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Sociedad de Escritoras y Escritores de Chile presenta texto por Nueva Constitución CULTURA

Sociedad de Escritoras y Escritores de Chile presenta texto por Nueva Constitución

Entre sus propuestas, menciona un Estado «definido como una entidad comunitaria, plurinacional, pluricultural, plurilingüe, laica y descentralizada», con un irrestricto respeto por los derechos humanos, «que restituya el papel prioritario que le cabe en las áreas de la economía que solventan las políticas públicas».


La Sociedad de Escritoras y Escritores de Chile (SECH) presentó un texto por la Nueva Constitución, con los subtítulos de «Por la Dignidad y la Memoria – Letras de un país que renace».

Entre sus propuestas, la SECH menciona un Estado «definido como una entidad comunitaria, plurinacional, pluricultural, plurilingüe, laica y descentralizada», con un irrestricto respeto por los derechos humanos, «que restituya el papel prioritario que le cabe en las áreas de la economía que solventan las políticas públicas».

Además piden que «se establezca la cultura como pilar estratégico del desarrollo humano y manifestación concreta de la condición ciudadana que, a través del proceso creativo, diversifica, enriquece y fortalece el tejido social del país»; «que conecte efectivamente los ámbitos educacional, científico y cultural», y «que instituya, con carácter vinculante, la participación de las organizaciones de la sociedad civil en la creación y definiciones de políticas públicas sobre las culturas, las artes y el patrimonio».

Orígenes

«Nuestro pueblo y su relato nacen del acervo fundacional precolombino, cuya milenaria tradición de creación colectiva nos llega a través de imborrables voces, como aquella que fluye en los cantos selk’nam de Lola Kiepja y tantos otros», señala el texto.

«De allí en más, las artes y las letras mostrarán los sentidos y emociones que nos unen y nos enfrentan, aquel hombre y aquella mujer que logran extraer el fruto de esta tierra agreste y dar vida a los sueños, poblar un territorio que entre profundas desigualdades -la negación y la apropiación no sólo de territorios sino también de la cultura de nuestros pueblos originarios, sus palabras y símbolos-, se establece como república, enhebra constituciones, concibe letras mayores con Albert Blest Gana, así como códigos y poesía, con migrantes de la talla de Andrés Bello y Rubén Darío», prosigue.

«Ese Chile entre cordillera y mar canta a las duras tardes de pobreza en el hospital con Pezoa Véliz, canta a la réproba tierra de maldición, a pies de niños con palabras que se atragantan en la boca de Gabriela Mistral, a los mineros del carbón de Baldomero Lillo, y a pie por Chile con los cesantes de Manuel Rojas y el autorretrato de Nicomedes Guzmán, al último grumete de Coloane, el río de Gómez Morel y la última niebla de María Luisa Bombal, la poesía que emerge de la tierra bruta de Pablo de Rokha y la rosa que florece en el verso de Vicente Huidobro, las residencias en la tierra y el canto general de Pablo Neruda que dan arquitectura a las letras castellanas, esa maratón del Palomo de Fernando Alegría, las gracias a la vida de Violeta, los artefactos de Nicanor y ese lugar sin límites de José Donoso; las serenatas de Lemebel y todo este mundo, este pueblo que se vuelca a las calles un 18 de octubre de 2019 y otorga categoría y razón a su historia, haciendo poesía de sus ganas de vivir y liberándose de las ataduras de la opresión, junto a un 8 de marzo de multitudinaria mujer, que vuelca toda narrativa vientre adentro de la nación de naciones, por una dignidad que cruza todos los cuerpos y rostros como cordón y ombligo del renacer de un nuevo país».

“Vengo de Chile, un país pequeño (…) que en una generación ha dado dos premios Nobel de Literatura, Gabriela Mistral y Pablo Neruda”. Estas palabras del presidente Salvador Allende, en un discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas en 1971, «arrancaron una ovación…las escritoras y escritores de Chile queremos que se nos escuche, que se conozcan nuestras razones y demandas, nuestra voz».

«Somos trabajadores de las artes y la cultura y demandamos ser reconocidos como tal con todos los derechos de subsistencia, salud y previsión social, decencia y dignidad, demandamos el cultivo de la inteligencia, la creatividad y el talento para todos los seres de este país a toda edad», indica la declaración.

