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El negro panorama de nuestro fútbol joven, según José Sulantay

El negro panorama de nuestro fútbol joven, según José Sulantay

Poco alentador es el presente del balompié infantil y juvenil a ojos de quien clasificó a Chile a dos mundiales Sub 20. Afincado en su natal Coquimbo, y con la libertad del que se siente retirado de la actividad, Sulantay critica los métodos formativos, las capacidades de los entrenadores que dirigen las selecciones jóvenes y teme que todo ello perjudique la prolongación de esta época dorada que vive la Roja adulta, asentada en la generación que él dirigió en Holanda 2005 y Canadá 2007.


Es un referente en el espinudo tema de las selecciones menores. No solo porque marcó un hito al clasificar consecutivamente a Chile a dos mundiales Sub 20 (Holanda 2005 y Canadá 2007), sino porque vivió las dos caras de la moneda. El mismo año que alcanzó el pináculo de su carrera al lograr el tercer lugar en tierras canadienses, sufrió la eliminación con la Sub 17 en el Sudamericano de Ecuador, quedando ligado así a la cadena de ocho fracasos sucesivos de nuestro país en esta categoría.
Tras el reciente desastre de la Sub 20 en el Sudamericano de Uruguay, y ad portas de un nuevo Sudamericano y de un Mundial Sub 17 en el que nuestro país será anfitrión, el coquimbano José Sulantay enjuicia la realidad del fútbol cadete nacional, afirmando que “no lo encuentro bueno”.

– ¿Cómo evalúa el actual estado del fútbol joven en Chile?

– Tengo una opinión bien clara: creo que no es bueno el trabajo. ¿Por qué digo esto? Porque hay jugadores que llegan a los 17 años (porque hay mundiales Sub 17 y Sub 20) y no puedes estar tú a esas alturas recibiendo niños que no tienen fundamentos de ningún tipo. Y esto lo digo por los ejemplos que tuve en las selecciones que manejé.

“Acá no se especializan cosas básicas, como el juego aéreo. El chileno no es bueno en el juego aéreo. En las selecciones preguntaba quién trabajaba en sus clubes el cabeceo. Ninguno. Y estoy hablando de la Sub 20 que fue a Canadá.

“El chileno no patea desde distancia. ¿Por qué? Si uno va a las escuelas de fútbol ve a chiquititos de cuatro, cinco, seis años jugando con una pelota del número 5. Y eso para mí es un crimen. Y los padres lo repiten regalándoles la misma pelota.

“¿Por qué no hacer todo a escala? Separen a los niños entre los cinco y los siete años, entre los ocho y diez, y de ahí hacia arriba. Todos jugando a escala: pelota, arco y cancha. Porque no puede ser que un niño ande corriendo y la pelota le llegue a la altura de la rodilla.

“Y después viene lo otro malo: eres lateral, mediocampista, etc. Con eso al jugador ya lo limitaste. Y yo siempre hablé del jugador polifuncional. Es un jugador que transita por la cancha y que sabe qué hacer en el lugar en que se encuentra con el balón. Si es un delantero, de repente estará como último hombre y tiene que saber qué hacer allí. Por eso, si al niño lo limitas, esas limitaciones van a estar para siempre”.

– Esa falta de preparación es patente en el fútbol joven. El único puesto con un preparador específico es el de arquero…

-Pero tocaste un punto con el que yo estoy en contra. ¿Por qué especializar en un lugar de la cancha? Así estás limitando, encajonando al jugador. En el trabajo físico, técnico y táctico tú haces todos los movimientos. Por ejemplo, un lateral que sube debe ser cubierto por un volante, y a este lo cubre otro. Todos deben saber jugar en todas partes.

– ¿Pero usted cree que les enseñan eso?

