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China y EE.UU. frente a frente: ¿quién ganará la pulseada en Latinoamérica? Opinión

China y EE.UU. frente a frente: ¿quién ganará la pulseada en Latinoamérica?

Eduardo A. Santos Fuenzalida
Por : Eduardo A. Santos Fuenzalida Experto internacional en asuntos de comercio
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¿Podrán las declaraciones y promesas realizadas en la Cumbre aliviar el incremento de la pobreza extrema en la región, anunciada meses atrás por Cepal? ¿Qué impacto tendrán en las posibilidades futuras de desarrollo de la región? Por el momento no lo sabremos, pero sí sabemos –por las referencias reiteradas en la Cumbre y ofertas varias de inyección de recursos– que las preferencias de Estados Unidos están en su entorno más inmediato: El Caribe y Centroamérica, y también México. Sabemos, igualmente, que China continúa incrementando –por mucho– su influencia en Sudamérica. Y las cifras de comercio lo confirman. Y, para concluir, también sabemos que el Presidente Boric reiteró en la Cumbre su lema de “… Si seguimos todos por separado, nos vamos a hundir”.  Correcto, Presidente, y ahora debemos concretar.


¿Cuándo y cómo empezó? No es fácil establecer una fecha precisa. Pero, ciertamente, el viaje de Richard Nixon a China en febrero de 1972 le abrió las puertas del mundo occidental al gigante asiático. Luego, el enorme potencial productivo de China la proyectó a todos los rincones del globo y ahí parece haberse desatado la competencia.

Para los Estados Unidos la “pulseada” continúa y China desafía, año tras año, el orden preestablecido. Se acentuó cuando –en respuesta a la crisis subprime– Xi Jinping anunció la iniciativa de la “Segunda Ruta de la Seda en el 2013, e inaugurada en el 2015 (China Daily, 30/03/2015). El objetivo mencionado por China fue la construcción de un “doble corredor” que uniría –vía el comercio– a Asia Central, el Medio Oriente, algunos países de Europa y a China. Este proyecto, con el apoyo de encuentros internacionales (“Belt and Road Forum for international Cooperation”) ha sumado, a lo largo de los años, a países de África y de América Latina, incluyendo a Chile, Argentina y Perú, entre otros. Y, ante los embates que sufre la globalización, la pandemia del COVID, así como la invasión y guerra en Ucrania, China continúa empujando su creciente influencia a través del globo.

Pero la arremetida política, económica y comunicacional de China es más amplia. De hecho, durante la 76ª Sesión de la Asamblea General de la ONU, en septiembre de 2021, Xi Jinping propuso lo que China denominó una “Iniciativa para el Desarrollo Global”, como respuesta a las necesidades de los países en desarrollo de “acelerar su recuperación post pandemia” (Xinhua Español, 22/09/ 2021). Según Wang Yi, ministro de Relaciones Exteriores de China, esta iniciativa tiene “… como objetivo hacer un llamamiento a la comunidad internacional para que conceda más importancia a la cuestión del desarrollo, fortalezca la cooperación internacional para el desarrollo y acelere la implementación de la ‘Agenda 2030 de la ONU para el Desarrollo Sostenible’” (Ministerio de Relaciones Exteriores de China, 25/04/ 2022).

Y, parece que la ofensiva comunicacional, los “ofertones” comerciales y las inversiones de China en la región, estarían dando frutos y la balanza se estaría inclinando a su favor. Así, el comercio de la región con el gigante asiático y Estados Unidos experimenta cambios importantes y, en los 10 últimos años, los flujos comerciales se mueven claramente a favor de China. También crece la inversión de China, la apertura comercial de la región y su orientación en la dirección del gigante asiático. Ello, ante el aparente abandono de nuestros países por parte de EE.UU., que estuvo presionado por las tensiones en el Medio Oriente, Afganistán y –en años de la administración Trump– por la “guerra comercial” con China.

Así, las exportaciones de Latinoamérica y del Caribe a EE.UU., en promedio, cayeron desde $117.126 millones de dólares durante el período 2012-2015, a solo $101.324 millones durante 2018-2021, al mismo tiempo que los envíos a China crecieron de $83.500 millones de dólares, a casi $131.086 millones. En cuanto a las importaciones, los países de Latinoamérica y del Caribe todavía tienen a Estados Unidos como el principal proveedor, pero su poderío declina frente a China. Las compras de Latinoamérica y del Caribe desde los Estados Unidos han declinado desde casi $151.631 millones de dólares a solo $136.219 millones, en promedio, durante el período mencionado. A su vez, las compras realizadas desde China crecieron de $114.598 millones de dólares a más de $122.340 millones. Debemos mencionar que las cifras anteriores no incluyen el comercio de México con China y Estados Unidos. Entregamos estas cifras sin el comercio de México, por su dependencia de los EE.UU., situación que distorsiona las cifras de comercio regionales. No obstante, destaco que el comercio de México con China ha crecido a tasas de, al menos, el doble que con EE.UU.      