«Los escritores, escritoras y artistas damos forma y sentido al acontecer, queda el pueblo hecho palabra en su afán libertario, verso y relato, anillo ancestral, esfuerzo y dignidad de uno a otro, mano a mano ese imaginario forjado en mancomunada lucha por un mundo mejor, de un país que añora refundar cada uno de sus sueños, la belleza alumbrando el camino, la victoria en las calles en una Nueva Constitución», tras lo cual señalan sus propuestas.

Propuestas

En primer lugar, piden «el Estado de Chile definido como una entidad comunitaria, plurinacional, pluricultural, plurilingüe, laica y descentralizada, que tenga por función principal garantizar de manera irrestricta a toda la ciudadanía la integridad de sus derechos humanos y generar las condiciones que aseguren a cada habitante una vida digna, donde el desarrollo pleno del individuo aporte al progreso colectivo y al establecimiento de una sociedad justa, democrática, participativa, inclusiva y paritaria, ajena a toda segregación o discriminación, ya sea por origen, clase, pertenencia a uno u otro pueblo originario, nacionalidad, sexo, género, credo, postura u orientación».

En segundo lugar, «un Estado social de derecho que restituya el papel prioritario que le cabe en las áreas de la economía que solventan las políticas públicas y en aquellas de las que dependen la vida humana y el equilibrio medioambiental».

«Sobre esos ejes, el Estado con financiamiento adecuado salvaguardará e impulsará, como derechos inalienables y no sujetos a recorte presupuestario, el acceso gratuito y universal a la educación y a la ciencia, a la cultura, a la salud, a la previsión social, a la vivienda, al uso de las obras públicas y al disfrute compartido y responsable de los espacios naturales que dan forma al territorio. Adicionalmente, el Estado
administrará un sistema tributario fundado en la equidad social y en criterios correctivos con miras a la justa distribución del ingreso».

En tercer lugar, «que se establezca la cultura como pilar estratégico del desarrollo humano y manifestación concreta de la condición ciudadana que, a través del proceso creativo, diversifica, enriquece y fortalece el tejido social del país».

«En ese marco, la Carta Magna debe consagrar el derecho a la cultura en su cabal sentido, en cuanto goce y generación del acervo cotidiano e histórico, así como de las más diferentes expresiones artísticas y del patrimonio tangible e intangible».

«Su aseguramiento implica, asimismo, que el Estado reconozca a los artistas y creadores su condición de trabajadores de la cultura, con todos los derechos sociales que ello implica; garantizar la más amplia libertad de expresión e información; suprimir toda forma de la censura; fomentar la tolerancia y el pluralismo, limitando la incidencia de los oligopolios en la prensa, restableciendo la existencia de medios de comunicación públicos y universitarios en los ámbitos escrito y audiovisual, y haciendo exigibles a los soportes masivos una difusión cultural no inferior a la cuarta parte de su espacio total».

En cuarto lugar, «que conecte efectivamente los ámbitos educacional, científico y cultural. En el nivel escolar, ello debe expresarse, entre otros aspectos, en la gravitación de las asignaturas de artes, filosofía y ciencias en el currículo, y en la incorporación de obras de los premios nacionales y de autor nacional en las distintas áreas formativas como parte del material bibliográfico de lectura y apreciación referencial, así como en la elaboración de los textos pedagógicos».

«En el nivel terciario, inyectar los recursos de asignación directa suficientes para que las universidades sean creadoras y generadoras de ciencia, arte y filosofía y que, a través de la extensión, toda la comunidad y la ciudadanía sea partícipe de ellos».

Finalmente, en quinto lugar, piden que «instituya, con carácter vinculante, la participación de las organizaciones de la sociedad civil en la creación y definiciones de políticas públicas sobre las culturas, las artes y el patrimonio, correspondiendo a ellas un papel central en la evaluación y seguimiento de las mismas».

«Igualmente, el Estado ha de desplegar herramientas coadyuvantes en esa dirección, que visibilicen al sector con criterios no de mercado, sino estéticos y de desarrollo social, con medidas como la exención tributaria al libro como artículo de primera necesidad y la disposición de una editorial pública, a objeto de garantizar el acceso a la creación y circulación de las obras, porque democratizar un país entraña democratizar su cultura y su difusión», concluyen.

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