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La Convención en tierra derecha Opinión

La Convención en tierra derecha

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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A partir del 4 de julio y hasta el 4 de septiembre, los chilenos y chilenas tendrán la oportunidad –recién– de conocer el texto integral y, por tanto, de formarse una opinión y votar en conciencia. Ya no circularán fake news y no importarán los titulares alarmistas de algunos medios. Tampoco los comentarios catastróficos de aquellos que, antes, pronosticaron que el país se derrumbaría para el 18-O, cuando se aprobó el primer retiro o se discutía la Ley de Divorcio o la del Aborto en tres causales. Pero la Convención debe hacer lo suyo y tener un poco más de pragmatismo y comunicar mejor. La elite política también se la debe jugar –como lo hicieron Boric, Bachelet y Lagos– para ayudar a encauzar e informar. Aunque, finalmente, serán los ciudadanos –que son mucho más inteligentes que lo que creen nuestros políticos– quienes decidirán libremente, sin importar las campañas del terror. 


Sin duda, la intervención del Presidente Gabriel Boric y de los exmandatarios Michelle Bachelet –a través de su Fundación– y Ricardo Lagos, fue un bálsamo importante para la Convención Constitucional (CC). Pese a los problemas derivados de la dificultad de encontrar acuerdos, la muy mala comunicación de los avances, y la dura campaña de algunos sectores que buscan el Rechazo desde antes que se iniciaran los debates, esta última semana se notó un leve cambio de ambiente en torno a la Convención. Y, ojo, porque a las tres encuestas que desataron la alarma e indicaban que el Rechazo le ganaba al Apruebo, le siguió el sondeo de Criteria que, aunque el Rechazo sube, le sigue dando una ventaja al Apruebo. Y a propósito de encuestas, no olvidemos que Cadem proyectaba un empate –dos meses antes– para el plebiscito de entrada y sabemos cómo terminó: 80 a 20.

Además de que se ha ido aprobando en el Pleno una gran cantidad de artículos –ya el texto borrador tendrá más artículos que los 143 de la Constitución actual–, la mayoría con un grado de consenso mayor del esperado y siempre superando la difícil valla de los 2/3. Por ejemplo, ya tenemos una declaración de lo que es la nación, que incorpora nuevos conceptos, muy de acuerdo a los nuevos tiempos (como lo ecológico e intercultural). “Chile es un Estado social y democrático de derecho. Es plurinacional, intercultural y ecológico”. Se reemplaza el “Estado subsidiario” –que no era explícito– por el Social, una opción que observamos en varias democracias modernas en Europa. Aunque la definición de plurinacional generó controversias. Para muchos(as), incluso en el mundo “progresista” de centroizquierda, compararnos con otros países de la región –con más población indígena– era algo inconcebible. La elite es la elite en todos lados.

También, hasta ahora tenemos un texto en que lo paritario quedará estampado en prácticamente todos los órganos del Estado. Además de ser un avance espectacular para nuestra sociedad, creo que será una de las primeras constituciones en el mundo que garantice ese derecho para las mujeres. Enhorabuena. En el mismo capítulo, se aprobaron los emblemas patrios actuales, gracias a una iniciativa de una convencional de Renovación Nacional. Esto desmiente la fake news que circuló –con amplia difusión de alguna parte de la prensa– y que señalaba, hace un tiempo, que se cambiarían el Himno Nacional y la bandera. Eso nunca fue aprobado por ninguna comisión y menos por el Pleno. Solo fue un comentario de un convencional que jamás pasó de eso. Sin embargo, se afectó la legitimidad y credibilidad de la CC y el daño de imagen fue catastrófico, tanto como la mentira y el engaño de Rojas Vade que, por lo demás, dejó a la instancia con un cupo menos. 

También se incluyó en el texto, en estos días, la ratificación del Congreso de Diputadas y Diputados y la controvertida Cámara de las Regiones. Tal como lo señalé la semana pasada en este mismo espacio, creo que faltó no solo flexibilidad, sino que se actuó con muy poco criterio de imagen y posicionamiento para la propia CC. ¿Qué importaba dejarle el mismo nombre al Senado, aunque tuviera menos facultades? Como era de esperarse, los senadores –de todos los sectores, pero especialmente de la ex Nueva Mayoría– saltaron de inmediato. El relato anti-Convención levantó el “Fin a 200 años de historia”, un acierto comunicacionalmente. La verdad es que pudieron explicar mejor esta nueva institución. ¿No es posible un poco más de pragmatismo entre convencionales? Aún están a tiempo. Ah, y claro, también se aprobó la reelección directa del(la) Presidente(a).

Para la Convención es clave generar una atmósfera más favorable para enfrentar la última etapa del proceso, la más importante, porque recién los chilenos conoceremos el borrador y se despejarán elementos que nunca han sido parte del texto, como esa fake news –muy bien aprovechada en RRSS y medios tradicionales– que decía que tendríamos nuevos emblemas patrios. 

El 16 de mayo conoceremos el borrador –se presentará en Antofagasta–, entre el 17 de mayo y el 9 de junio funcionará la Comisión de Armonización, una instancia clave porque verificará la coherencia, y eventuales incongruencias, aunque también podrá sugerir redacciones alternativas, las que volverán a las comisiones. Luego, el 13 de junio, la señalada comisión presentará en el Pleno la primera propuesta de nueva Constitución. Entre el 14 y 16 de junio se incluirán indicaciones, entre el 23 y 29 de junio será la votación, en la instancia plenaria, del informe final, para entregarle oficialmente al país, el 4 de julio, la propuesta de nueva Constitución. 

A partir del 4 de julio y hasta el 4 de septiembre, los chilenos y chilenas tendrán la oportunidad –recién– de conocer el texto integral y, por tanto, de formarse una opinión y votar en conciencia. Ya no circularán fake news y no importarán los titulares alarmistas de algunos medios. Tampoco los comentarios catastróficos de aquellos que, antes, pronosticaron que el país se derrumbaría para el 18-O, cuando se aprobó el primer retiro o se discutía la Ley de Divorcio o la del Aborto en tres causales. Pero la Convención debe hacer lo suyo y tener un poco más de pragmatismo y comunicar mejor. La elite política también se la debe jugar –como lo hicieron Boric, Bachelet y Lagos– para ayudar a encauzar e informar. Aunque, finalmente, serán los ciudadanos –que son mucho más inteligentes que lo que creen nuestros políticos– quienes decidirán libremente, sin importar las campañas del terror. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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