Por parte de Estados Unidos, la lucha por el corazón de América Latina se deja ver con los preparativos para la realización de la Cumbre de las Américas, y las visitas del Enviado Especial, Chris Dodd, a la región. A su vez, China continúa presionando, pues parece percibir la débil posición de EE.UU. en Latinoamérica y/o su bajo interés por la región, el malestar causado por excluir a Cuba, Nicaragua y Venezuela de la Cumbre, y el escaso interés de países de la región de mantener una mayor cercanía con el gigante de América del Norte. Así, pocas semanas antes de la Cumbre, China anuncia su “Iniciativa para la Seguridad Global. ¿Coincidencia? Creo que no, pues China se encargó de publicitar a destajo la Iniciativa de Xi Jinping en los países de la región, mediante entrevistas y mensajes de prensa simultáneos de sus embajadas. Esta iniciativa fue propuesta durante el discurso inaugural de la Conferencia Anual 2022 del Foro de Boao para Asia, el 21 de abril.

A esta iniciativa, le siguió el anuncio estadounidense de “estrategia” para contrarrestar el desafío de China y, al mismo tiempo, intentar reorganizar el orden internacional afectado por la pandemia, los desajustes económicos que siguieron y la guerra en Ucrania. Este anuncio, hecho por el secretario de Estado Antony Blinken a fines de mayo, no obstante, se centró en China. Muy brevemente, el secretario Blinken señala que “… aunque la guerra de Putin continúa, seguiremos centrados en el desafío más serio de largo plazo al orden internacional, representado por la República de China Popular … China es el único país con la intención de reorganizar el orden internacional y crecientemente con el …. poder para hacerlo”. Agrega, sin embargo, que inevitablemente, los EE.UU. y China –a futuro– tendrán que aprender a convivir (Depto. de Estado. Washington D. C. 26 de mayo, mi traducción).

Brevemente, el Sr. Blinken organiza la estrategia en torno a dos áreas. Primero, inversión –entre otros– en investigación y desarrollo tecnológico, modernización de la infraestructura y el “rescate” de algunas industrias de carácter estratégico y, en segundo lugar, alineándose “con aliados y asociados, con el fin de proyectar una visión compartida del futuro”. Para agregar que “… estamos persuadiendo a todos ellos a trabajar asociativamente, a través de organizaciones regionales y globales” (mi traducción). El discurso del secretario de Estado menciona la necesidad de estrechar vínculos con Corea del Sur, Japón, la propuesta del “Indo-Pacific Economic Framework for Prosperity”; los países del “Quad” (EE.UU., Australia, Japón, e India); ASEAN; el G7; el G20; con Europa a través de la “U.S.- E. U. Trade and Technology Council”, y con NATO. Pero, no vi mención alguna a Latinoamérica. ¡Curioso! ¿Quedó para la Cumbre de las Américas?

En la Cumbre, entiendo que las principales propuestas apoyadas y/o presentadas por los EE.UU. serían: (1) “Los Angeles Declaration on Migration and Protection”; (2) “Action Plan on Health and Resilience”; y (3) “Americas Partnership for Economic Prosperity”. La primera intenta dar respuesta a la crisis migratoria venezolana, y desde Centroamérica y México a EE.UU., y –en el largo plazo– “ordenar” las migraciones del continente. A su vez, la segunda apunta a los efectos de la pandemia del COVID, la pronta recuperación de los sistemas de salud y mejorar la habilidad para responder a futuras emergencias sanitarias. Pero, al parecer, los EE.UU. se jugaría por su “Americas Partnership for Economic Prosperity(“Asociación de las Américas para la Prosperidad Económica”) que sería su respuesta a nivel local, a la “Iniciativa para el Desarrollo Global” presentada por China en el 2021. Esta iniciativa de EE.UU. se sustenta, en resumen, en cinco pilares: 1) Fortalecer instituciones económicas regionales y movilizar las inversiones; 2) Crear cadenas de abastecimiento más resilientes; 3) Actualizar nuestros acuerdos básicos; 4) Crear trabajos en energías limpias y progresar en la descarbonización y en la biodiversidad; y 5) Asegurar un comercio sustentable e inclusivo (White House, Briefing Room; mi traducción). ¡Creo haberlo escuchado antes!

¿Podrán las declaraciones y promesas realizadas en la Cumbre aliviar el incremento de la pobreza extrema en la región, anunciada meses atrás por Cepal? ¿Qué impacto tendrán en las posibilidades futuras de desarrollo de la región? Por el momento no lo sabremos, pero sí sabemos –por las referencias reiteradas en la Cumbre y ofertas varias de inyección de recursos– que las preferencias de Estados Unidos están en su entorno más inmediato: El Caribe y Centroamérica, y también México. Sabemos, igualmente, que China continúa incrementando –por mucho– su influencia en Sudamérica. Y las cifras de comercio lo confirman. Y, para concluir, también sabemos que el Presidente Boric reiteró en la Cumbre su lema de “… Si seguimos todos por separado, nos vamos a hundir”.  Correcto, Presidente, y ahora debemos concretar. Trabajemos por la integración regional, no sigamos esperando que otros resuelvan nuestros problemas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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