– No, pues. Si ahí está el problema. Me preguntaste cómo encontraba el fútbol joven. Y no lo encuentro bueno, ni su enseñanza. Y lo más grave es que los entrenadores jóvenes que están partiendo ya tienen esos vicios y van a dirigir selecciones. Y no han dirigido nunca a un equipo que haya ganado al menos un campeonato. Aquí viene gente que todavía no ha tenido ninguna experiencia a dirigir las selecciones menores.

– ¿Usted habla de ex entrenadores chilenos que han pasado por las selecciones menores?

– Así es. Es cuestión de que los vean. Después que llegamos de Canadá (2007), de cuatro mundiales se perdieron tres (sic). Yo hablo de crimen porque esos muchachos no tendrán nunca más 19 o 20 años. Al otro año ya no son juveniles y entonces quedan en una laguna en que ya no fueron a un mundial ni todavía saben si van a jugar en Primera División.

“Esto necesita un estudio mucho más profundo, pero hay un defecto grave en los entrenadores: el egoísmo y la envidia. Nadie conversa con nadie. Nadie pregunta porque cree que se las saben todas. Y por eso es que hemos sido invadidos por entrenadores extranjeros”.

– ¿Pero eso es culpa de los DT o también de la dirigencia?

– Es que de ahí parte todo. Si yo hago una empresa y todos los jefes que elijo no saben hacer su trabajo… Los dirigentes creen que todo lo que viene de afuera es bueno, porque somos un país que no nos queremos. Y entonces viene un extranjero y trae cinco personas para que lo ayuden. El chileno tiene que llorar para que le arreglen un sueldo acorde con sus capacidades.

– ¿Y eso es lo que está pasando con Hugo Tocalli y los entrenadores que él designó?

– No soy amigo de Tocalli, pero nos hemos juntado en tantas partes y he conversado mucho con él, con Pekerman, con Miguel Ángel Tojo, que eran el cuerpo técnico de Argentina hace algunos años. Tocalli vino con sus títulos cuando llegó acá: campeón mundial solo, también con Pekerman, etc. Pero él fue campeón con argentinos, no con chilenos…

– ¿Y es mucha la diferencia?

– Tenemos grandes virtudes, pero también grandes defectos…

– ¿Cómo cuáles?

-Lo más débil de nosotros es la parte sicológica. Cuando estamos a punto de lograr grandes cosas, nos vamos al suelo. Nos caemos siempre porque tenemos temor a los momentos cruciales. Y eso también se trabaja, porque la parte de arriba, de la cabeza, para mí es más fuerte que la física.

– Pero se supone que los entrenadores argentinos -acostumbrados a ganar y a lidiar con grandes personalidades- debieran influir positivamente en nuestras camadas menores, que tienen debilidades sicológicas…

– Es que ellos no las conocen. Con Tocalli hablé acá, en La Serena, cuando venía con Colo Colo (2009). Y le dije: “En Chile gastarás todos los días 20 minutos en crearle un deseo al jugador chileno para que entrene en un ciento por ciento”. El jugador chileno no sale de su casa incentivado, mentalizado.

“Para crear eso, cuando estuve en la Sub 20 le pedí a Reinaldo Sánchez amistosos solo con selecciones buenas. Fuimos a Japón, a Alemania. Y mi selección ganó en Alemania. Y entonces les decía a mis jugadores: ‘Le ganaron a Japón, a Alemania (iban perdiendo 0-2 y ganaron 3-2). Y Argentina nunca nos ganó, salvo en el Mundial de Canadá”.

– ¿Y eso lo puede hacer mejor un DT chileno que un extranjero?

– Yo creo, aunque puede que un extranjero que ya está acá se dé cuenta de eso. Siempre uso una palabra medio fea: “jugador buey”, porque es capaz de arrastrar una casa, como en el sur, pero si no le ponen una picana se queda parado, quietecito.

– ¿Pero esto no es contradictorio? Si en la Selección adulta Bielsa y Sampaoli le han hecho tanto bien al fútbol chileno.

