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“Darwin en el país desconocido” de Ignacio Concha: una novela de posibilidades infinitas CULTURA|OPINIÓN

“Darwin en el país desconocido” de Ignacio Concha: una novela de posibilidades infinitas

Nicolás Bernales
Por : Nicolás Bernales Escritor y columnista literario. Ha publicado el libro de cuentos "La Velocidad del agua" (Ojo Literario 2017), por el cual se adjudicó el Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura en el área de creación. En 2023 publicó la novela "La geografia dell` esillio", Edizioni Ensemble. Roma.
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Al contar una historia, cualquiera sea esta, deben existir tensión y dificultades, basada en choque de fuerzas, contrapartes. En la novela esta tensión y contrapartes no solo se revelan con sutileza entre los personajes (Fritz Roy y Darwin), también están ancladas en las fuerzas de la naturaleza frente al hombre, están ancladas en las dificultades por habitar una tierra nueva, en la religiosidad contra el pensamiento científico, y en las decisiones de vida en el amor. Seguir adelante, continuar el viaje, buscar las pistas necesarias que expliquen la evolución biológica que comienza a vislumbrar, o sentar cabeza en un país lejano junto a la mujer que ama.


La historia comienza in medias res, el HMS Beagle avanza lentamente por los mares australes y el joven Charles Darwin observa en cubierta las islas a su alrededor, intentando esconder su ineptitud como tripulante, esconder el mareo, el malestar. En su interior lo asalta la ansiedad por volver a encontrarse con Jemmy Button, a quien dejaron un año atrás en Tierra del Fuego.

La acción fluye con tal realismo, detalle y naturalidad, que logramos sentir el pálpito interno del libro, y a las pocas páginas nos vamos a encontrar con una grata sorpresa para el lector. No en la historia en sí, que para algunos puede ser conocida, al tratarse de una novela histórica.

La sorpresa está en la técnica que no se condice con la primera impresión que nos llevamos del libro (voy a volver a este punto).

Las vistas desde cubierta, el mar, la tripulación, las anotaciones de Darwin, sus recuerdos recientes, de puertos anteriores, de trayectos. La descripción de una tormenta en altamar combinados con un juego de cartas que ocurre al interior del barco, son una muestra de pericia de parte del autor, invisibilizando las palabras sobre el papel, transformándolas en experiencias y sensaciones.

Y esa pregunta que instala en la cabeza del naturalista, esa pieza faltante detrás de su búsqueda, se perfila en la obsesión con que mira la naturaleza a su alrededor. Una naturaleza bien descrita y documentada, que nos hace pensar en un mundo que ya no existe, no tanto tiempo atrás.

«Charles respira profundo y acaricia ese pensamiento con ardor. Mientras el barco gana metros sobre la llanura azul, intenta aquilatar el significado de su idea, que sabe que es tan grande (más grande que él mismo, por supuesto) que está seguro de que se le escapa en todos sus efectos.»

El viaje sigue hacia Valparaíso, una vez en el puerto el joven naturalista es introducido en la sociedad inglesa de la época a través de la amistad de un antiguo compañero de colegio en su Inglaterra natal. Ahí conoce a Isabel Martínez-Shaw, una joven viuda a quien comienza a frecuentar. Isabel es una mujer interesante e interesada, apartada de las costumbres y obligaciones de la época. Concha no genera un personaje exagerado o reivindicatorio según las visiones y deseos actuales, genera un personaje femenino real y atractivo situado en el Valparaíso de 1830.

El autor Ignacio Concha.

Este cortejo suma un nuevo punto de tensión en el relato sin dejar de lado las exploraciones del joven inglés. Con Valparaíso como base, Darwin continua sus investigaciones a través de viajes por la zona central, donde relata las condiciones de trabajo de los mineros en una hacienda. Se adentra a la cordillera de los Andes y recorre las calles de Santiago en compañía de un joven Claudio Gay. La recreación de las ciudades, de Valparaíso y Santiago, son exquisitas. Siempre en movimiento, los detalles van cayendo a borbotones sin interrumpir la acción.

Las calles, las vistas, la comida, el ambiente político y fundacional, la precariedad y la lejanía, nos hacen pensar en el tiempo y la distancia. Nos hace pensar en Chile. Que, a estas alturas, tenemos la certeza de que se trata de un personaje más, no solo como escenario y telón de fondo, sino como materia viva. Una tierra nueva y que se mueve, y en estos movimientos se revelan secretos en espera del observador adecuado.

«La niebla le da la imagen exacta de cómo el mar habría inundado estos territorios hace millones de años, de cómo avanzó, modeló la tierra y formó llanuras y cañadas. Son las seis de la mañana de un martes, y pronto ese mar blanco desaparecerá para dar paso a gentes, caballos, a la vida de ordinario.»

Al contar una historia, cualquiera sea esta, deben existir tensión y dificultades, basada en choque de fuerzas, contrapartes. En la novela de Ignacio Concha esta tensión y contrapartes no solo se revelan con sutileza entre los personajes (Fritz Roy y Darwin), también están ancladas en las fuerzas de la naturaleza frente al hombre, están ancladas en las dificultades por habitar una tierra nueva, en la religiosidad contra el pensamiento científico, y en las decisiones de vida en el amor. Seguir adelante, continuar el viaje, buscar las pistas necesarias que expliquen la evolución biológica que comienza a vislumbrar, o sentar cabeza en un país lejano junto a la mujer que ama. Y a pesar de tratarse de una historia real, Concha logra cargarla de posibilidades infinitas.

Lo único que lamento de este tomo es la imagen de la portada. Llama la atención que las grandes editoriales o los diseñadores no se conecten con la calidad del texto. Y la grafica no refleje el contenido. Esas siluetas de personas mirando un puerto, una playa, el skyline de una gran ciudad, un bosque en este caso, esta de sobremanera usada y es imagen de una literatura de entretenimiento comercial. En este caso, es un mal envoltorio para una novela maciza.

Ficha técnica

«Darwin en el país desconocido», Ignacio Concha, Ediciones B, 219 páginas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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