del discurso.

Pero existe un tercer factor. A juicio del analista y académico de la Universidad Diego Portales, Hugo Herrera, la candidatura de Rojo Edwards “daña de todas maneras. Pero también hay que decir que la oposición lleva un buen candidato, porque es el más a la derecha que pudieron encontrar”, por lo que –a su juicio– también podría hacerle competencia.

La candidata de Chile Vamos, y militante Evópoli, Catalina Parot, resta importancia al factor Rojo Edwards y confía en que detrás de su candidatura está el respaldo de todo el oficialismo. Si esa unidad es concreta –opina– “se abre una opción real de que la gente vuelva a confiar en el bloque para conducir al país».

Por su parte, el candidato Rojo Edwards, quien de modo exitista se adjudicó prácticamente toda la representación de la centroderecha, vaticina un verdadero desastre para Chile Vamos en la elección de gobernadores de la RM.

“Me da la idea de que para Chile Vamos va a ser una elección muy compleja, porque van a pasar de tener un 40% en la Región Metropolitana a un número que no va a ir más allá del 9 al 11%. El apoyo a Chile Vamos se va a desplomar. Nosotros vamos a representar la mitad del electorado del sector”, afirmó el candidato del Partido Republicano.

Los outsiders

A los nombres más conocidos, se suman otros, que han reclamado una invisibilización y desigualdad desde el financiamiento hasta los minutos en pantalla en las campañas. Fresia Quilodrán, de Unión Patriótica; Ricardo Martínez, de los Regionalistas Verdes; y Nathalie Joignant, del pacto Ecologistas e Independientes.

Joignant opinó que “al ser este un cargo de representación ciudadana, lo más lógico es que quien gane no provenga del mundo de la política tradicional, tan mal evaluado en las encuestas, sino que del movimiento social. Yo soy la única candidata que estaría cumpliendo con ese requisito”. Si no es así y gana un representante de un partido tradicional –puntualiza la candidata–, significa que no se ha logrado permear los círculos de poder, en un ambiente que es complejo ante la dispersión que existe en estas elecciones.

Y es un escenario muy probable para varios, porque creen que la exposición mediática de los partidos y de figuras más conocidas va a influir en los resultados. Más aún porque, a pesar de la catastrófica evaluación de los partidos y los políticos tradicionales, los «outsiders» en los resultados concretos no han logrado romper el poder de esa institucionalidad.

Así lo cree el analista político Hugo Herrera, quien sostuvo que “en Chile aún los partidos son fuertes. Están debilitados en el sentido de que la participación interna es menor, que hay mucha crítica en los partidos”, pero cree que no debería cambiar mucho el escenario, pese a que se trata de una medición difícil. “Se ha mantenido la elección con dos grandes bloques, y ni siquiera el Frente Amplio pudo romper eso”, subrayó.

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