– Bielsa tomó la base de mi equipo del Mundial de Canadá. Y dije que me había encantado que Bielsa se la jugara con los cabros. Yo no lo hubiese hecho. Pero ellos estaban preparados para lo que quería Bielsa. Ahora Sampaoli está con una idea parecida. Y en O’Higgins tenía con esa dinámica a Carmona y a Beausejour. Y también ha tenido la suerte de contar con la misma camada de Bielsa, pero eso se va a terminar.

– ¿Y qué avizora para después?

– Me encantaría que el fútbol chileno no perdiera la dinámica.

– Los entrenadores de inferiores dicen que lo importante es aportar jugadores a los primeros equipos o a la selección mayor. ¿Y qué pasa con los resultados? Sobre todo tras el fracaso de la Sub 20 en Uruguay. ¿Qué debe priorizarse?

-No me vengan con el discurso de que no importa que nos vaya mal ahora… ¡Son campeonatos del mundo los que están en juego! ¡Cómo no va a importar! Encuentro un crimen que estos niños de la última Sub 20 no hayan ido al Mundial. Ahora, no es un fracaso de ellos porque a los 19 años no se puede fracasar.

– Hay un fenómeno muy llamativo, que debido a la falta de instancias de análisis no se ha tocado: el fracaso reiterado de las selecciones Sub 17, que después del Mundial de Egipto en 1997 no han vuelto a clasificar y ni siquiera han pasado la primera fase en los ocho sudamericanos posteriores. Eso ya no es atribuible a hechos puntuales, porque hay una tendencia inequívoca durante 18 años. ¿Por qué ha ocurrido esto en la Sub 17 y no en la Sub 20, donde sí hemos clasificado a Mundiales?

Ya te dije antes como llegan los Sub 17 a las selecciones. ¡Sin ninguna preparación para ir a un Mundial! Fíjate que cuando estaba yo en la selección, estaba Acosta en la mayor. Y le pedí a su preparador físico Ítalo Traverso, y con intención, ¿eh?: “hazme un favor, hazme el calentamiento de la Sub 17 y después conversamos”. Que todos los ejercicios fuesen en base a coordinación. Y al final Traverso me dijo: “es para ponerse a llorar”. Los chicos no saben darse ni una vuelta de carnero, porque la juventud hoy es otra, está sentada todo el día en el computador. Los jugadores no saben caerse, el que se cae aquí se saca un hombro. Y es porque nadie les enseñó.

– No cabe sino concluir que en Chile hay un retraso generalizado en la formación de los futbolistas.

– Creo que a los 15 años no importa que se fracase de repente, y ahí uno debe tener detectado el problema. Todos deberíamos preparar a un jugador para que con 15 años ya esté a punto de jugar en Primera División.

– ¿A usted le tocó con su selección Sub 17 el año 2007 vivir algo de esa inexperiencia y falta de conocimiento de sus jugadores?

– Claro. Llevé jugadores muy buenos técnicamente, como Carlos Mancilla, que se fue a River Plate y que ahora creo que está jugado allá por Rusia. Pero él se murió en el Sudamericano. Después lloraba al final del campeonato. Y le dije: “cómo vas a llorar si a ti te pasó algo que nos pasa a todos los chilenos”. Y lo mató también el que ya lo habían hecho crack, con unas entrevistas por ahí. Por eso te digo que es muy inmaduro el chileno.

– ¿Y si las causas están claras por qué no hay una reacción del fútbol chileno ante esta cadena de fracasos para remediarlas?

– Bueno, ya te digo, cuando hablé de la contextura física justo me fui con la Sub 15 al Sudamericano de Bolivia (2005). Y cuando estaba afuera me dieron con todo. Porque hablé temas que causaron revuelo. Hablé de la estatura y después salieron los comentaristas, viendo los mundiales adultos. “¡Mire, entró un jugador que mide 1.98, otro que mide 2.00 metros!”. Y cuando dije esto era un estúpido que hablaba tonteras. Y hay que ver no más a esta última Sub 20. Parecían menores que sus rivales. Los nuestros se notaban juveniles, mientras que los otros tenían rasgos de jugadores adultos.

O sea, a la mala preparación de base se suma una mala elección de los jugadores, que podrían paliar ese déficit físico con su riqueza individual.

– Creo que sí. También se dejó de lado lo individual, y para mí esa palabra es clave. Porque trabajé tanto la individualidad, el pasarse rivales. Yo los obligaba a driblear.

¿Por qué quitarles eso? Ahora no, todo es “toca, toca, toca”. Esa palabra la escuchas en todas las canchas. Entonces, cuando un jugador enfrenta al arquero y le gritas “¡encáralo!”, ¿cómo lo hace, si no lo entrenaste?

Y ya que usted recalca también la falta de competencia, ¿qué le parece este último cambio de la ANFP de regionalizar los torneos de cadetes, dejando de lado la separación en dos divisiones que al menos permitía jugar entre iguales?

– Malísimo. Matan a la gente del norte y del sur, que se sienten discriminados. Y esto es por dinero, y la plata que maneja esta gente es demasiada.

– Y este nuevo sistema, donde no importará la competitividad, ¿no conspirará aún más con la falta de madurez?

– De eso estamos hablando, de la personalidad, del roce.

– Usted está augurando con estos cambios un futuro nada de halagüeño para el fútbol chileno…

– Se habla mucho del recambio generacional que debe haber en un tiempo más. Vamos a ver si se dará que haya 10, 12 jugadores que triunfen en el extranjero, como en este momento.

– De su respuesta uno deduce que habrá muchos problemas para repetir este ciclo exitoso.

– Si no un problema, va a haber un grupo muy reducido y eso disminuye las posibilidades. Acá nunca se ha pensado que hay que sembrar para cosechar. Si no tengo buenas divisiones menores es muy difícil que lleguen jugadores importantes arriba. Si esto es igual que una planta.

– ¿Y le parece adecuada la actual conformación de los cuerpos técnicos de las selecciones menores?

– Cuando entran los amigos porque tengo que devolver favores, entonces estamos sonados. Eso pasó con el cuerpo técnico que formó Roberto Hernández (2011). No hicieron nada. Trajo a Fernando Carvallo, y estaba retirado. Y Borghi (entonces a cargo de la selección mayor) lo puso de jefe técnico porque él lo ayudó para que jugara en O’Higgins. Otro caso, el de Mariano Puyol, quien no ha hecho nada todavía. Yo no digo que sea malo, porque no conozco cómo trabaja, pero nunca hizo nada para estar en la Selección. Y después, otro gran amigo, Miguel Ramírez.

“Yo tengo que criticar, porque a mí me criticaron mucho cuando hablé de la contextura física de los jugadores chilenos. Hasta los técnicos me criticaron. Yo venía de un Mundial (Holanda, 2005) del que saqué conclusiones. Cometí el error de llevar niños dos años menores, como Carmona. Y en Canadá (2007) llevé al límite de la edad. Y en contextura física, que estén cercanos a un promedio de 1.77, 1.80. Hablé de eso y me hicieron tira, entre la prensa y algunos entrenadores”.

– ¿Y qué futuro le augura a las selecciones menores chilenas dada la actual situación?

– A la Sub 17 creo que se la puede comer la presión, por la bronca que tiene la gente con la Sub 20, y jugar de local no es tan bueno porque aquí la exigencia es mayor. Espero equivocarme, porque sería bueno para que el fútbol chileno no muriera ahí, pero recientemente jugó la Sub 17 en el campeonato que hizo la Católica, ¡y no ganó ni un partido! Fue colista absoluto. Es como la copia de la Sub 20 con Claudio Vivas, el que renunció, que no ganó nunca. Ellos se pueden dar esos lujos, y nosotros los chilenos no podemos.

– Pero restan solamente ocho meses para el Mundial Sub 17. ¿Qué habría que hacer para remediar?

– No soy optimista, quisiera equivocarme y que la cosa fuese de tal forma que los chicos hagan un buen papel.

– Ya, pero vio a la Sub 17 en el torneo de la UC, ¿qué impresión concreta le dejó?

– Bueno, que realmente el equipo era inferior a lo que jugaron la misma Católica, los mexicanos… Los rivales eran otro tipo de jugadores, más maduros, incluso hasta en lo físico. Por eso uno tiene que buscar. A alguno que le sobre el físico a lo mejor le falta la técnica, pero eso se entrena, como también la inteligencia. Eso lo dijeron una vez Pekerman y Tocalli. Almorzamos un día en Ezeiza y ellos me decían que en Argentina para una Sub 20 reunieron a dos mil jugadores a lo largo del proceso. Y al final, eligieron a los más inteligentes. Los “pichangueritos” ganan partidos, pero los campeonatos los ganan los inteligentes. Yo creo en eso y por lo mismo hay que mejorar la nuestra.

– Y eso pasa también por una falencia cultural de nuestra sociedad…

– Les pregunté a los jugadores de las dos Sub 20 quiénes habían leído un libro -chiquito, mediano, grande- ¡y nadie había leído uno! En realidad, había uno. El arquero Carlos Arias, en el Mundial de Holanda. Él estaba leyendo el libro “Elegí vivir” (escrito por Daniela García, la joven amputada de sus cuatro extremidades al caer de un tren), porque había vivido un drama propio al haber muerto su joven esposa.

“Yo siempre hago preguntas. Una vez hablando de lo táctico, le pedí a un jugador que con sus palabras me explicara qué era la zona. Y no sabía. ¿Cómo iba a entender si no sabía qué era?

“Otro ejemplo, aunque no daré nombres, un día fuimos a Holanda y estaba el embajador, que nos reunió en el aeropuerto. Y nos dijo algunas palabras. De repente se me acercó un jugador y me pregunta: ‘Profe, ¿qué es un embajador? Por eso, uno da instrucciones y a veces no sabe si están entendiendo o no”.

– Dada esta realidad social y cultural tan difícil en nuestro país, y cuyo mejoramiento nunca será inmediato sino que paulatino, pareciera que la solución en el fútbol chileno pasa por una elección casi exenta de errores de los jugadores de la Roja y centrar en ellos las exigencias de nivel internacional…

– Lamentablemente es así. Tienen que formarse grupos de elite.

– Como lo que hizo con sus dos selecciones Sub 20…

– Es que de eso se trata, porque sobre eso tú después puedes edificar.

– Y ya que habla de estos grupos de elite, porque lamentablemente la masa de jugadores no es homogénea, ¿eso no hace perentorio que quienes dirijan a las selecciones menores tengan un conocimiento absoluto de la realidad del fútbol chileno?

– Yo creo que sí. Es que en esto la experiencia está por sobre todo. Cualquier técnico que asuma en las selecciones menores tiene que por lo menos haber luchado por algo importante con un equipo grande, y haber tenido algún logro. Cuando llegué a la Sub 20, Juvenal Olmos (entonces entrenador del combinado mayor) me confesó que le daba miedo ofrecerme la Selección porque creyó que me iba a enojar, por mi trayectoria. Y le dije: “¡Estás loco! Si yo quiero la selección Sub 20 porque voy a hacer algo grande con ella”.

En definitiva, ¿deben seguir Hugo Tocalli y su equipo al mando de las selecciones menores? Hay que pensar que, por ejemplo, la Sub 17 no solo disputará ahora el Sudamericano, sino que en octubre vendrá el desafío máximo de ser local en el Mundial de la categoría.

– En lo de Tocalli no entro, ahí tiene que entrar la ANFP. Yo nunca diría que este técnico se tiene que ir. Sí digo que si a un chileno le pasa esto lo pondrían quizás adónde, más allá de la frontera. Hay que ser exigente, absolutamente. Si son extranjeros, bienvenidos, pero que entreguen cosas grandes.

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